Cuando como observador se analiza la realidad argentina como un fenómeno que es diseñado sobre el
borrador de la historia, para luego transferirse
en un capítulo negro en nuestro presente. No solo se está mirando los números
fríos, en kilos y toneladas de algo que
conduce a la muerte. Se está poniendo la mirada sobre una realidad social que debe preocuparnos: la
droga. Ya que el narcotráfico, toma fuerza
y expone en cada acto de sus
operaciones, nombres famosos, políticos
y empresarios que protagonizan entre sombras un negocio que mueve millones.
La Argentina ya no es un país de paso, es un país de
consumo, de elaboración, de producción, fraccionamiento y comercialización.
Estamos enfrentando un grave problema, con implicancia política y con efectos
nefastos para las generaciones futuras.
Los jóvenes aquí son las víctimas principales y estamos en
un riesgo de ser un narco-estado por la conexión que hay entre los narcos y el
gobierno.
Las fronteras son un colador, por la ausencia del control
fronterizo. Asimismo los jueces blandos, la justicia politizada, y las fuerzas de seguridad totalmente
desguazadas, les hacen flaco favor a la
lucha contra el narcotráfico. Así, el futuro presidente deberá sentarse a trabajar en serio, sino
quiere que Argentina se convierta en Colombia.
Para ello se necesita que contemos con una Agencia Federal contra el Crimen
Organizado.
Ya que las mafias que actúan en este negocio se fortalecen
alrededor de sus familias y amigos, y luego encuentran su puente de penetración
en su propio ambiente, en su barrio, hasta extender su red de comerciantes y
consumidores más allá de los límites de la frontera.
El comercio se instrumenta desde el tráfico hormiga, las
mulas, los kioskos, hasta empresas con apariencia de otro negocio y los grandes
carteles, con participación de actores políticos, policías, jueces, abogados,
químicos, colaboradores, proveedores, etc.
Una trama donde cada uno cumple un rol y hace que el negocio sea a nivel
global muy lucrativo, aunque deje muchos muertos en su camino.
Si hablamos de datos, de acuerdo a la Oficina de las Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito (UNODC), tres de los
países con más consumidores de cocaína son: Argentina en primer lugar, España y
Reino Unido en segundo y tercer lugar.
Entre los países de Latinoamérica con más consumo de cocaína, en
personas de variada edad, (que va de
15 y 64 años), Argentina está en primer lugar, Chile en segundo lugar y Uruguay en tercer lugar.
Carlos Antonio Flores Pérez , investigador especializado en
narcotráfico y crimen organizado dice: “El proceso de producción, tráfico y
distribución incluye diversas fases. La hoja de coca se cultiva en Colombia,
Perú o Bolivia, y se procesa como clorhidrato en ellos mismos o, en ocasiones,
en un tercer país… El tipo de modalidad de envío y el mercado hacia donde se
pretende distribuir determina los contactos que deban hacerse con otros grupos
delictivos para facilitar su tránsito … se establecen asociaciones con grupos
centroamericanos y mexicanos para su traslado por tierra; con grupos
jamaiquinos si se pretende llegar por mar hacia la zona turística de las
Bahamas; y con grupos de delincuencia organizada africana, española y/o rusa,
si se pretende transportar por vía marítima hacia el mercado europeo".[1]
Explica Elsa María Fernández Andrade en su libro: “El narcotráfico
y la descomposición política y social:
el caso de Colombia” que “cuando
empleamos el término “narcotráfico” estamos considerando las etapas
diversas que involucran : el consumo-demanda, producción, procesamiento y comercialización de insumos industriales,
financiamiento, transporte, distribución, etc”.
Es decir, una perfecta
estructura que cubren distintas áreas, diseñada para el manejo del “negocio de la droga”.
“También consideramos
que el narcotráfico funciona de acuerdo a una lógica capitalista propia,
en que para lograr sus fines, los empresarios
emplean todos los medios
necesarios. Asimismo tendremos presente
que la mercancía son drogas ilegales de diferentes naturaleza: narcóticos,
alucinógenos y estimulantes; lo que lo asemejan, es que alteran el sistema
nervioso y la conciencia del individuo, que los ingiere y se adquiere en la
clandestinidad”.
“El narcotráfico no solo ha repercutido en el nivel social, sino también económico, porque al tener una lógica empresarial clara, se
comporta como cualquier empresa legal, la diferencia estriba en que este tiene mayor movilidad y es más
difícil atacar a toda la organización. Sin embargo su carácter ilegal no impide
a sus empresarios (narcotraficantes), intervenir en grandes negocios y lavar su
capital, muchas veces con la venia de las instituciones gubernamentales”.[2]
Y es ahí donde se
traba la lucha de los gobiernos contra el narcotráfico, porque se vale de este
para lograr sus objetivos y hacer sus
negocios.
Adalberto Santana, en su libro “El narcotráfico en América
Latina” dice que “en México, Centro, Sudamérica y el Caribe, se encuentran los
lugares en los que se cultivan, procesan y trafican grandes cantidades de
drogas que se destinan al mercado mundial…
Millones de dólares
provenientes de la producción, tráfico y comercio de drogas han llegado a
diversos actores latinoamericanos involucrados
en esa lucrativa empresa:
políticos, policías, militares, empresarios, artistas , etc. En un periodo
relativamente corto, se ha formado un nuevo segmento de la burguesía con
características propias: rico, poderoso y violento. El gran capital acumulado por las drogas se quedan en los principales centros de
consumo, en particular en EEUU, donde su gobierno ejerce una series de
presiones (como la certificación), contra
los países latinoamericanos y
otros del Tercer Mundo, responsabilizándose por la enorme oferta de drogas que
saturan el mercado. Esta política oculta la doble moral de una sociedad de
consumo [que crece], en la cual las drogas adquieren un papel fundamental para el ejercicio de las formas
de control social en lo interno, y político-militar en lo externo (región latinoamericana y otras de Asia y África)".[3]
Marcos Kaplán, bosqueja el perfil del narcotráfico cuando
dice: “ Desde Colombia y otros países
andinos, el tráfico de drogas irradia a Centro, Sudamérica y el Caribe y en su expansión tienden a reproducir los
rasgos y tendencias de una
narcoeconomía, una narcosociedad y una
narcopolítica. Con ello, también en lo
internacional, dispone de fuerzas,
instrumentos y mecanismo de propaganda, diplomacia, violencia, corrupción,
terror, intimidación y destrucción. Se ramifica y expande. Incluye en las operaciones de su propio constelación a grupos socioeconómicos,
organizaciones e instituciones, guerrilla y escuadrones de la muerte, políticos y gobernantes ,
funcionarios civiles y militares. El fenómeno
se reproduce y amplía más allá de diferenciaciones sociales,
ideológicas, políticas, de régimen y sistemas. En su expansión internacional,
los objetivos de los traficantes sigue siendo el lucro, el poder, la seguridad,
la aceptación y el establishment de la
legalidad”. [3]
Lamentablemente, las drogas “figuran como cualquier otra
mercancía globalizada”.
Del Olmo piensa en su
libro “¿Prohibir o domesticar?” que si “aceptamos que las drogas son mercancías (con una
especificidad particular, por su condición de ilegalidad), su consumo está
determinado por las leyes del mercado, es decir , por la oferta y la demanda.
La complejidad del modo de producción capitalista repercute en las drogas como en cualquier mercancía, aunque de nuevo,
de una manera distinta a causa de su ilegalidad. Por lo tanto, se creó una compleja red financiera internacional, así
como una de tipo económico para la producción, distribución y circulación, con
características determinadas según cada droga”[4]
Se puede hablar de la industria de la marihuana, de la
cocaína, del éxtasis o de las drogas de diseño, pero también hablamos del Paco,
como ese residuo más dañino y letal, y todo en igual línea, termina siendo un gran negocio.
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[1] Los 10 países en
los que más se consume y se trafica cocaína
http://www.infobae.com/2014/11/08/1607378-los-10-paises-los-que-mas-se-consume-y-se-trafica-cocaina (Los graficos fueron copiados de este artículo)
[2] Elsa María Fernández Andrade “El narcotráfico y la descomposición
política y social: el caso de Colombia”
[3] Adalberto Santana, “El narcotráfico en America Latina”. Editorial
Siglo Veintiuno
[4] Del Olmo “¿Prohibir o domesticar?: políticas de drogas
en América Latina” – Editorial Nueva Sociedad.
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