jueves, 15 de octubre de 2015

Argentina expectante

Por el Dr. Aníbal Hardy
Nuestra Patria, a pocos días de las elecciones generales, se está debatiendo en la crisis más profunda de su historia como Nación organizada. Esta crisis cala cada vez más hondo en todos los aspectos de la vida nacional y preocupa crecientemente a los distintos componentes del cuerpo social y político. Esta dura coyuntura afecta y estremece a cada uno y todos los estamentos de la actividad del país, cultural, educacional, institucional, social, de las relaciones internacionales, moral, militar y, por supuesto económica.
Una crisis tan abarcativa sólo puede tener, entonces, un origen político, no en el sentido de la acción política propia de los partidos políticos y destinada a engrosar sus filas con simpatizantes y afiliados, sino con la idea de la conformación de un cuerpo de objetivos y de un conjunto de modos de acción que los hagan alcanzables. Una etapa en que la sociedad se deberá sumergir en un fecundo debate y fertilizar el acuerdo de un plan político integral e integrador, que dé respuesta objetiva, por encima de las ideologías, a los problemas agudísimos que presenta Argentina.
En esta hora de profundo desconcierto político, se debe alentar el necesario debate nacional que deberá darse en torno de un plan político que deberá impulsar la consolidación y el engrandecimiento de la Nación. Se deberá excitar y participar de este debate, que necesariamente deberá comenzar por un diagnóstico que identifique las causas de nuestra postración, que supere la esquemática visión del pasado y las posturas ideológicas voluntaristas, y que permita la formalización de un verdadero programa de transformación global.
En el transcurso de los últimos años la dirigencia política destinó gran parte de su esfuerzo a un objetivo común: Reparar las bases institucionales de la Democracia. Ello fue fundamental para avalar cualquier intento de arranque y proyección en el futuro. La democracia, como instrumento normativo del Estado, es buena si sirve de marco para el debate y la acción que conducen a la permanente y progresiva afirmación Nacional. La calidad de indispensable de la democracia, no la hace excluyente de todo otro requisito para que una sociedad subsista y crezca. Productividad, pleno empleo, legislación social efectiva apoyada en una economía sólida, servicios eficientes, son afianzadora de la paz interna y garantía para cualquier negociación externa.
Es que la verdadera democracia moderna está mucho más próxima al debate que a la urna: es el ejercicio permanente de la inteligencia y la racionalidad por sobre el simple valor del número. De allí deriva la importancia del debate como instancia previa a la Unidad Nacional, expresada en una verdadera alianza, puesta al servicio de los intereses nacionales dentro de un marco de un proyecto político y un programa que todos apoyaran.
Se debe terminar para siempre con la pretensión del ejercicio hegemónico del poder, pecado político que genera resentimientos en los opositores, autoalimentando un ciclo que debilita la democracia y perjudica los superiores intereses de la Nación. Si se logra sentar las bases para la discusión de una Argentina expectante, se habrá dado un gran salto cultural en la práctica política. Es el gran desafío que afrontan los dirigentes, aquí y ahora y que arrastra largas décadas sin solución permanente
Argentina tiene caminados largos tiempos de frustraciones y de morder el polvo de los sacrificios sin esperanza, y campea hoy un clima de resignación, mediocridad y pesimismo, pero en tiempos de crisis, en tiempos difíciles, es cuando más debe afirmarse el sentido nacional.
Abogado- Desde Formosa
ENVIADO POR SU AUTOR

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