A menudo me sorprenden la ignorancia y prejuicios de los tertulianos de los programas de televisión, sobre todo de los que se alinean con las tesis más populistas.
Todos estos tertulianos comparten un error a la hora de hablar de economía, y es su tendencia a interpretarla como un sistema con una capacidad de generar un nivel de riqueza determinado, donde el aumento de la renta de un individuo o colectivo va en detrimento de otra parte.
Esta visión marxista de la realidad, en el que las clases sociales luchan encarnizadamente por hacerse con los recursos productivos, es espantosamente anticuada pero parece ser la norma en estos programas con audiencias millonarias.
Como puede imaginar, la realidad económica es muy diferente a como estos tertulianos la plantean.
Gracias a los avances tecnológicos, la capacidad de generar riqueza de las economías de mercado es creciente. Dicho de otra manera: para que uno se enriquezca no tiene que quitarle nada a nadie, tan solo tiene que encontrar la manera de proveer determinado bien o servicio con un mayor valor al que lo provee el mercado.
Para comprobar esto solo hace falta mirar a las economías emergentes: gracias al progreso económico todos los estratos sociales se ven favorecidos por el crecimiento económico y la desigualdad tiende a disminuir.
Colombia, Vietnam, China… son ejemplos que demuestran cómo del progreso económico surge una sociedad más próspera con una clase media numerosa.
En España, sin embargo, ocurre algo diferente. La severidad de la crisis ha sido tal que, mientras que los más ricos consiguieron aumentar su nivel de renta en los últimos años, los más pobres han visto cómo sus ingresos se reducen desde que estalló la crisis hace siete años.
Esta realidad ha provocado que esta visión marxista de la economía –la lucha entre proletariado y burguesía por hacerse con los recursos- esté calando en el espectro de la población más desfavorecida por la crisis.
La idea de que “somos más pobres y hay más desigualdad porque los ricos y los políticos se lucran a costa del pueblo” goza de popularidad, pero es totalmente equivocada.
La realidad es que el gran culpable de la desigualdad en España no es la corrupción o el aumento de las rentas de capital.
El gran culpable es sin lugar a dudas el elevado desempleo.
La causa de la desigualdad es el desempleo
España es, tan solo por detrás de la malograda Grecia, el país de la Unión Europea con una mayor tasa de paro, cercana al 23%
El colectivo que más está sufriendo el paro son los menores de 25 y mayores de 45 años con baja formación. Este perfil se corresponde igualmente con los ciudadanos con menor renta.
La relación entre estos dos aspectos es real y causal. Al depender estos colectivos de las rentas de trabajo (que los más ricos complementan y a veces incluso suplementan con rentas del capital), la falta de un ingreso regular por la situación de desempleo desemboca en graves problemas económicos, que son los que aún padece una parte importante de la población.
La solución para corregir la desigualdad no es expropiar o subir los impuestos de manera desmedida. Esto solo provocaría que se abrieran menos empresas y se crearan menos puestos de trabajo, propiciando el efecto contrario al deseado.
La solución para tener una sociedad con menor desigualdad es crear empleos.
Así de simple. Más empleos significa más rentas del trabajo; y estas rentas se concentran en las clases bajas y medias, favoreciendo una mayor igualdad en la que todos los estratos sociales salen mejor parados.
Durante los últimos 20 años ha sido durante los gobiernos socialistas cuando más ha crecido la desigualdad entre ricos y pobres por la destrucción de puestos de trabajo. No es algo intencionado, obviamente, pero es algo real.
Paradójicamente, y a pesar de que siempre se les ha atribuido obrar en favor de los ricos y los poderosos, ha sido durante los gobiernos del Partido Popular cuando más empleo se ha creado y cuando más se ha reducido la desigualdad entre clases sociales.
Esto no encaja con lo que incansablemente escucha en las tertulias de televisión, ¿verdad?
La política más social que existe es crear puestos de trabajo. Sin embargo, a menudo son los que más daño hacen a los más pobres los que se llenan la boca con demagogia barata. Como se puede dar cuenta, en política y en economía, la realidad no siempre es lo que parece.
Un cordial saludo, Alberto Redondo
Todos estos tertulianos comparten un error a la hora de hablar de economía, y es su tendencia a interpretarla como un sistema con una capacidad de generar un nivel de riqueza determinado, donde el aumento de la renta de un individuo o colectivo va en detrimento de otra parte.
Esta visión marxista de la realidad, en el que las clases sociales luchan encarnizadamente por hacerse con los recursos productivos, es espantosamente anticuada pero parece ser la norma en estos programas con audiencias millonarias.
Como puede imaginar, la realidad económica es muy diferente a como estos tertulianos la plantean.
Gracias a los avances tecnológicos, la capacidad de generar riqueza de las economías de mercado es creciente. Dicho de otra manera: para que uno se enriquezca no tiene que quitarle nada a nadie, tan solo tiene que encontrar la manera de proveer determinado bien o servicio con un mayor valor al que lo provee el mercado.
Para comprobar esto solo hace falta mirar a las economías emergentes: gracias al progreso económico todos los estratos sociales se ven favorecidos por el crecimiento económico y la desigualdad tiende a disminuir.
Colombia, Vietnam, China… son ejemplos que demuestran cómo del progreso económico surge una sociedad más próspera con una clase media numerosa.
En España, sin embargo, ocurre algo diferente. La severidad de la crisis ha sido tal que, mientras que los más ricos consiguieron aumentar su nivel de renta en los últimos años, los más pobres han visto cómo sus ingresos se reducen desde que estalló la crisis hace siete años.
Esta realidad ha provocado que esta visión marxista de la economía –la lucha entre proletariado y burguesía por hacerse con los recursos- esté calando en el espectro de la población más desfavorecida por la crisis.
La idea de que “somos más pobres y hay más desigualdad porque los ricos y los políticos se lucran a costa del pueblo” goza de popularidad, pero es totalmente equivocada.
La realidad es que el gran culpable de la desigualdad en España no es la corrupción o el aumento de las rentas de capital.
El gran culpable es sin lugar a dudas el elevado desempleo.
La causa de la desigualdad es el desempleo
España es, tan solo por detrás de la malograda Grecia, el país de la Unión Europea con una mayor tasa de paro, cercana al 23%
El colectivo que más está sufriendo el paro son los menores de 25 y mayores de 45 años con baja formación. Este perfil se corresponde igualmente con los ciudadanos con menor renta.
La relación entre estos dos aspectos es real y causal. Al depender estos colectivos de las rentas de trabajo (que los más ricos complementan y a veces incluso suplementan con rentas del capital), la falta de un ingreso regular por la situación de desempleo desemboca en graves problemas económicos, que son los que aún padece una parte importante de la población.
La solución para corregir la desigualdad no es expropiar o subir los impuestos de manera desmedida. Esto solo provocaría que se abrieran menos empresas y se crearan menos puestos de trabajo, propiciando el efecto contrario al deseado.
La solución para tener una sociedad con menor desigualdad es crear empleos.
Así de simple. Más empleos significa más rentas del trabajo; y estas rentas se concentran en las clases bajas y medias, favoreciendo una mayor igualdad en la que todos los estratos sociales salen mejor parados.
Durante los últimos 20 años ha sido durante los gobiernos socialistas cuando más ha crecido la desigualdad entre ricos y pobres por la destrucción de puestos de trabajo. No es algo intencionado, obviamente, pero es algo real.
Paradójicamente, y a pesar de que siempre se les ha atribuido obrar en favor de los ricos y los poderosos, ha sido durante los gobiernos del Partido Popular cuando más empleo se ha creado y cuando más se ha reducido la desigualdad entre clases sociales.
Esto no encaja con lo que incansablemente escucha en las tertulias de televisión, ¿verdad?
La política más social que existe es crear puestos de trabajo. Sin embargo, a menudo son los que más daño hacen a los más pobres los que se llenan la boca con demagogia barata. Como se puede dar cuenta, en política y en economía, la realidad no siempre es lo que parece.
Un cordial saludo, Alberto Redondo
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