Nada nos obliga a sentir la menor congoja ante el llanto de estos adherentes alquilados con nuestra plata. Desde siempre, los militantes oficialistas fueron patoteros, prepotentes, violentos y se creyeron dueños no sólo del espacio físico sino del Estado.
El grueso de los títeres del régimen nunca han vacilado en ponderar carpetazos a opositores, minimizar crímenes de fiscales, despreciar por completo la opinión ajena y en regocijarse toda vez que un militar nonagenario moría en la cárcel sin la menor garantía jurídica.
Se la pasaron 12 años blandiendo su soberbia, ignorando la Constitución, importándoles un bledo tanto los bonaerenses inundados como los desnutridos del norte, mientras aplaudieron a rabiar a su adinerada jefa.
Odiaron y odian además todo aquello que signifique civilización, decoro, respeto, trabajo, excelencia, buen gusto y esfuerzo.
Estos bulliciosos elementos no han sido mucho más que verdaderos lúmpenes al servicio político de punteros y narco-delincuentes que detentan el poder institucional. Es decir: los alicaídos prosélitos paraestatales han sido y son lisa y llanamente mano de obra barata funcional a los capomafias del progresismo vernáculo.
En suma, estos llorones en retirada son enemigos de la República y como tales, que ahora vayan a gimotear pero al fastuoso mausoleo de San Néstor, aquel panteón que con plata ajena construyera el malviviente de Lázaro, mandadero y socio personal del usurero difunto al que tanto veneran estos futuros ex becarios, a quienes en breve no les quedará más remedio que disponerse a trabajar.
http://www.laprensapopular.com.ar/17776/la-patria-es-el-otro-por-nicolas-marquez
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