Argentina lleva 85 años de decadencia económica. Luego de haber llegado a ser el noveno país del mundo en términos de riqueza per cápita, hoy el país no figura ni en la tabla de los primeros 50, tiene una pobreza que alcanza a casi el 30% de la población, inflación elevada, cepo cambiario y fuga de capitales.
El caso de nuestro país es tan raro que incluso reconocidos analistas internacionales no logran explicar los motivos de este decadente derrotero. El economista Simon Kuznets, reflejando su asombro, afirmó una vez que había 4 clases de países, los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y la Argentina.
Nuestra excepcionalidad es tal que dos autores han coincidido en afirmar que Argentina es “el país de las desmesuras”.
En su libro que lleva por título el mismo nombre, Juan Llach y Martín Lagos comparan el desempeño económico de Argentina con el de Nueza Zelanda, Brasil, Chile y Uruguay y encuentran las raíces de nuestra sostenida decadencia en ciertos comportamientos “excesivos o desmesurados”.
Entre estas desmesuras destacan particularmente:
El caudillismo y el populismo con propensión a la hegemonía
El cierre de la economía
La elevada inflación
El escaso financiamiento de la inversión asociado a la inflación
El déficit fiscal
Para los autores, Argentina mostró un desempeño largamente peor al de los países comparados en todos estos rubros, lo que explica gran parte del proceso de sostenida decadencia económica y social.
Como no podía ser de otra manera, el kirchnerismo cumplió al pie de la letra con todos ellos. En un mundo sin inflación, nuestras autoridades se las ingeniaron para imitar el modelo venezolano.
Hoy somos parte de un grupo selecto de 4 o 5 países que tienen una suba de precios sostenida superior al 20% anual por año.
Detrás de la brutal destrucción del peso que esto implica, se encuentra el déficit fiscal, que ya lleva 6 años y que crece sistemáticamente en términos del PBI.
Por otro lado, con trabas de todo tipo, el gobierno cerró la economía y aisló del mundo al consumidor argentino, para hacer honor al slogan de Aldo Ferrer, quien proponía “vivir con lo nuestro”. Todo lo anterior contribuye a que sigamos teniendo un financiamiento privado escaso en la comparación internacional.
Por último, el caudillismo y la hegemonía han sido una característica distintiva tanto del gobierno de Néstor Kirchner, como del de su esposa y sucesora, Cristina Fernández.
En este marco, y bajo el fantasma de que la continuidad era un hecho, nos preparábamos para enfrentar 4 años más de lo mismo. Es decir, de decadencia, ya que como dicen que decía Albert Einstein, no se pueden esperar resultados distintos si se ensaya siempre lo mismo.
Sin embargo, algo cambió en las elecciones de este domingo. A pesar de que el primer lugar lo obtuvo, como se esperaba, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, lo cierto es que la pequeña ventaja de 2,5 puntos porcentuales sobre el candidato opositor, Mauricio Macri, y la derrota de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires dejaron sabor amargo en el kirchnerismo y dulce en todo el arco opositor.
Los mercados, por su parte, festejaron, anticipando una más posible victoria del candidato de Cambiemos. El lunes posterior a los comicios el MERVAL trepó 4,4% con acciones que subieron más de 15%. El dólar blue cedió 25 centavos en un solo día.
Lo que está sucediendo en los mercados y la sociedad es el resultado de un cambio en las expectativas a futuro. Si bien no se expusieron muchas propuestas concretas en la campaña, sobrevuela la idea de que un gobierno de la oposición podría reducir la inflación, liberar el mercado cambiario, abrir la economía al mundo y terminar con el ataque sistemático de las libertades individuales de los argentinos.
Luego de 12 años de desmesurado populismo y Cleptocracia, Argentina podría estar a las puertas de ser un país normal. Pero el camino no va a ser fácil y no podemos pensar que el cambio de expectativas por sí solo hará la tarea.
Se necesitan revertir muchas medidas y manejar con mucha convicción y capacidad la pesada herencia de la economía K. Los argentinos no la tendremos fácil a partir del 10 de diciembre, pero desde luego que el voto de la gente genera motivos para el entusiasmo.
Se abre una nueva posibilidad para la economía de nuestro país. Esperemos que los políticos no vuelvan a desperdiciarla. Un saludo, Iván
Como no podía ser de otra manera, el kirchnerismo cumplió al pie de la letra con todos ellos. En un mundo sin inflación, nuestras autoridades se las ingeniaron para imitar el modelo venezolano.
Hoy somos parte de un grupo selecto de 4 o 5 países que tienen una suba de precios sostenida superior al 20% anual por año.
Detrás de la brutal destrucción del peso que esto implica, se encuentra el déficit fiscal, que ya lleva 6 años y que crece sistemáticamente en términos del PBI.
Por otro lado, con trabas de todo tipo, el gobierno cerró la economía y aisló del mundo al consumidor argentino, para hacer honor al slogan de Aldo Ferrer, quien proponía “vivir con lo nuestro”. Todo lo anterior contribuye a que sigamos teniendo un financiamiento privado escaso en la comparación internacional.
Por último, el caudillismo y la hegemonía han sido una característica distintiva tanto del gobierno de Néstor Kirchner, como del de su esposa y sucesora, Cristina Fernández.
En este marco, y bajo el fantasma de que la continuidad era un hecho, nos preparábamos para enfrentar 4 años más de lo mismo. Es decir, de decadencia, ya que como dicen que decía Albert Einstein, no se pueden esperar resultados distintos si se ensaya siempre lo mismo.
Sin embargo, algo cambió en las elecciones de este domingo. A pesar de que el primer lugar lo obtuvo, como se esperaba, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, lo cierto es que la pequeña ventaja de 2,5 puntos porcentuales sobre el candidato opositor, Mauricio Macri, y la derrota de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires dejaron sabor amargo en el kirchnerismo y dulce en todo el arco opositor.
Los mercados, por su parte, festejaron, anticipando una más posible victoria del candidato de Cambiemos. El lunes posterior a los comicios el MERVAL trepó 4,4% con acciones que subieron más de 15%. El dólar blue cedió 25 centavos en un solo día.
Lo que está sucediendo en los mercados y la sociedad es el resultado de un cambio en las expectativas a futuro. Si bien no se expusieron muchas propuestas concretas en la campaña, sobrevuela la idea de que un gobierno de la oposición podría reducir la inflación, liberar el mercado cambiario, abrir la economía al mundo y terminar con el ataque sistemático de las libertades individuales de los argentinos.
Luego de 12 años de desmesurado populismo y Cleptocracia, Argentina podría estar a las puertas de ser un país normal. Pero el camino no va a ser fácil y no podemos pensar que el cambio de expectativas por sí solo hará la tarea.
Se necesitan revertir muchas medidas y manejar con mucha convicción y capacidad la pesada herencia de la economía K. Los argentinos no la tendremos fácil a partir del 10 de diciembre, pero desde luego que el voto de la gente genera motivos para el entusiasmo.
Se abre una nueva posibilidad para la economía de nuestro país. Esperemos que los políticos no vuelvan a desperdiciarla. Un saludo, Iván
PUBLICADO EN INVERSOR GLOBAL - NEWSLETTER SEMANAL
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