Estamos ante dos grandes desafíos: conocer los intríngulis de la muerte de Nisman y, la verdad sobre la responsabilidad de los imputados en la grave denuncia formulada por el difunto fiscal. |
Por: Aldo Norberto Bonaveri
Sin lugar a duda la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman quedará en la historia del país como una de sus páginas más negras.Mucho se ha escrito, otro tanto hemos visto y escuchado, pero aún ignoramos los misterios que se ocultan detrás de tan terrorífico final. Empero es menester conocer toda la verdad; la salud de la república y la credibilidad del pueblo requieren que la investigación resulte impecable y elocuente, develando los enigmas que anteceden a la bala ultimadora.
Por el momento sólo existen diversas hipótesis, múltiples suposiciones y, un cúmulo de interpretaciones que se asociación a intencionados relatos. El cuadro de situación está impregnado de conmoción y desconcierto, en virtud de ello impera en gran parte de la sociedad una marcada suspicacia.
Tras el luctuoso desenlace sale a luz la carencia de control sobre el funcionamiento de los servicios de inteligencia, los que evidencian que se desenvuelven a su libre albedrío y con peculiaridades “non sanctas”.
La desempeño de roles diferentes para los que fueron creados estos organismos, la ineficiencia que exponen las fuerzas de seguridad y el cuestionamiento del que son objeto determinados sectores judiciales, explican la categórica frustración como país de no haber “sabido” esclarecer el atentado a la AMIA, a 20 años de acontecido. Al referirnos a este episodio tan catastrófico, resulta insoslayable citar el ignominioso acuerdo firmado con Irán, el que significa uno de los exabruptos más grotescos e infamantes de la política exterior argentina de todos los tiempos.
Los entresijos del escenario no permiten por el memento, saber a ciencia cierta si se trató de un suicidio (voluntario o inducido) o un asesinato, ni tampoco quien/es los instigadores o autores intelectuales, pero si se puede advertir que hay muchos funcionarios “tocados” por la denuncia del fiscal, en tanto que las escuchas reveladas en la semana dejan comprometidos en cuanto a su oscuro accionar, a los participantes de esas conversaciones.
Si bien el infausto epilogo del fiscal ocupa por estos días la máxima atención, no por ello pierde relevancia la denuncia efectuada por Alberto Nisman, en contra de varios conspicuos funcionarios y referentes kirchneristas, incluida la propia presidente de la Nación, Cristina Fernández, acusados de haber convenido con Irán la entrega de petróleo a cambio de la impunidad de los inculpados por el ataque terrorista; lo constituye una imputación de magnitud inusitada. Basta decir que en la historia Argentina ningún jefe de Estado en funciones, fue delatado de ser encubridor de un atentado terrorista.
La presentación del fiscal Nisman, está en consonancia con la aseveración del difunto periodista Pepe Eliaschev en marzo de 2011, quien es su oportunidad denunció la suspensión de las investigaciones por la destrucción de la AMIA, a partir de transacciones entre el canciller Héctor Timerman con el régimen de Mahmoud Ahmadinejad (entonces presidente de Iran).
La avanzada del extinto los compromete como encubridores del atentado, a la vez que requiere investigue a la Presidente, al canciller, al diputado y capitoste de La Cámpora Andrés Larroque, a personal de la Secretaría de Inteligencia “SI”, al piquetero Luis D’Elía, al cabecilla de Quebracho Fernando Esteche y al iraní Jorge Yussuff Khalil.
El comportamiento de la presidente evidencia el gran nerviosismo que le causó la acusación y, la actitud seguida para referirse a la muerte del fiscal revela incongruencias. En su primera carta (publicada en Facebook) en la que prevalecieron citas autorreferenciales, habló sin tapujos de suicidio.
A 48 horas de la primera misiva, por la misma red social publicó una segunda carta; en una inesperada voltereta calificó la muerte de Nisman de asesinato, aduciendo una conspiración en la que apuntaban a ella. Expresando que el fiscal sólo había sido utilizado.
Entre una y otra epístola legisladores del Frente para la Victoria y funcionarios salieron a respaldar la teoría del suicidio, por lo que el imprevisto giro de Cristina Fernández sorprendió tanto a propios como a extraños, poniendo de manifiesto la confusión reinante en las huestes oficialistas.
Lo cierto es que estamos ante dos grandes desafíos: conocer los intríngulis de la muerte de Nisman y, la verdad sobre la responsabilidad de los imputados en la grave denuncia formulada por el difunto fiscal. El pueblo ya sabe de qué se trata, ahora exige conocer la verdad.
DESDE PREGON AGROPECUARIO, ENVIADO POR SU AUTOR http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=6091#QzJjoL5FWMliD9Ql.99
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