El enfrentamiento entre EEUU y Corea del Norte está en una zona más peligrosa que en ningún momento anterior en varias décadas. Cada bando ha anunciado una postura firme, ha amenazado al otro y ha subrayado que su posición no es negociable. Cada bando está ahora encajonado, con poco espacio para maniobrar. ¿Cómo salirse de este camino tan peligroso?
La Administración Trump ha cometido un grave error al aumentar su retóricasin una estrategia sólida para respaldarla. Sigue sin estar claro por qué lo ha hecho. En parte, parece que esta Casa Blanca quiere dar marcha atrás en toda política de la era Obama. En parte, es el enfoque indisciplinado que caracteriza tantas otras de las políticas de esta administración, con sus cargos más altos yendo por libre y fanfarroneando. La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas Nikki Haley, por ejemplo, parece estar adoptando una línea dura para flanquear al Secretario de Estado Rex Tillerson, postulándose para su cargo.
Pero tal vez lo fundamental sea que al presidente Trump le gusta ser el tipo duro. Presidentes anteriores reaccionaron con sobriedad ante las declaraciones belicosas de líderes como Nikita Khruschev y Mao Zedong. Estados Unidos fue siempre un país disciplinado y cauto; eran los otros tipos los que soltaban locuras. Pero Trump parece decidido a tener la última palabra, el último insulto.
Necesitamos rebajar la retórica y formular una estrategia. Corea del Norte tiene una: de hecho, ha tenido una durante décadas. Ha determinado que dado lo aislada y amenazada que está, necesita una disuasión nuclear. Y Pyongyang ha dado zancadas enormes para lograrlo. Las armas nucleares son lo único que impide que Kim Jong-un sufra el mismo destino que Saddam Hussein o Muamar Al Gaddafi. El régimen no abandonará esta póliza de seguros. Si usted fuese Kim Jong-un, ¿lo haría?
La desnuclearización de Corea del Norte es ahora mismo una fantasía. No sucederá a menos que Estados Unidos esté dispuesto a lanzar una guerra en la Península de Corea. Todo el mundo lo sabe, pero ningún funcionario de Washington está dispuesto a admitirlo públicamente. Así que EEUU ha adoptado una política zombi, que no tiene ninguna posibilidad de éxito pero que a pesar de eso sigue adelante. Eso significa que no podemos hacer ningún progreso en lo que es de hecho un objetivo deseable y alcanzable: congelar el arsenal nuclear norcoreano, acabar con futuros tests, y poner las armas nucleares bajo inspección.
Una forma de salir de esta parálisis sería reformular la cuestión y ampliar su objetivo. Joshua Cooper Ramo, codirector ejecutivo de la firma consultora de Henry Kissinger, ha diseñado y compartido conmigo un plan –que ha estado circulante entre altos cargos en Washington- para convocar una conferencia internacional sobre proliferación nuclear. Todos los estados existentes con armas nucleares aceptarían no probar o expandir sus arsenales durante algún tiempo, pongamos 36 meses. Inspectores verificarían que se están cumpliendo esos límites. Todas las demás naciones afirmarían su intención de no adquirir armamento nuclear. Y de forma crucial, Corea del Norte sería invitada a firmar este acuerdo como estado con armas nucleares, con la idea de detener todo progreso en su programa por el momento, y con el objetivo a posteriori de desnuclearizar el país.
Ramo dice que las ventajas de este enfoque es que sitúan el problema norcoreano en el contexto más amplio de la proliferación nuclear, dando a todo el mundo una rampa de salida de forma que anteriores declaraciones ‘no negociables’ no se apliquen. Crea una coalición global que puede ser movilizada para sancionar a Corea del Norte si esta renegase de o incumpliese sus compromisos, dando cobertura a China para tomar represalias verdaderas contra su aliado. El plan también hace frente a las preocupaciones de seguridad centrales de Pekín: prevenir el colapso de Corea del Norte e impedir que Corea del Sur y Japón se hagan con armas nucleares. (Ramo, que tiene un profundo conocimiento de China, cree que este enfoque amplio permitiría al Gobierno chino modificar su postura actual).
Los detalles de este plan podrían reajustarse. Tal vez la conferencia podría ser un esfuerzo para actualizar y expandir el propio Tratado de No Proliferación Nuclear, que está algo desfasado (el tratado, desarrollado en 1968, asumía una línea clara entre energía nuclear pacífica y armamento, pero esta distinción es mucho más difícil de detectar hoy en día). Tal vez podría hacerse como foro regional, enfatizando la participación de Japón y Corea del Sur, para que su compromiso de no adquirir armamento nuclear sea visto como clave, como lo sería la amenaza implícita de que si no se llegase a un acuerdo, serían de hecho libres para avanzar en esa dirección.
No hay una buena política –por no hablar de una perfecta- para el problema norcoreano. Pero la Administración Trump necesita detener los insultos, ponerse seria y tratar de encontrar alguna forma de estabilizar la situación. De lo contrario, estamos en un camino que forzará a Washington a ir a la guerra o a admitir tácitamente su derrota ante el Pequeño Hombre Misil.
FUENTE: https://blogs.elconfidencial.com/mundo/el-gps-global/2017-10-03/corea-norte-posible-salida-crisis_1453810/
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