La actuación más que clara y contundente de esa gran mayoría de venezolanos que una vez más demuestra en cualquier terreno, bien sea la lucha valiente en las calles o la cívica en las urnas, lo que tiene muy claro desde hace tiempo: El derrotar a esta tiranía castro-comunista, albergue de corruptos y miserables que hoy son aborrecidos por toda la nación.
De allí una frase del acertado Káiser Daniel Thimann “No hay dictadura que resista a una orquestación de tripas”. Ese pueblo al que le mentía Chávez, al que soborna maduro, al que utilizan según sus intereses los partidos políticos, y al que reprimen cruelmente los aberrados colectivos, milicianos y la podrida GNB, despertó al sentir venezolano y lo llevo a un aprendizaje donde se ha transformado de simple “pueblo” al de “ciudadano”.
El pueblo aprendió la lección de una forma amarga y dolorosa como todo aprendizaje de crecimiento social. Ese ahora ciudadano, ayer ratificó valerosamente con esa conducta cívica, muy lejos de ser cobarde, que perdió el miedo desde hace rato, y que perdió la ciega credulidad ante tanta distracción de diálogos nacionales y de propuestas internacionales.
El ciudadano ratificó su inquebrantable voluntad de vivir en libertad y en democracia, y que está dispuesto a volver a las calles para defender este triunfo cívico por el honor de los caídos en esta sangrienta lucha contra el castro-comunismo, pues los lacayos de esta tiranía son simples acólitos de la Habana, evidenciado en un grotesco acto donde se enaltecía a los derrotados guerrilleros venezolanos pro-castristas y donde la actual cúpula militar aplaudía a rabiar, el asesinato de sus nobles antecesores. Un espectáculo digno de la mayor repulsa.
La disposición del ciudadano venezolano en esta última etapa por el rescate de la democracia y la libertad, es irreversible, a pesar de las obstrucciones. Esa sangre que los héroes de la independencia regaron en la tierra, hoy se vierten en el asfalto, pero sigue siendo suelo patrio. El protagonista insustituible es el ciudadano de todos los rincones del país, ese que ha puesto los muertos y los heridos, a quien no hubo que convocarlo, ni trasladarlo, ni aprovisionarlo, que fue de forma espontánea y decidida, con sus propios recursos, con su sudor y sus lágrimas, por el honor de sus muertos, desmontando esa falacia de que el pueblo es Chavista y revolucionario.
La valiente venezolana María Corina Machado fue muy explícita, “Este es un triunfo del ciudadano, no de los partidos políticos “yel aguerrido capitán Carlos Guyón, expresó “que los dirigentes deben hilar muy fino, porque si no están a la altura de esta clara situación, otros líderes asumirán las circunstancias a riesgo inclusive de perder la vida”.
Hay ya una clara advertencia al respecto, pues no es cuestión de cifras, es sabido de la amenaza de la tiranía a los empleados públicos y a las zonas más humildes del país, pero la cuenta es regresiva, este mensaje debe conllevar a la asamblea nacional a llamar al 333 y al 350, sin más dilaciones. La hora cero está más que justificada y legitimada. Las circunstancias exigen sobriedad y prontitud, pero también de mucho coraje y determinación por el rescate de la Venezuela democrática, de progreso y de bienestar que anhelamos.
ENVIADO POR SU AUTOR DESDE VENEZUELA
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