Excepcional es el desafío del fanatismo islámico a la cultura de las tres colinas: Partenón, Capitolio, Gólgota (Democracia, Derecho, Humanismo Cristiano) y excepcionales son las medidas de seguridad barajadas en el debate abierto a escala europea. El otro término de la ecuación es la libertad. El primer ministro de Francia, Manuel Valls, lo ha sabido expresar muy bien. Por puro reduccionismo. Anuncia que su Gobierno se dispone a tomar “medidas excepcionales” contra el terrorismo. “Pero no de excepción”, precisa.
De acuerdo. Por excepcionales que sean nunca lo serán hasta el punto de sacrificar las libertades del ciudadano en algo parecido al llamado estado de excepción. En todo caso, la disputa brota sobre el desacuerdo al decidir cuándo y en qué condiciones se entiende que una o varias libertades han sido sacrificadas en aplicación de tal o cual medida.
Por su parte, el presidente de Francia, François Hollande, volvió a referirse a las víctimas de los crueles atentados de Paris: “Han muerto para que sigamos siendo libres”. Yo diría que seguimos siendo libres a pesar de esas muertes. Seguimos siendo libres aunque unos fanáticos quieran impedirlo con sus criminales ataques al reino de las tres colinas (la de Atenas, la de Roma y la de Jerusalén), donde aprendimos que libertad y seguridad van juntas, son inseparables, como las hermanas gemelas, la sartén y el mango, los dos términos de una sola ecuación. No hay libertad sin seguridad y esta es condición de aquella.
Siempre se pulsan las alarmas en defensa de la libertad cuando se habla de endurecer las medidas de seguridad a fin de ponérselo difícil a los malos. Debate viciado de origen si se afronta con el prejuicio de que el sistema legítimamente constituido y de acreditada fe en el imperio de la ley, lo que en realidad quiere es amargarle la vida a los ciudadanos so pretexto de protegerles. Un temor infundado y de baja percepción en el sentir de las opiniones públicas en sistemas democráticos básicamente sanos, como el nuestro.
Es evidente que no se trata de recortar libertades sino, justamente de lo contrario, de garantizarlas. Otra cosa es el aprovechamiento político de estos debates. La experiencia, al menos en España, evoca casos de postureo en nombre de libertades supuestamente amenazadas. Lo hizo el PP frente al PSOE con la “patada en la puerta” de Corcuera. Y lo hizo el PSOE frente al PP con la “patada en la boca” de Fernández Díaz.
Y ahora volvemos a pasarnos el día hablando del registro de pasajeros, las cámaras de televisión en lugares públicos, la posibilidad de retirar el documento de identidad a un sospechoso, el endurecimiento de los controles en el espacio Schengen, los registros, el intercambio de información, etc. Se trata de recortar las libertades de los presuntos terroristas, y no las nuestras. Si no se entiende, acabaremos legislando con complejos infundados y habremos hecho un mal negocio.
Veámoslo así: nuestro miedo al recorte de las libertades favorece las libertades de los fanáticos para moverse, reunirse, asociarse, dotarse de armas y planear los atentados a sus anchas.
* El autor, comentarista político en Onda Cero, Antena 3 TV y Televisión Española. Antonio Casado es socio fundador de El Confidencial.
FUENTE: El Confidencial - http://blogs.elconfidencial.com/espana/al-grano/2015-01-14/libertad-y-seguridad-hermanas-gemelas_621513/?utm_source=www.elconfidencial.com&utm_medium=email&utm_campaign=Boletines+ElConi
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