El régimen, firme en su errónea orientación y conducción, ha degradado a un país rico en recursos naturales llevándolo a la bancarrota económica, al empobrecimiento de la población, a la desinstitucionalización, la anarquía, a un éxodo humano sin precedentes, y al más absoluto irrespeto a la convivencia social, a los Derecho Humanos y al Estado de Derecho.
La clase media, otrora fuerte y próspera, es víctima de una acelerada pauperización, como lo ilustra el hecho de que una jubilación de un ex directivo de PDVSA, de un calificado profesor universitario o ex Embajador, puede rondar en los US$ 20 mensuales, calculados al envilecido tipo de cambio de Bs 690 por dólar. Nada más cercano pues a la realidad cubana, donde ese monto es representativo de los ingresos salariales. Ello, se ve agravado por el desabastecimiento en niveles propios de una economía de guerra, superior al 60%, pero para el régimen gobernante, los culpables son la Embajada de los Estados Unidos, Uribe o los empresarios privados, quienes por el contrario se ven acosados por los controles de precios y de divisas para importar insumos, como es el caso emblemático de Empresas Polar, a la cual habría que honrar por su tenacidad y capacidad de supervivencia en un entorno tan adverso. El régimen solo sueña con expropiar o llevar a la quiebra a Polar, para extender a esa organización los tentáculos del fracaso, como toda actividad en la que coloca sus corruptas e incompetentes manos. Entre tanto, la desesperación y el hambre del pueblo han ocasionado cerca de 60 saqueos a negocios o abastos, que podrían encender chispazos de convulsión social. Ya no hay billetes que alcancen, pues el de mayor denominación, el de Bs. 100, equivale a apenas US$ 0,15, todo ello en medio de una espiral inflacionaria, que este año será cercana a 180%, pero que según analistas podría llegar en 2016 a 600 u 800%, si el Banco Central sigue imprimiendo dinero inorgánico para financiar a PDVSA y al gasto público. Entre tanto, el BCV no publica cifras de inflación desde hace ocho meses, contrariando disposiciones legales, siendo posible que el gobierno enfrente serias dificultades para honrar la deuda pública el año próximo.
El ambiente político es también asfixiante. Si bien las encuestas coinciden en que el régimen se encuentra en el peor momento de aceptación popular en sus 16 años de desastre, y que por tanto perdería las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, es obvio que se profundiza el fraude a través de un Consejo Nacional Electoral conformado por activistas del partido oficialista, un Registro Electoral Permanente que es una caja negra inaccesible con millones de votantes fantasmas, o modificando los circuitos electorales para distorsionar la capacidad de elección de curules en distintos Estados de la República, o con máquinas de votación manipulables según los expertos, o con ventajismo en el uso de los recursos del Estado, o inhabilitando a destacados candidatos de la oposición, entre ellos la valiente María Corina Machado, y finalmente mediante la coacción al pueblo, al cual se obliga a votar por el oficialismo, subyugándolo merced al gigantismo estatal del modelo castrocomunista. En otras palabras, con un Estado hipertrofiado, empleador, repartidor de dádivas, subsidios y cultura del ocio, que hasta para otorgar una jubilación, una vivienda o un empleo, obliga a demostraciones de apoyo con su voto y los del entorno familiar en favor del oficialismo. Es significativo que una encuestadora ajena a sospechas de sesgos opositores, Datanálisis, muestra en su última entrega hecha pública el pasado 13 de agosto, que el apoyo a Maduro cayó en julio a 24,3%, en tanto que un 70,4 por ciento desaprueba su gestión y casi 9 de cada 10 consultados creen que la situación del país es negativa. Las cifras hablan pues por sí solas.
De otra parte, es inocultable la degradación moral, expresada en la pérdida de referentes, agresividad, irrespeto a las normas de urbanidad, civismo, tránsito, corrupción generalizada, violencia, suciedad, impunidad, todo lo cual aniquila la calidad de vida, generando postración psicológica, desesperanza, y sensación en la población pensante de que hay que marcharse del país, lo cual es en el fondo lo que el régimen desea. En una oportunidad el difunto Chávez dijo con vehemencia: “váyanse los que no estén de acuerdo, que yo me quedo con el país y con el pueblo”.
Pero quizás lo más grave es la limitación a los derechos políticos de la disidencia, o las restricciones impuestas a la libertad de expresión e información, evidenciada en el cierre o compra de medios de comunicación, en la autocensura, o en la no entrega de divisas para la importación de papel a periódicos independientes que sobreviven, como El Nacional, El Impulso, El Carabobeño, Tal Cual o El Diario del Caroní, ya próximos a la quiebra o al cierre por inviabilidad económica o falta de papel. Existe un “black out” informativo en el país, con una abrumadora cobertura de parte de los medios oficialistas. Es además inaceptable, por inconstitucional e impropio, escuchar de boca del Ministro de la Defensa, General Vladimir Padrino el día de la independencia nacional, que “esta FANB es chavista”, tras reafirmar “lealtad, apoyo y compromiso en la defensa del Gobierno del presidente Nicolás Maduro”, y subrayar “la condición antimperialista de la FANB”.
Producen también perplejidad algunas manifestaciones en el estamento gubernamental de que en el país se respetan los Derechos Humanos y las libertades, siguiendo la cartilla cubana, la cual en medio del totalitarismo sigue proclamando, como lo hizo el Canciller Bruno Rodríguez el pasado 14 de agosto en el acto de apertura de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, ante John Kerry, que el país caribeño “se siente muy orgulloso por su ejecutoria de las garantías de los DD.HH., libertades civiles y derechos políticos”. ¿Habrase visto semejante cinismo? ¿No es la misma tónica del desafortunado Maduro y de su Defensor del Pueblo, quien fuera corredactor del capítulo de DDHH en la Constitución de 1999, y hoy justifica no pocas atrocidades?
Es pues la libertad el valor supremo que hay que defender en Venezuela con toda la determinación posible. La Constitución ofrece las vías legales para ello, pese al desconocimiento del régimen a los derechos políticos de tantos ciudadanos. Si bien el camino electoral ofrecería en esta oportunidad una salida política a la crisis, no hay garantías de que se reconozcan los probables resultados adversos al régimen. El país debe prepararse para defender su voluntad y derechos. La unidad opositora sigue siendo un deseo, pero debe estar guiada por encima de intereses grupales o personales de quienes asumen posturas condescendientes con el régimen, en aras de espacios de poder. En esta etapa se impone el desconocimiento cívico de toda postura oficialista que niegue la voluntad popular en los comicios, o el régimen de libertades que el país anhela.
Cierro esta entrega, la cual es expresión de mis más íntimos desahogos, con algunas referencias a la libertad y a la dignidad del hombre que deben inspirar las ejecutorias de los demócratas y personas de bien en Venezuela y en el mundo.
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ofrece las siguientes acepciones del concepto de libertad:
Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
Estado o condición de quien no es esclavo.
Estado de quien no está preso.
Falta de sujeción y subordinación.
Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.
Algunos pensadores y la Iglesia, se han expresado a lo largo de la historia en los siguientes términos:
“La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida de los hombres”: Simón Bolívar.
“La libertad está en ser dueños de nuestra propia vida”: Platón
“La libertad es la esencia de la vida”: José Martí
“La raza humana se encuentra en la mejor situación cuando posee el más alto grado de libertad”: Dante Alighieri
“Nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean”: San Agustín.
“Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía”: Thomas Jefferson.
“Oh Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”. Marie-Jeanne Roland, girondina guillotinada en París el 8 de noviembre de 1793.
“Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Cor 3, 17). Esta revelación de la libertad y de la verdadera dignidad del hombre adquiere un significado particular para los cristianos y para la Iglesia en estado de persecución…” (Dominum et Vivificantem, n. 60).
“En toda convivencia humana, bien organizada y fecunda, se debe colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es persona..; y por lo tanto, de esa misma naturaleza nacen directamente al mismo tiempo derechos y deberes que, por ser universales e inviolables, son también absolutamente inalienables”. Juan Pablo II, Encíclica Pacem in Terris.
Luchemos pues denodadamente, unidos quienes creemos en los valores superiores de la libertad, y con el apoyo del pensamiento democrático y auténticamente progresista en el mundo, por el rescate de la libertad y la dignidad del hombre en la sufrida Venezuela, la cual se erige hoy como un monumento a su conculcación y represión, que se estudiará en el futuro como uno de los casos más tristes y desoladores de la historia.
http://www.hacer.org/latam/venezuela-libertad-y-dignidad-del-hombre-por-pedro-carmona-e/?utm_content=buffera7fc9&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
DESDE HACER
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