Supongamos que te quedás sin trabajo o que a un ser querido se le detecta una enfermedad que requiere costosos medicamentos, ¿qué tan duro pensás que sería el impacto para tus finanzas personales?
Por extremos que suenen los ejemplos, es mejor estar preparados y analizarlos antes que descansar en nuestra capacidad para improvisar.
Con la crisis de Lehman Brothers esparciéndose por Estados Unidos en 2008 y haciendo metástasis en Europa al año siguiente, surgieron los test de resistencia o estrés para los bancos. Habiendo reconocido el fracaso de la desregulación excesivo en la que se vivía, estos exámenes o pruebas nacieron para establecer la solidez las entidades.
Gracias a ellas se detectaron bancos demasiado endeudados, otros con mucha exposición a activos basura, e incluso otros que no tendrían el suficiente poder de fuego (liquidez) para afrontar una corrida de depósitos.
Ahora, esta idea puede fácilmente trasladarse a las personas.
¿Cuento con la solidez suficiente como para afrontar períodos complejos? ¿Estoy tomando los recaudos suficientes?
Los cuatro puntos que siguen te van a ayudar a responderte estas preguntas y hacerle un test de resistencia a tus finanzas:
1. Analizá el peso real de tus deudas
Esta es una de las variables más comunes para analizar la economía de un país, pero también es muy útil para conocer la realidad de tu bolsillo. Se trata de dividir tu ingreso total sobre tus deudas (tarjetas de crédito, préstamos personales, créditos hipotecarios, entre otros). Sheryl Garrett, en declaraciones al Wall Street Journal, fundadora de Garrett Planning Network, asegura que una buena regla es tener una proporción de deuda respecto de los ingresos de menos de 28%, sin contar el crédito hipotecario, o de 36%, incluyéndolo y contabilizando a todos los miembros de tu hogar.
De esta manera, tenemos un porcentaje claro y visible. Hay que darle seguimiento y tratar de bajar ese ratio lo más posible.
2. Posición consolidada
Esto es algo que puede verse mucho en los bancos. Lo que tenés que hacer es sumar todos tus activos (el saldo de tu caja de ahorro, el valor de tu casa, el costo de tu auto, el dinero de emergencia que guardes y todo cuanto tengas en otros vehículos de ahorro) y dividirlo por tus gastos mensuales. De esta manera vas a tener un estimado de cuánto tiempo vas a poder vivir sin percibir ingresos.
Es una herramienta clave para aquellos que sufrieron despidos o para los empleados free lance a los que les bajó mucho el volumen de trabajo.
3. Ahorro diversificado
Esto es esencial para disminuir el riesgo. La idea es que cada persona tenga, por lo menos, tres destinos de ahorro distintos, por si a alguno de ellos comienza a perder dinamismo. Un ejemplo puede ser destinar un porcentaje a moneda dura (dólares), otro puede ir –por ejemplo- a un plan de ahorro automotor y lo que resta a una cartera de inversiones (bonos y acciones).
De esta forma, será más difícil que los vaivenes económicos afecten a la salud de tus ahorros en su conjunto.
4. Conocé la naturaleza de tus gastos
No todos son igual de importantes y es clave que sepas diferenciarlos para poder realizar un recorte, en caso de que sea necesario. Una manera sencilla de hacer esto es dividirlos en tres categorías, como lo propone el WSJ.
Así, en primer lugar están los “fijos”, que son aquellos que deben realizarse independientemente de las circunstancias. Después figuran los “variables no discrecionales”, que son los destinados a alimentos -por ejemplo-, sobre los cuales hay cierto margen de maniobra. Por último, están los “discrecionales”, entre los que se encuentran las vacaciones o la cuota del gimnasio. Acá es donde debería resultarte más sencillo de ajustar.
Espero que, analizando estos puntos que te propongo, puedas comenzar a tener una mirada más crítica de tu situación financiera y evitar sorpresas.
Hasta la semana que viene.
Un fuerte abrazo, Ignacio
Publicado en Inversor Global- Newsletter semanal - enviado por mail
Por extremos que suenen los ejemplos, es mejor estar preparados y analizarlos antes que descansar en nuestra capacidad para improvisar.
Con la crisis de Lehman Brothers esparciéndose por Estados Unidos en 2008 y haciendo metástasis en Europa al año siguiente, surgieron los test de resistencia o estrés para los bancos. Habiendo reconocido el fracaso de la desregulación excesivo en la que se vivía, estos exámenes o pruebas nacieron para establecer la solidez las entidades.
Gracias a ellas se detectaron bancos demasiado endeudados, otros con mucha exposición a activos basura, e incluso otros que no tendrían el suficiente poder de fuego (liquidez) para afrontar una corrida de depósitos.
Ahora, esta idea puede fácilmente trasladarse a las personas.
¿Cuento con la solidez suficiente como para afrontar períodos complejos? ¿Estoy tomando los recaudos suficientes?
Los cuatro puntos que siguen te van a ayudar a responderte estas preguntas y hacerle un test de resistencia a tus finanzas:
1. Analizá el peso real de tus deudas
Esta es una de las variables más comunes para analizar la economía de un país, pero también es muy útil para conocer la realidad de tu bolsillo. Se trata de dividir tu ingreso total sobre tus deudas (tarjetas de crédito, préstamos personales, créditos hipotecarios, entre otros). Sheryl Garrett, en declaraciones al Wall Street Journal, fundadora de Garrett Planning Network, asegura que una buena regla es tener una proporción de deuda respecto de los ingresos de menos de 28%, sin contar el crédito hipotecario, o de 36%, incluyéndolo y contabilizando a todos los miembros de tu hogar.
De esta manera, tenemos un porcentaje claro y visible. Hay que darle seguimiento y tratar de bajar ese ratio lo más posible.
2. Posición consolidada
Esto es algo que puede verse mucho en los bancos. Lo que tenés que hacer es sumar todos tus activos (el saldo de tu caja de ahorro, el valor de tu casa, el costo de tu auto, el dinero de emergencia que guardes y todo cuanto tengas en otros vehículos de ahorro) y dividirlo por tus gastos mensuales. De esta manera vas a tener un estimado de cuánto tiempo vas a poder vivir sin percibir ingresos.
Es una herramienta clave para aquellos que sufrieron despidos o para los empleados free lance a los que les bajó mucho el volumen de trabajo.
3. Ahorro diversificado
Esto es esencial para disminuir el riesgo. La idea es que cada persona tenga, por lo menos, tres destinos de ahorro distintos, por si a alguno de ellos comienza a perder dinamismo. Un ejemplo puede ser destinar un porcentaje a moneda dura (dólares), otro puede ir –por ejemplo- a un plan de ahorro automotor y lo que resta a una cartera de inversiones (bonos y acciones).
De esta forma, será más difícil que los vaivenes económicos afecten a la salud de tus ahorros en su conjunto.
4. Conocé la naturaleza de tus gastos
No todos son igual de importantes y es clave que sepas diferenciarlos para poder realizar un recorte, en caso de que sea necesario. Una manera sencilla de hacer esto es dividirlos en tres categorías, como lo propone el WSJ.
Así, en primer lugar están los “fijos”, que son aquellos que deben realizarse independientemente de las circunstancias. Después figuran los “variables no discrecionales”, que son los destinados a alimentos -por ejemplo-, sobre los cuales hay cierto margen de maniobra. Por último, están los “discrecionales”, entre los que se encuentran las vacaciones o la cuota del gimnasio. Acá es donde debería resultarte más sencillo de ajustar.
Espero que, analizando estos puntos que te propongo, puedas comenzar a tener una mirada más crítica de tu situación financiera y evitar sorpresas.
Hasta la semana que viene.
Un fuerte abrazo, Ignacio
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