Está claro que no estamos en un terremoto, pero la tierra comienza –lentamente- a moverse. Al ver el nivel de deuda del país, sabemos que nos encontramos en rangos todavía saludables.
Actualmente, el ratio se ubica en 45,6% del PBI, una cifra baja si lo comparamos con vecinos regionales como Uruguay (62,8%) o Brasil (58,91%). Más baja aún es si la analizamos contra los líderes económicos mundiales: Estados Unidos (101,53%), China (91,9%) y Japón (230%).
¿Por qué el alarmismo entonces?
Lo que cambió fue la filosofía de vida... El kirchnerismo llegó al poder con la promesa de mantener superávits gemelos. Dicho de otra manera, el dinero que entraba por exportaciones debía ser menor al que se iba con las importaciones; y lo que gastaba el Gobierno debía ser menor que lo que ganaba.
Veamos lo que está sucediendo con la primera promesa.
Los centímetros que alcanzamos a tener la cabeza por encima del agua se lograron de manera artificial: con trabas a las importaciones.
En la otra cara de la moneda, sólo entre enero y junio de este año, el rojo de las cuentas públicas llegó a $91.260 millones, un 160% por encima del alcanzado en 2014 y un 56% mayor al calculado para todo el año.
Es decir, la otra pata, el superávit fiscal, ya fue comida por las termitas.
Algunos dirán que no es cierto, que las cuentas dan bien, pero eso sólo sucede cuando se incluye el apoyo económico del Banco Central y de la ANSES al Ejecutivo. Son ellos los que pagan la cuenta.
Crece la deuda, no extranjera, pero sí intra-sector público. Es exactamente el punto de esta columna…
Se despierta la deuda
El hecho de que el país vuelva a endeudarse –y no para un despegue desarrollista, precisamente- es una mala noticia para la economía, pero no necesariamente para el inversor.
Hoy leía esta nota en Ámbito Financiero y me puse a pensar los acontecimientos de los últimos meses:
Argentina se juega hoy ante Griesa una nueva emisión de Bonar 24
La Argentina concurre hoy a una nueva audiencia ante Thomas Griesa contra los fondos buitre con la mira en un objetivo central en su estrategia financiera de aquí a las elecciones: poder despejar la incógnita sobre si se podrá colocar una nueva emisión de Bonar 24 a una tasa de interés de un dígito en dólares y por unos US$ 1.500 millones antes del vencimiento del 3 de octubre del Boden 2015.
El Gobierno se vio obligado a emitir deuda para financiar su elevado gasto. Esto es un guiño par aquellos que buscan nuevas alternativas de inversión.
Dentro de las alternativas, está el mencionado Bonar 2024 (código AY24). Es un en dólares, pero que se puede comprar con moneda nacional y que le paga 8,75% anual de interés pero en dólares billetes, en dos pagos semestrales de 4,375%, lo que constituye uno de los rendimientos más atractivos del planeta.
Esta opción es una alternativa más adecuada quienes tienen una visión de largo plazo, ya que a corto plazo su rendimiento es menor. Pero no es la única opción.
Un fuerte abrazo, Ignacio
Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
Actualmente, el ratio se ubica en 45,6% del PBI, una cifra baja si lo comparamos con vecinos regionales como Uruguay (62,8%) o Brasil (58,91%). Más baja aún es si la analizamos contra los líderes económicos mundiales: Estados Unidos (101,53%), China (91,9%) y Japón (230%).
¿Por qué el alarmismo entonces?
Lo que cambió fue la filosofía de vida... El kirchnerismo llegó al poder con la promesa de mantener superávits gemelos. Dicho de otra manera, el dinero que entraba por exportaciones debía ser menor al que se iba con las importaciones; y lo que gastaba el Gobierno debía ser menor que lo que ganaba.
Veamos lo que está sucediendo con la primera promesa.
Los centímetros que alcanzamos a tener la cabeza por encima del agua se lograron de manera artificial: con trabas a las importaciones.
En la otra cara de la moneda, sólo entre enero y junio de este año, el rojo de las cuentas públicas llegó a $91.260 millones, un 160% por encima del alcanzado en 2014 y un 56% mayor al calculado para todo el año.
Es decir, la otra pata, el superávit fiscal, ya fue comida por las termitas.
Algunos dirán que no es cierto, que las cuentas dan bien, pero eso sólo sucede cuando se incluye el apoyo económico del Banco Central y de la ANSES al Ejecutivo. Son ellos los que pagan la cuenta.
Crece la deuda, no extranjera, pero sí intra-sector público. Es exactamente el punto de esta columna…
Se despierta la deuda
El hecho de que el país vuelva a endeudarse –y no para un despegue desarrollista, precisamente- es una mala noticia para la economía, pero no necesariamente para el inversor.
Hoy leía esta nota en Ámbito Financiero y me puse a pensar los acontecimientos de los últimos meses:
Argentina se juega hoy ante Griesa una nueva emisión de Bonar 24
La Argentina concurre hoy a una nueva audiencia ante Thomas Griesa contra los fondos buitre con la mira en un objetivo central en su estrategia financiera de aquí a las elecciones: poder despejar la incógnita sobre si se podrá colocar una nueva emisión de Bonar 24 a una tasa de interés de un dígito en dólares y por unos US$ 1.500 millones antes del vencimiento del 3 de octubre del Boden 2015.
El Gobierno se vio obligado a emitir deuda para financiar su elevado gasto. Esto es un guiño par aquellos que buscan nuevas alternativas de inversión.
Dentro de las alternativas, está el mencionado Bonar 2024 (código AY24). Es un en dólares, pero que se puede comprar con moneda nacional y que le paga 8,75% anual de interés pero en dólares billetes, en dos pagos semestrales de 4,375%, lo que constituye uno de los rendimientos más atractivos del planeta.
Esta opción es una alternativa más adecuada quienes tienen una visión de largo plazo, ya que a corto plazo su rendimiento es menor. Pero no es la única opción.
Un fuerte abrazo, Ignacio
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