Es muy difícil que se pueda encontrar a un gobierno democrático que sea perfecto. Siempre tendrá algún que otro “forúnculo” que le reste reconocimiento en su gestión. Algunos políticos creen que por la sola razón de haber sido electos por el voto popular, les es suficiente, como para autocalificarse de ser un gobierno democrático, cuando por el contrario, aún la misma democracia, tiene algunos “susu`á revípe” (en guarani-jesuitico significa: “grano en el traste”) como dice el refranero popular en nuestra región, del que por diversos y variados motivos es difícil remediarlos.
“El Presidencialismo”, es una especie de forúnculo para toda gestión del gobierno, y en cierta forma, dañino para la democracia, cuando existe un exceso de protagonismo del presidente, que minimiza y coarta la gestión de sus colaboradores y de los demás poderes del Estado. En Latinoamérica, los gobiernos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, son el ejemplo de gobiernos, donde el protagonismo lo tienen todo el tiempo los presidentes. Los Ministros o altos ejecutivos del gobierno solo hacen lo que el presidente les ordena. No son capaces de tener personalidad ni iniciativa propia, para actuar y resolver los problemas. El presidente además viaja con frecuencia al exterior y además utiliza los medios de comunicación con bastante periodicidad, y es poco el tiempo que le queda para planificar, jerarquizar, crear, resolver, meditar, evaluar, revisar, comprobar, corregir y apoyar. Siempre premia la lealtad en lugar de la capacidad y la experiencia de sus colaboradores, el trabajo se individualiza, la gestión no se hace en equipo y el presidente no delega; por lo que es obvio que así los problemas y atrasos en las gestiones se multiplican.
Otro grano molesto es la “Exclusión”. Son los gobiernos, que cuando ganan alguna elección, se olvidan de que fueron electos para gobernar a todos los ciudadanos del país, incluso, cuando el presidente electo es miembro de algún partido político en particular, o es apoyado por una coalición de partidos políticos, está obligado por la Constitución, a trabajar para todos los ciudadanos, no para un sector. Es esencial consultar a las minorías, las leyes más importantes que puedan afectar negativamente a sectores minoritarios del país. Deben ser consultadas, discutidas y revisadas con las minorías políticas, antes de su promulgación y entrada en vigencia.
Esas son reglas de las democracias que jamás deben ser violadas.
Para que en país exista “Estado de Derecho”, los poderes del Estado, diferentes al poder ejecutivo, deben ser independientes del gobierno, a objeto de que éste sea controlado y tenga contrapesos que permitan que: se garantice la aplicación correcta de la justicia, las elecciones sean transparentes, exista la libertad de expresión incondicionada, se ejerza la defensa de los derechos humanos de los ciudadanos, se evite el abuso de poder, se invierta en lo prioritario y se minimice la corrupción de ese país. En democracia, no es ético que poderes como el Electoral, Judicial, Defensoría del Pueblo y la Fiscalía, tengan dependencia política o reciban lineamientos del poder ejecutivo. Incluso, el Congreso debe tener reglas claras de funcionamiento que eviten la supremacía absoluta de las mayorías sobre las minorías. Mas grano, ya se convirtió en una verruga de las más frecuentes de gobiernos democráticos, que intentan, secuestrar y/o monopolizar a todos los poderes del estado, para gobernar a sus anchas y prolongadamente por tiempo indefinido en el poder. No es casualidad ni coincidencia que el promedio de años en el poder de los presidentes, sea de unos 10 años, y en aumento, cuando en otros países democráticos, este promedio sea de unos 5 años.
“Las Fuerzas Armadas” de cualquier país del mundo, deben ser apolítica. Su rol y responsabilidades, establecidos claramente en la constitución de cualquier país democrático, así lo precisan y lo demandan. Ella se debe a la defensa de la Patria y asegurarse el cumplimiento de la paz interna en el país, según la Constitución y las leyes. La politización de las FF.AA, es otro enorme y purulento grano que le ha salido a la democracia, en el que gobiernos, que además de haber politizado al máximo, la han degradado como institución legítima al nivel más bajo de la historia republicana, además reciben asesoramiento de otras FF.AA. foráneas, lo cual es contradictorio e inaceptable que suceda, en el seno de un gobierno que se considera soberano y democrático.
“La corrupción”, es una constante en casi todos los gobiernos democráticos. Cuando existe un alto nivel de corrupción, gran parte del presupuesto va directamente los bolsillos de los corruptos y se dejan de realizar obras necesarias para el pueblo. Como consecuencia directa, los presupuestos nunca alcanzan, para cumplir con las responsabilidades del gobierno. Una forma acostumbrada para facilitar la corrupción, es la de aumentar la burocracia y los tramites excesivos en la documentación, para determinadas actividades de la vida cotidiana, sea esta económica, de compra venta, identificación, importación, exportación, viajes, otorgamiento de devisas, etc.
Cuando un país tiene alta “inseguridad”, se le hace difícil atraer capitales extranjeros o nacionales para la inversión en nuevas empresas o para la ampliación de las existentes. A países que viven del turismo, se les dificulta atraer visitantes, afectando al negocio del turismo. También implica una alta permisividad e impunidad del crimen organizado. Son países que dejan mucho que decir del sistema judicial del país por su lentitud procesal. Denota la falta de políticas públicas en materia de educación, valores, y entretenimientos para las comunidades. Esta es una de las peores verrugas.
“El control de cambios y divisas”. Es un enorme grano en la nalga, que todo gobierno democrático debería evitar aplicar, porque afectan y atrofian a las economías de los países que lo practican. Ello, por la falta de celeridad en las inversiones y las operaciones de compra venta internacionales. Encarece el costo de los productos que se adquieren del exterior, promueve la corrupción, genera la escasez, contribuye con la inflación, y dificulta los viajes del ciudadano común. La única forma de eliminar los controles, es construyendo una economía sana, prospera y equilibrada; que permita disponer de una moneda fuerte y estable.
Finalmente: Una democracia con tantos granos (nacidos) por extirpar corre el riesgo de que esta y la República se pierdan. Es tiempo que con el voto bien meditado el ciudadano remedie esa cantidad de verrugas/ granos indeseables para la democracia.
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