Me había mandado el link de un video, donde una periodista de un medio nacional le hacía una pregunta tremendamente incómoda al gabinete económico durante el anuncio de la “recalibración” de las metas de inflación.
Tal como verán más abajo, la cara de Sturzenegger lo resume todo. El macrismo se ha kirchnerizado de manera categórica frente a los ojos de la ciudadanía.
“Recalibración”: un gradualismo todavía más gradualista
Horas después de la aprobación de algunas leyes trascendentales, el gabinete económico, con Marcos Peña como vocero, anunció una “recalibración” de las metas inflacionarias.
Como se ve gráficamente, las nuevas metas, seteadas en 15%; 10% y 5% para 2018, 2019 y 2020, respectivamente, son el primer gran recálculo del gobierno en materia inflacionaria.
Si bien es cierto que las mismas no deben ser cumplidas al 100% para ser útiles en cuanto a la coordinación de expectativas, también es cierto que desviarse del target en 7 puntos, como ocurrió en 2017, hace que la utilidad de la herramienta de anunciar las metas resulte bastante dudosa.
Tal como escribí en esta nota, Sturzenegger no iba a cumplir ninguna de sus metas. Ni la de 2017, para la cual estime una inflación de entre 21% y 27% (terminó cayendo justo en el medio, 24%), pero tampoco la de 2018 ni la de 2019.
Cambio de estrategia
Luego de no cumplir la meta por un margen grosero en 2017, vuelvo a redoblar la apuesta en este espacio: creo que ni siquiera va a cumplir las metas “recalibradas” forzosamente por Marcos Peña, “estatua” Dujovne y compañía.
En este punto cabe aclarar que, más allá del virtual no cumplimiento de las nuevas metas, en definitiva no está mal reconocer que la inflación va a bajar más despacio. De hecho, en mi opinión, esa debió ser la posición desde el inicio de la gestión.
En concreto, no había ningún apuro para intentar bajar la inflación a 1 dígito a 2 años vista.
Eso fue, lisa y llanamente, un “error no forzado” del gabinete económico, dado que, además de ser una meta irrealizable (no hacía falta ser una mente brillante para notar la grosera inconsistencia del plan económico con las metas viejas), ni siquiera era algo híper relevante, sino una cuestión más bien de segundo orden.
Así, Argentina no necesitaba tanto de “inflation targeting” o “metas de inflación” sino más bien de “fiscal targeting” o “metas fiscales”. El gran meollo de la cuestión es el desbalance consolidado del fisco, que no es ni más ni menos que “la llave maestra” para resolver todos y cada uno de los problemas que nos azotan día a día.
Con esto me refiero a que resolver al menos parte del caos fiscal es condición necesaria para bajar la inflación, para reencauzar a la economía en un sendero sostenible de crecimiento económico, para mitigar el altísimo grado de informalidad, para corregir el déficit de cuenta corriente, e incluso el desbalance de ANSES.
O sea, básicamente, todos los grandes problemas que nos afectan día a día y ponen en jaque la estabilidad del modelo económico actual.
Con todo, en mi humilde opinión (y tal como publiqué aquí), el BCRA habría pagado unos costos altísimos para devolver el ritmo inflacionario a niveles “normales”, en línea con el promedio de los últimos 10 años.
Los mercados festejaron al Sturze “4 de copas”
La noticia fue interpretada en el mercado de manera inmediata.
Con un Merval llegando a los 30.000 puntos por primera vez en su historia, luego de largas semanas de lateralización, el mercado festejó ver al gabinete económico “relajar” el target inflacionario, dado que significa verlo reconocer que la batalla contra la inflación pasará a ser un tema de 2do orden, con todo lo que ello implica.
O sea, el mercado interpretó -a mi juicio, de manera correcta- que de aquí hasta el fin del 1er mandato de Macri, el objetivo número uno del gobierno no será bajar la inflación, sino meterle leña a la actividad económica para llegar a las urnas en octubre 2019 de la mejor manera posible.
Algo típico del clásico “modus operandi” peronista. Nada nuevo bajo el sol.
Con esto no pretendo hacer un juicio de valor con connotación negativa. Tal como a menudo describe el profesor Fermo, “para cambiar primero hay que existir”, y en Argentina, probablemente hoy para existir, haya que caer -al menos en parte- en territorio populista.
Pero no por ello dejaré de señalarlo.
Si no me creen, vean en este link la expresión de Sturzenegger que les adelanté al inicio de la nota, cuando una periodista de un medio nacional realizó una pregunta bastante incómoda.
La expresión de Federico Sturzenegger lo dice todo. Literalmente, el titular del BCRA pasó a un 2do plano. De hecho, ni siquiera anunció la noticia probablemente más relevante del último año de su propia área.
Así, por la forma en la que se anunció el tema y la expresión de la cabeza del Banco Central, queda claro que la autoridad monetaria ha perdido la batalla.
La dominancia política se ha impuesto por sobre la consistencia fiscal y monetaria. El macrismo, con 2019 entre ceja y ceja, se ha kirchnerizado, y de hecho, lo ha anunciado públicamente, sin tapujos.
Dólar también en máximos
En este contexto, con un macrismo reconociendo su kirchnerización de facto, y en medio del pico estacional de demanda de divisas, el tipo de cambio ha sufrido un salto notable, tocando casi ARS 19.50 por USD durante la jornada del 28/12.
De esta manera, se acumuló una depreciación máxima del 10.6% en menos de un mes, y, si bien todavía estamos dentro de niveles “normales” de depreciación, dado que en el acumulado el peso argentino perdió un 18,5% de valor frente al dólar americano en 2017 -por debajo del 24% del IPC- lo cierto es que nadie esperaba un movimiento tan brusco durante los últimos días de diciembre.
En mi opinión, difícilmente se hubiera dado semejante movimiento del tipo de cambio sin los disturbios en torno a la reforma previsional, en primer lugar; y en segundo, sin el muy revelador anuncio de Marcos Peña y sus súbditos durante la jornada del 28 de diciembre.
¿Qué esperar hacia adelante?
Resumiendo un poco. Creo para 2018-2019 podríamos esperar lo siguiente:
• mayor inflación: seguramente veamos unas expectativas de inflación para 2018 y 2019 subiendo fuerte en el Relevamiento de Expectativas del BCRA correspondiente a enero 2018,
• menores tasas: con Sturze consolidándose como el nuevo “4 de copas” del gabinete económico, difícilmente pueda mantener tasas reales tan altas. Más allá de no estar de acuerdo con que dicha política sea efectiva para bajar la inflación de manera sostenible, estimo los grados de libertad para ejecutar políticas disminuirán de manera significativa durante los próximos meses,
• mayor depreciación del tipo de cambio: el salto en la curva de futuros de dólar así lo está empezando a reflejar,
• mayor dificultad para renovar la totalidad el stock de LEBAC: Sturze finalmente tendrá que vestirse de “Goyco” en las licitaciones mensuales,
• y un gasto público volando, sobre todo en 2019.
Con todo, el Merval ahora cuenta con un atractivo renovado. No debería sorprender a nadie continúe ralliando, incluso después de haber superado los 30.000 puntos, en un contexto donde se espera un mayor nivel de actividad para los próximos 20 meses.
Reitero, esto no es para nada menor. Con la pasividad fiscal de “estatua” Dujovne, y Sturze como el nuevo “4 de copas”, el socialismo camaleónico del PRO tiene pista libre para kirchnerizarse de manera radical, de la mano de Marquitos Peña. Y eso es justamente lo que está priceando tanto el Merval como el mercado de cambios.
Hasta la semana próxima,
Juan Ignacio Fernández
Para CONTRAECONOMÍA
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