Mientras viví en los Estados Unidos algo me llamaba poderosamente la atención. Se trataba de la alta calidad en la atención al cliente. Los empleados están siempre muy predispuestos a brindarte todo lo que necesitás para que tu experiencia en ese comercio sea lo mejor posible.
Por ejemplo, cuando vas a comer a un bar o restaurante, el mozo pasa varias veces frente a tu mesa preguntándote si necesitás algo. En cuanto tu vaso se está vaciando vienen nuevamente a llenártelo, ¡aun cuando estés tomando agua por la que no pagás un centavo!
Y esto contrasta fuertemente con esta misma experiencia en un bar o restaurante en Argentina. Uno tiene que hacer malabares para ser atendido y la calidad de atención es muy mala en la gran mayoría de los lugares.
¿Esto se debe a que los mozos norteamericanos son de una raza superior, y mejores, que los argentinos? Claramente, no. Es una simple cuestión de incentivos.
Más trabajo, más gano
En Estados Unidos, los mozos cobran un sueldo muy bajo por lo que lo más importante para ellos es la propina que reciben por parte de los clientes (habitualmente de entre un 15-20% de la cuenta). En cambio, en Argentina somos medios amarretes y no muy propensos a dejar mucho más allá del 5% del total.
Y aquí es donde juegan los incentivos. Si el restaurante está vacío o tiene poca gente, en Argentina el mozo trabajará menos e igual va a cobrar su sueldo (siempre y cuando no pierda el trabajo). En este contexto, un nuevo cliente a atender es un problema.
En cambio, en Estados Unidos si el empleado trabaja más, más cobrará.
Algo que me tocó ver una vez fue una manifestación de empleados en un cine de Illinois. El motivo de la protesta era que estaban retirando un precio promocional para los pochoclos, lo que hacía que menos gente fuera a ese cine. Como consecuencia, los empleados se veían perjudicados en las propinas que cobraban.
Así, llegaron a amenazar con renunciar a su trabajo si el management no reveía la situación. Y en una economía en pleno empleo no es fácil conseguir nuevos empleados.
¿Sonaría a ciencia ficción por estos lados un sindicato pidiendo que la gente trabaje más?
Aliados, no enemigos
En nuestro país siempre se ha visto al empresario y al empleado como figuras antagónicas. Si uno gana el otro pierde. Sin entrar en un revisionismo histórico de los causales de este conflicto, en vista de los resultados pareciera que no nos ha hecho mucho bien.
Es que esto parte del concepto erróneo de que la riqueza se debe distribuir en lugar de generar.
Por ejemplo, si el caso de la promoción del pochoclo del cine se hubiera dado en la Argentina seguramente nos hubiéramos encontrado con:
• Empresarios culpando al Estado que el precio del dólar y los altos impuestos hacen que la gente no vaya más al cine, por lo que van a tener que despedir gente.
• Empleados pidiendo la inmediata reincorporación de los compañeros y exigiendo un reajuste salarial.
• Los medios de prensa reclamando la inacción del Estado y que debería solucionar esto con un subsidio al pochoclo o cubriendo el costo de las entradas del cine con el programa “cine para todos”.
Pero acaso cuando venía más gente al cine, ¿no había más dinero para empresarios y empleados? El sistema de cobro vía “propinas” hacía que los empleados se comprometieran con la empresa en busca de su propio beneficio también, ya que al vender más, cobraban más.
En lugar de ver como distribuimos las migajas que van quedando hay que ver cómo hacemos para hacer crecer la torta.
Proletariado Capitalista
Además del rudimentario esquema de “propinas”, el mayor esquema a nivel de participación de empleados en los resultados de las empresas puede encontrarse en la Bolsa. Más precisamente a través de la compra de acciones.
En varias empresas se ofrece a sus empleados la compra de acciones. Incluso para varios ejecutivos de alto rango, gran parte de su compensación está vinculada al pago en acciones. De esta manera se beneficia con el crecimiento de la compañía.
En Argentina, algunas empresas tecnológicas multinacionales tienen este tipo de esquemas con sus empleados.
Pero para tener acciones de una compañía no hace falta ser empleado de la misma. Uno puede ser accionista de cualquier empresa que cotice en bolsa.
De hecho, hay varios analistas que sostienen que gran parte del éxito en Occidente del capitalismo por sobre el socialismo se debió a que los empleados (el proletariado en términos de Marx) eran también capitalistas. La posibilidad de comprar participaciones de empresas por menos de u$s 100 hace realidad el sueño de volverse “dueño” de una empresa con un muy bajo capital.
Los empleados ganan dinero junto al crecimiento de los negocios de las empresas. Y el llamado a la “guerra de clases” también los hubiera perjudicado en sus bolsillos por la caída del precio de sus acciones.
Saludos
Matías DagheroPara CONTRAECONOMÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario