Ayer por la mañana, cuando me senté en el escritorio, un querido colega me pasó el link a la última nota escrita por el diputado electo, Fernando Iglesias.
Iglesias es periodista y escritor, y se ha destacado últimamente por su feroz cruzada intelectual contra el peronismo. Su anteúltimo libro, “Es el Peronismo, Estúpido” fue un éxito de ventas y hace poco publicó una nueva obra: “El año que vivimos en peligro”.
Gracias a la recomendación de mi viejo, leí hace algunos años “Por qué no soy kirchnerista”, del mismo autor. En dicho trabajo explica los motivos por los cuales un “progresista” como él no defendía a un gobierno que también decía ser “progresista”.
La obra es muy buena, con una excelente recopilación e interpretación de datos económicos, entre otras cosas.
En su más reciente columna, publicada en La Nación, Iglesias critica a los economistas liberales (“los liberalotes”), a quienes considera una secta que, básicamente, no tiene ningún contacto con la realidad y desprecia el estado.
La nota de La Nación es muy potente y, fiel al estilo del autor, contiene párrafos que harán reír a más de uno.
Por ejemplo, sostiene que el “médico liberalote”, a un paciente con insuficiencia cardíaca, “le desconecta el goteo, le pone zapatillas y lo saca a correr mientras le explica que es la falta de ejercicio la que lo tiene así.”
Bravo, hay que mantener el humor.
¿Ahora no se está pegando un tiro en el pie cuando se mofa de las advertencias y recomendaciones del liberalismo?
El liberalote de Macri
Para Iglesias, los liberales ofrecen recetas que dan “maravillosos resultados en muchos países”, pero en Argentina no pueden llevarse a cabo.
Esta fórmula es muy escuchada. Claro que Argentina es un país particular, ¿pero tanto como para que lo que funciona en el mundo, solo acá esté condenado al fracaso inevitable?
De ninguna manera. De hecho, el mismo presidente tomó medidas decididamente liberales con excelentes resultados.
¿O qué otra cosa fue sacar el cepo cambiario de un día para el otro?
Eliminar un control de precios como era el cepo al dólar es una medida claramente liberal y fue pedida por muchos economistas que, desde el llano, criticamos a todos los que decían que “eso no se podía hacer”.
Los resultados acompañaron la decisión. Se revirtió la caída de reservas y repuntó la exportación de materias primas. En 2016, las exportaciones totales crecieron luego de 5 años de descenso.
Otra medida de shock que tuvo enorme impacto positivo fue el fin de las retenciones. Sin cepo y con menos impuestos, el sector agrícola es hoy uno de los que más crecen de la economía argentina.
Y recuerdo que bajar impuestos (y, mejor aún, eliminarlos) también es una medida liberal. ¿O será liberalota?
Por último, recientemente se conoció que las estaciones de servicio dejaron de cerraren el país tras una larga decadencia producto del control de precios K. Los precios ahora no se controlan por decreto oficial y nuevas estaciones están abriendo.
Otro claro beneficio del liberalotismo económico, que funciona en todo el mundo pero supuestamente fracasa en Argentina.
Hora de reconsiderar.
Reformas tímidas
Desde aproximadamente el año 2001 que los liberales en Argentina piden reformas “estructurales” para incrementar la competitividad.
Si no me creen, pueden leer las columnas de Carlos Rodríguez, del CEMA, las notas de Roberto Cachanosky, o mismo revisar la propuesta económica de Ricardo López Murphy, quien tuvo un fugaz paso por el Ministerio de Economía cuando desgobernaba Fernando De la Rúa.
En ese entonces nadie escuchó a los liberalotes, sino que decidimos seguir el consejo de los keynesianotes, que nos decían que devaluando la moneda, defaulteando la deuda y dándole bomba al gasto público y la emisión monetaria todo iba a salir bien.
Así quedamos: 16 años después tenemos la economía en ruinas y, paradójicamente, estamos discutiendo de nuevo las “reformas estructurales” que deberían emprenderse para que el país pueda crecer de manera sostenida.
Es el gobierno, de hecho, quien propone reformar la matriz impositiva, el mercado laboral y la burocracia estatal. Además, y por si quedan dudas, el propio presidente pide textualmente “bajar el gasto público”.
¿Qué banderas son éstas?
¿Cree Iglesias (o alguien más) que estos temas se estarían siquiera debatiendo de no haber sido por la denuncia permanente, el análisis crítico y el trabajo de divulgación de los ahora denostados “liberalotes”?
Advertencias fundadas
Si las reformas anunciadas por el gobierno le parecen tímidas o tienen gusto a poco para los llamados “liberalotes”, esto no debería ser motivo para desautorizarlos o tratarlos como una secta.
Después de todo, como hemos demostrado, las medidas que tomó Macri en línea con los pedidos de los liberales dieron buenos resultados. Y no en Dinamarca, sino acá, en la Argentina imposible, llena de peronismo y pobreza.
Por si esto fuera poco, hoy ya no debatimos si la inflación es (o no) un fenómeno monetario o si el gasto público es alto, sino cómo se bajan estas dos claras barreras al crecimiento económico.
Lejos de ser ridiculizadas, las advertencias de los liberales deberían ser tenidas en cuenta.
Y lejos de ser tildadas de imposibles, lo mismo debería suceder con las propuestas concretas de política pública.
Después de todo, seguramente también coincidirá Fernando Iglesias en querer un país más libre y próspero para todos los argentinos. Saludos,
Iván Carrino
Director de CONTRAECONOMÍA
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