Escribo hoy desde Poitou, Francia. Hace alrededor de dos semanas, en Chile 2.100 personas rindieron examen para obtener su matrícula de médico.
Hasta ahí, todo normal. Pero lo particular del caso es que más de un tercio de los estudiantes no eran chilenos. Había unos 800 venezolanos.
Esto es solo un indicador de lo que pasa en Venezuela. Todos están huyendo.
“Podés cocinar a la gallina, pero después no podrás comerte sus huevos”, le explicamos esta mañana a nuestro nieto.
Llegaron ayer, elevando la familia a 9 miembros aquí.
“¿Qué dijo el abuelo?”, le preguntó a su padre.
“Nada, nada, no te preocupes”.
Estrangular a la gallina
Acá en Francia estamos en temporada de vacaciones de verano. Los negocios están cerrados. La gente se fue al campo, dejando a París tranquila, como al taxista cuando espera que le paguen.
En el cinturón agrícola el trabajo continúa. Las panaderías están aún abiertas. Pero muchos comercios y restaurantes tienen este cartel en sus ventanas: “Cerrado por Vacaciones”.
En la iglesia, hace dos semanas, el cura pidió que oremos por “aquellos que no van a poder irse de París este verano”. No es broma.
Y, sin embargo… “Así es como más me gusta París”, dice un amigo. “Está vacía, excepto por los turistas, que no vienen a visitar mi barrio”.
Desde acá seguimos trabajando. Leemos las noticias. Tratamos de conectar los puntos. Llueva o salga el sol.
Y allí en Venezuela no están precisamente disfrutando de las playas. En Caracas, solo unas pocas calles están tranquilas.
Las manifestaciones contra el gobierno son casi un evento diario. 100 personas murieron hasta ahora. La gente está agotada.
¿Cuál es el problema? ¿Por qué los venezolanos están tan enojados? ¿Por qué se van del país?
Resumiendo la historia: el gobierno estranguló a la gallina; y ahora no hay más huevos.
Una caída dramática
No hace muchos años, muchos intelectuales y políticos pensaban que el ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tenía algo importante entre manos.
Tomó los ingresos petroleros del país y los usó para comprar el apoyo de la gente común. Ésta era la “ola del futuro”, decían.
Cuando ni siquiera el dinero del petróleo fue suficiente, Chávez se endeudó agresivamente, utilizando las reservas petroleras como colateral.
Cualquiera podría haberle dicho a Chávez que esta no era una buena idea. La riqueza de verdad no está debajo del suelo, sino que surge en los acuerdos voluntarios donde ambas partes ganan.
Destruye esos acuerdos y destruirás la economía. Si no me creen, pregúntenle a los rusos. O a los chinos, o a los cubanos.
Solo bastó una fuerte caída del petróleo para que la realidad saliera a la luz.
Las exportaciones de crudo de Venezuela cayeron en USD 1.500 per cápita. Todavía ingresaba dinero, pero no suficiente para sostener las dádivas, las importaciones de alimentos y medicinas, y para afrontar el pago de los servicios de la deuda.
Hoy en día, en términos de su capacidad de pago, Venezuela tiene la deuda externa más grande del mundo. Sus hospitales no tienen provisiones. Los bebés literalmente mueren producto de la falta de medicamentos básicos. Los comercios no tienen nada que vender.
Cayendo más bajo
Mirando el lado positivo, el ciudadano promedio perdió en los últimos años unos nueve kilos.
El bolívar venezolano, la moneda oficial, también perdió peso. En mayo, un dólar compraba alrededor de 1.000 bolívares. Ahora, en el mercado negro, lo único que funciona medianamente bien, un dólar se cambia por casi 20.000 bolívares.
La economía cayó más que la de los Estados Unidos durante la Gran Depresión. Ricardo Hausmann, profesor de economía en Harvard, lo explica:
“La catástrofe económica de Venezuela eclipsa cualquier otra de la historia de Estados Unidos, Europa Occidental, o el resto de América Latina. No obstante, las cifras mencionadas subestiman en extremo la magnitud del colapso…
Claramente, una disminución del 40% en el PIB per cápita es un hecho muy poco frecuente. Pero en Venezuela hay varios factores que hacen que la situación sea aún peor. Para empezar, si bien la contracción del PIB venezolano (en precios constantes) entre 2013 y 2017 incluye una reducción del 17% en la producción de petróleo, excluye la caída del 55% en el precio del crudo durante ese mismo periodo. Entre 2012 y 2016, las exportaciones de petróleo se desplomaron US$2.200 per cápita, de los cuales US$1.500 obedecieron al declive del precio del crudo.”
¿Qué podemos aprender de esto?
Nada que no hayamos aprendido hasta el momento. Chávez, un autoproclamado trotskista, destruyó la economía de su país.
Nacionalizó las industrias clave, expropió la propiedad privada, fijó precios, controló el comercio, y creó un vasto estado de bienestar consumidor de riqueza. Pero el problema del socialismo, como dijo alguna vez Maggie Tatcher, es que eventualmente el dinero se acaba… El de los demás.
El dinero para Venezuela se acabó cuando los precios del crudo colapsaron en 2011.
Ahora, sus insiders – quienes quitaron el poder a otros insiders en nombre “del pueblo”- intentan a toda costa evitar perder el poder.
Saludos,
Bill Bonner
Para CONTRAECONOMÍA
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