lunes, 12 de octubre de 2015

EL NEGOCIO DEL NARCOTRÁFICO

Foto del perfil de María Celsa Rodríguez (tú)Por María Celsa Rodríguez
Cuando como observador se analiza  la realidad argentina  como un fenómeno que es diseñado sobre el borrador de la historia, para  luego transferirse en un capítulo negro en nuestro presente. No solo se está mirando los números fríos, en kilos y  toneladas de algo que conduce a la muerte. Se está poniendo la mirada sobre  una realidad social que debe preocuparnos: la droga. Ya que el narcotráfico, toma fuerza  y expone en  cada acto de sus operaciones,  nombres famosos, políticos y empresarios que protagonizan entre sombras un negocio que mueve millones.

La Argentina ya no es un país de paso, es un país de consumo, de elaboración, de producción, fraccionamiento y comercialización. Estamos enfrentando un grave problema, con implicancia política y con efectos nefastos para las generaciones futuras.
Los jóvenes aquí son las víctimas principales y estamos en un riesgo de ser un narco-estado por la conexión que hay entre los narcos y el gobierno.

Las fronteras son un colador, por la ausencia del control fronterizo. Asimismo los jueces blandos,  la justicia politizada,  y las fuerzas de seguridad totalmente desguazadas,  les hacen flaco favor a la lucha contra el narcotráfico. Así, el futuro presidente  deberá sentarse a trabajar en serio, sino quiere que Argentina se convierta en Colombia.  Para ello se necesita que contemos con una Agencia Federal contra el Crimen Organizado.
Ya que las mafias que actúan en este negocio se fortalecen alrededor de sus familias y amigos, y luego encuentran su puente de penetración en su propio ambiente, en su barrio, hasta extender su red de comerciantes y consumidores más allá de los límites de la frontera.

El comercio se instrumenta desde el tráfico hormiga, las mulas, los kioskos, hasta empresas con apariencia de otro negocio y los grandes carteles, con participación de actores políticos, policías, jueces, abogados, químicos, colaboradores, proveedores, etc.  Una trama donde cada uno cumple un rol y hace que el negocio sea a nivel global muy lucrativo, aunque deje muchos muertos en su camino.

Si hablamos de datos, de acuerdo  a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), tres  de los países con más consumidores de cocaína son: Argentina en primer lugar, España y Reino Unido en segundo y tercer lugar.

Entre los países de Latinoamérica  con más consumo  de cocaína, en  personas de variada edad, (que va de  15 y 64 años),  Argentina  está en primer lugar, Chile en segundo lugar y Uruguay en tercer lugar.

Carlos Antonio Flores Pérez , investigador especializado en narcotráfico y crimen organizado dice: “El proceso de producción, tráfico y distribución incluye diversas fases. La hoja de coca se cultiva en Colombia, Perú o Bolivia, y se procesa como clorhidrato en ellos mismos o, en ocasiones, en un tercer país… El tipo de modalidad de envío y el mercado hacia donde se pretende distribuir determina los contactos que deban hacerse con otros grupos delictivos para facilitar su tránsito …  se establecen asociaciones con grupos centroamericanos y mexicanos para su traslado por tierra; con grupos jamaiquinos si se pretende llegar por mar hacia la zona turística de las Bahamas; y con grupos de delincuencia organizada africana, española y/o rusa, si se pretende transportar por vía marítima hacia el mercado europeo".[1]

Explica Elsa María Fernández Andrade en su libro: “El narcotráfico y la descomposición política  y social: el caso de Colombia” que “cuando  empleamos el término “narcotráfico” estamos considerando las etapas diversas que involucran : el consumo-demanda, producción, procesamiento  y comercialización de insumos industriales, financiamiento, transporte, distribución, etc”. 
Es decir, una perfecta estructura   que cubren distintas áreas, diseñada  para el manejo del “negocio de la droga”.

“También consideramos  que el narcotráfico funciona de acuerdo a una lógica capitalista propia, en que para lograr sus fines, los empresarios  emplean  todos los medios necesarios. Asimismo  tendremos presente que la mercancía son drogas ilegales de diferentes naturaleza: narcóticos, alucinógenos y estimulantes; lo que lo asemejan, es que alteran el sistema nervioso y la conciencia del individuo, que los ingiere y se adquiere en la clandestinidad”.
“El narcotráfico no solo ha repercutido en el nivel  social, sino también económico, porque  al tener una lógica empresarial clara, se comporta como cualquier  empresa  legal, la diferencia estriba  en que este tiene mayor movilidad y es más difícil atacar a toda la organización. Sin embargo su carácter ilegal no impide a sus empresarios (narcotraficantes), intervenir en grandes negocios y lavar su capital, muchas veces con la venia de las instituciones gubernamentales”.[2]
 Y es ahí donde se traba la lucha de los gobiernos contra el narcotráfico, porque se vale de este para lograr sus objetivos  y hacer sus negocios.

Adalberto Santana, en su libro “El narcotráfico en América Latina” dice que “en México, Centro, Sudamérica y el Caribe, se encuentran los lugares en los que se cultivan, procesan y trafican grandes cantidades de drogas que se destinan al mercado mundial…
Millones  de dólares provenientes de la producción, tráfico y comercio de drogas han llegado a diversos actores latinoamericanos involucrados  en esa lucrativa  empresa: políticos, policías, militares, empresarios, artistas , etc. En un periodo relativamente corto, se ha formado un nuevo segmento de la burguesía con características propias: rico, poderoso y violento.  El gran capital acumulado por las drogas  se quedan en los principales centros de consumo, en particular en EEUU, donde su gobierno ejerce una series de presiones (como la certificación), contra  los países latinoamericanos  y otros del Tercer Mundo, responsabilizándose por la enorme oferta de drogas que saturan el mercado. Esta política oculta la doble moral de una sociedad de consumo [que crece], en la cual las drogas adquieren un papel  fundamental para el ejercicio de las formas de control social en lo interno, y político-militar  en lo externo (región latinoamericana  y otras de Asia y África)".[3]

Marcos Kaplán, bosqueja el perfil del narcotráfico cuando dice: “ Desde Colombia  y otros países andinos, el tráfico de drogas irradia a Centro, Sudamérica y el Caribe  y en su expansión tienden a reproducir los rasgos y tendencias  de una narcoeconomía, una narcosociedad  y una narcopolítica. Con ello, también  en lo internacional, dispone  de fuerzas, instrumentos y mecanismo de propaganda, diplomacia, violencia, corrupción, terror, intimidación y destrucción. Se ramifica y expande. Incluye  en las operaciones de su propio  constelación a grupos socioeconómicos, organizaciones e instituciones, guerrilla y escuadrones  de la muerte, políticos y gobernantes , funcionarios civiles y militares. El fenómeno  se reproduce y amplía más allá de diferenciaciones sociales, ideológicas, políticas, de régimen y sistemas. En su expansión internacional, los objetivos de los traficantes sigue siendo el lucro, el poder, la seguridad, la aceptación y el establishment  de la legalidad”. [3]
Lamentablemente, las drogas “figuran como cualquier otra mercancía globalizada”.

Del Olmo piensa  en su libro “¿Prohibir o domesticar?” que si “aceptamos  que las drogas son mercancías (con una especificidad particular, por su condición de ilegalidad), su consumo está determinado por las leyes del mercado, es decir , por la oferta y la demanda. La complejidad del modo de producción capitalista repercute en las drogas  como en cualquier mercancía, aunque de nuevo, de una manera distinta a causa de su ilegalidad. Por lo tanto, se creó  una compleja red financiera internacional, así como una de tipo económico para la producción, distribución y circulación, con características determinadas según cada droga”[4]

Se puede hablar de la industria de la marihuana, de la cocaína, del éxtasis o de las drogas de diseño, pero también hablamos del Paco, como ese residuo más dañino y letal, y todo  en igual línea, termina siendo  un gran negocio.
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[1]  Los 10 países en los que más se consume y se trafica cocaína
[2] Elsa María Fernández Andrade  “El narcotráfico y la descomposición política  y social: el caso de Colombia”
[3] Adalberto Santana,  “El narcotráfico en America Latina”. Editorial Siglo Veintiuno

[4] Del Olmo  “¿Prohibir o domesticar?: políticas de drogas en América Latina” – Editorial Nueva Sociedad.  

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