.‘Argentina y el desafío de heredar a los K’ era el encabezamiento de uno de los últimos informes de coyuntura económica que semanalmente recibo de los doctores Massot y Monteverde, envíos que se han convertido en mi principal asidero para comprender la realidad política y financiera de ese país.
El documento partía de una consideración inicial. Las finanzas públicas argentinas son una caja negra. Es casi imposible saber su verdadero estado real. De ahí que ‘los planteos de los diferentes candidatos sean vagos e imprecisos (…) La falta de datos confiables sobre la situación de variables clave, sumada a la maraña de desequilibrios que seguirán acumulándose hasta diciembre, impide precisar el alcance y magnitud del ajuste que ha de llevarse a cabo’.
‘Lo que sí resulta cada vez más claro’, prosiguen los autores, ‘es que el panorama luce en extremo desafiante’, pie que les servía para enumerar todas las calamidades que afectan a la macro nacional de Argentina, siempre con datos aproximados.
A nivel interior, déficit fiscal del 8%, elevada presión tributaria, rigidez en el gasto corriente, subsidios disparados y una exposición del 50% de los depósitos bancarios privados a créditos al sector público, entre otras lindezas..
En balanza exterior, superávit comercial menguante, un Estado sin reservas y una estructura cambiaria irreal, ‘gracias’ a los controles de capital, que amenaza con repetir lo ya sucedido en Venezuela entre tipos oficiales y efectivos: devaluaciones masivas e hiperinflación, aún superior a la actual del 20%.
En el ámbito monetario, inevitables subidas de tipos de interés con inmediato impacto tanto en actividad como en empleo.
Un panorama, por tanto, absolutamente demoledor para cualquiera de los sucesores en la Casa Rosada de Cristina Fernández de Kirchner –doce años del matrimonio en el poder dan para mucho, vaya que sí, y casi nada bueno- que, no obstante, es visto por algunos inversores como una oportunidad. 'Peor no puede ir la cosa', vienen a decir. Hora, por tanto de posicionarse. Deben ser que no consideran su mercado bursátil lo suficientemente ‘Maduro’.
O que confían en que cualquiera de los dos favoritos para la victoria, Daniel Scioli o Mauricio Macri –a la sazón Gobernador y Alcalde respectivamente de Buenos Aires- serán capaces de llevar a cabo en tiempo –fundamental- y forma –crítico- las reformas estructurales que el país necesita. El uno, por su condición de peronista no-Kirchneriano, y el segundo por su oposición antiperonista. Para ello ambos tendrán, en cualquier caso, que vencer los tejemanejes de la actual mandataria que, según Massot y Monteverde, ‘abandona el gobierno pero se ha preparado para retener el poder’. Sólo el límite de mandatos constitucional le ha apeado formalmente de él.
La primera piedra de toque para el elegido será, sin duda, la resolución de la disputa que Argentina mantiene con algunos ‘hedge funds’ a cuenta de la quita que impuso en 2001 a los tenedores de su deuda. Cualquier mejora interna -medidas y credibilidad- sin posibilidades de financiación exterior,pese a tratarse de una economía tan poco endeudada, quedará abocada al fracaso. La perentoriedad de un acuerdo es, a día de hoy, mayor que nunca. Y su imposibilidad para cumplir con el mismo, en caso de producirse, sin destrozar aún más la tesorería nacional, también.
Tal es el estado de cosas en ese territorio.
Todo está cogido con pinzas. Y aunque Scioli, el principal candidato a gobernar finalmente el vasto Estado, hable de prudencia y templanza –actuar de manera ‘gradual’- la experiencia de Dilma Rouseff en Brasil y el desastre de los bolivarianos en Venezuela debería enseñarle que hay cosas que no pueden esperar. Que ir ‘demorado’ no es acudir de un ‘bonito color’, más bien lo contrario.
Ya se puede poner las pilas.
Fuente: http://blogs.elconfidencial.com/mercados/valor-anadido/2015-10-26/argentina-y-el-ingente-desafio-de-heredar-a-los-kirchner_1071313/?utm_source=www.elconfidencial.com&utm_medium=email&utm_campaign=Boletines+Cotizalia
El documento partía de una consideración inicial. Las finanzas públicas argentinas son una caja negra. Es casi imposible saber su verdadero estado real. De ahí que ‘los planteos de los diferentes candidatos sean vagos e imprecisos (…) La falta de datos confiables sobre la situación de variables clave, sumada a la maraña de desequilibrios que seguirán acumulándose hasta diciembre, impide precisar el alcance y magnitud del ajuste que ha de llevarse a cabo’.
‘Lo que sí resulta cada vez más claro’, prosiguen los autores, ‘es que el panorama luce en extremo desafiante’, pie que les servía para enumerar todas las calamidades que afectan a la macro nacional de Argentina, siempre con datos aproximados.
A nivel interior, déficit fiscal del 8%, elevada presión tributaria, rigidez en el gasto corriente, subsidios disparados y una exposición del 50% de los depósitos bancarios privados a créditos al sector público, entre otras lindezas..
En balanza exterior, superávit comercial menguante, un Estado sin reservas y una estructura cambiaria irreal, ‘gracias’ a los controles de capital, que amenaza con repetir lo ya sucedido en Venezuela entre tipos oficiales y efectivos: devaluaciones masivas e hiperinflación, aún superior a la actual del 20%.
En el ámbito monetario, inevitables subidas de tipos de interés con inmediato impacto tanto en actividad como en empleo.
Un panorama, por tanto, absolutamente demoledor para cualquiera de los sucesores en la Casa Rosada de Cristina Fernández de Kirchner –doce años del matrimonio en el poder dan para mucho, vaya que sí, y casi nada bueno- que, no obstante, es visto por algunos inversores como una oportunidad. 'Peor no puede ir la cosa', vienen a decir. Hora, por tanto de posicionarse. Deben ser que no consideran su mercado bursátil lo suficientemente ‘Maduro’.
O que confían en que cualquiera de los dos favoritos para la victoria, Daniel Scioli o Mauricio Macri –a la sazón Gobernador y Alcalde respectivamente de Buenos Aires- serán capaces de llevar a cabo en tiempo –fundamental- y forma –crítico- las reformas estructurales que el país necesita. El uno, por su condición de peronista no-Kirchneriano, y el segundo por su oposición antiperonista. Para ello ambos tendrán, en cualquier caso, que vencer los tejemanejes de la actual mandataria que, según Massot y Monteverde, ‘abandona el gobierno pero se ha preparado para retener el poder’. Sólo el límite de mandatos constitucional le ha apeado formalmente de él.
La primera piedra de toque para el elegido será, sin duda, la resolución de la disputa que Argentina mantiene con algunos ‘hedge funds’ a cuenta de la quita que impuso en 2001 a los tenedores de su deuda. Cualquier mejora interna -medidas y credibilidad- sin posibilidades de financiación exterior,pese a tratarse de una economía tan poco endeudada, quedará abocada al fracaso. La perentoriedad de un acuerdo es, a día de hoy, mayor que nunca. Y su imposibilidad para cumplir con el mismo, en caso de producirse, sin destrozar aún más la tesorería nacional, también.
Tal es el estado de cosas en ese territorio.
Todo está cogido con pinzas. Y aunque Scioli, el principal candidato a gobernar finalmente el vasto Estado, hable de prudencia y templanza –actuar de manera ‘gradual’- la experiencia de Dilma Rouseff en Brasil y el desastre de los bolivarianos en Venezuela debería enseñarle que hay cosas que no pueden esperar. Que ir ‘demorado’ no es acudir de un ‘bonito color’, más bien lo contrario.
Ya se puede poner las pilas.
Fuente: http://blogs.elconfidencial.com/mercados/valor-anadido/2015-10-26/argentina-y-el-ingente-desafio-de-heredar-a-los-kirchner_1071313/?utm_source=www.elconfidencial.com&utm_medium=email&utm_campaign=Boletines+Cotizalia
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