El periodismo digital llegó a Cuba, a la manera cubana.
Rodolfo Romero tiene 27 años. Recibió dinero del gobierno cubano para financiar un sitio de noticias. Se iba a llamar Cuba acusa pero no le gustaba el tono beligerante del nombre, entonces decidió ponerle Cuba denuncia pero descubrió que así se llama un sitio de disidentes cubanos exiliados. Romero es editor, en consecuencia, del sitio
. En este se denuncia y acusa sobre las diversas políticas de los Estados Unidos respecto a Cuba en los últimos 50 años. Romero actualiza el sitio junto a su equipo, dependiente del Ministerio de Cultura.
Como trabaja para un medio oficial, el equipo de Romero tiene siete computadoras con internet ADSL a su disposición, algo poco habitual en un país en el que la conectividad es difícil. Con un móvil de última generación, que cuesta veinte sueldos mínimos, es posible conectarse a través de diferentes puntos de wifi público disponibles en sesenta y cinco plazas de todo el país y en la puerta de los hoteles internacionales, pero para ello es necesario comprar una tarjeta de la empresa estatal Nauta que ahora se consigue a 2 CUC (poco más de 2 dólares estadounidenses) y habilita sólo una hora de trastabillada conexión, a ser distribuida a gusto por el usuario.
Rodolfo Romero en la redacción de "Cuba Denuncia", actualmente "Pensar en Cuba". (Foto: Daniel Wizenberg)
En septiembre de 2015, John Kerry, secretario de estado de EE.UU.
dijo que el país estaba dispuesto a invertir en telecomunicaciones. El Presidente Barack Obama lo reiteró en su visita a la isla seis meses después, en marzo de 2016.
Los norteamericanos detectaron algo cada vez más evidente, y es que existe una demanda de cambio para con los medios de comunicación, en cuanto a infraestructura y en cuanto a contenido.
Solo el cinco por ciento de los hogares tiene conexión a internet, y solo el 27 por ciento de la población tiene acceso a internet a través de teléfonos celulares que utilizan wifi público. La información circula a través del traspaso de material de mano en mano. DVDs, pen drives y links a través de los chat internos (está prohibido WhatsApp) circulan a la velocidad de la luz.
“En Cuba existe una realidad sui generis, donde la desconexión a la red de redes no es sinónimo de aislamiento cultural ni informativo”, dicen desde El Estornudo, un medio nuevo que se posiciona como independiente
pero citando a sus colegas de Cachivache.
“En cualquier cafetería o carro de alquiler resuenan a toda hora los éxitos de las listad de Billboard; apenas cinco días después de liberada en Netflix, la cuarta temporada de House of Cards – en alta definición – ya viajaba de memoria en memoria por La Habana”, ampliaban desde Cachivache.
Esa penetración capilar de contenidos a pesar de las dificultades hizo mella en la cultura de las nuevas generaciones que, a diferencia de la generación de sus padres, pudieron informarse y en efecto consumir mucho más allá de lo que la Revolución dictaminó.
Geografía periodística
El mapa de medios cubano está compuesto por tres tipos de medios: los centenares de medios estatales controlados por el Partido Comunista; los no estatales –medios alternativos a través de internet que se dividen entre los opositores al sistema (que quieren el fin del socialismo), y los no opositores (que critican a la dirigencia pero están relativamente a favor del socialismo); y, por último, los extranjeros –el “mainstream” internacional por un lado y los medios financiados por cubanos en el exterior, por el otro.
Los medios estatales están bajo la supervisión del Departamento del Partido Comunista de Orientación Revolucionaria, que desarrolla y coordina las estrategias de propaganda. La libertad de expresión y de prensa debe ejercerse de conformidad con los fines de la sociedad socialista y ninguna de las libertades concedidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, “ni contra la existencia y fines del Estado socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo”. Eso dice el Artículo 53 de la Constitución, que además establece: "la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada".
El diario papel
Granma, los sitios
Cuba Debate y
Juventud Rebelde, la señal Televisión Cubana y las emisoras
Radio Rebelde,
Radio Reloj (que dice la hora a cada minuto mientras en el medio lee una noticia) y
Radio Taíno son los medios masivos.
Los no estatales opositores tienen como exponentes a
14ymedio, y
Damas de Blanco mientras que entre los “no opositores” resaltan
Periodismo de Barrio,
El Estornudo y
Cachivache. Entre los opositores existe un caso particular: el sitio
Martí Noticias es financiado directamente por el gobierno de los Estados Unidos.
En cuanto a los medios extranjeros, por un lado están las corresponsalías de
Reuters,
Russia Today,
The Associated Press (AP),
Agencia EFE,
Agence France-Presse (AFP) y decenas de otros medios del mainstream internacional.
En 2007, el Centro de Prensa Internacional (CPI), organismo que se encarga de las relaciones con la prensa extranjera, expulsó a los corresponsales del diario mexicano El Universal, César González-Calero; del Chicago Tribune, Gary Marx; y de la BBC, Stephen Gibbs, por ver sus trabajos "negativos para la Revolución". Ese tipo de medidas se tomaban periódicamente hasta 2014, año en el que ese ejercicio amainó.
Por otro lado de los medios extranjeros, están los medios financiados por emigrantes cubanos como
OnCuba, que es el más importante, seguido por
CubaNet.
Crisis monopólica
“Aquí nos dijeron mucho tiempo que si cedíamos nos comían los yanquis, pues no, tenemos que poder decir lo que queramos sin que eso signifique que nos coman los yanquis, ya me veo que nos comen los yanquis igual y nos echan la culpa a los reporteros” comenta una periodista que trabaja en uno de los cuatro canales de TV oficiales, en donde cobra el sueldo mínimo de 20 dólares.
Quiere defender la revolución pero “no así”, y a los dirigentes se refiere como “los dinosaurios”. Colabora en "off" con otros periodistas de los nuevos medios que han surgido últimamente en internet, les pasa la información que ella no puede publicar.
En otro sentido, Laura Becquer, 28, lleva seis años trabajando para Granma, "
defiende los esfuerzos del periódico para no quedarse atrás en la era digital”, según Univision. "Asegura que los medios estatales están tratando de seducir a la audiencia con historias que no ignoran los fallos del sistema como un reportaje reciente sobre el encarecimiento de algunos productos básicos como el tomate y la yuca", según Univision. Doce millones de personas viven en la isla, la mayoría consume este diario.
"Granma es como el lobo, todo el mundo le tiene miedo, pero al final hay mucha gente joven tratando de hacer periodismo desde dentro con las limitaciones tecnológicas que tenemos”, ella dijo. Su oficina, como la de Rodolfo Romero, es uno de los lugares de la isla en donde mejor funciona internet.
La competencia entre la prensa oficial y los medios alternativos se siente en el aire, es una disputa sobre los contenidos y los matices informativos. Hoy, no es audiencia, no es mercado lo que hay en juego, sino discurso. El mapa de los medios cubanos se está reconfigurando al calor de la crisis del “qué decir” y el “sobre qué hablar”.
El descongelamiento de la Revolución recalentó la discusión sobre el enmarque. Se está derritiendo el control estatal de la información y se está desactivando la polarización.
Antes, los medios alternativos eran estrictamente opositores, eran “los medios de Miami”, un contradiscurso sencillo de desarticular para el Estado. Granma decía “es patraña de los gusanos” y se acababa, pero la mayoría de los nuevos medios alternativos no proviene de Miami, sino que están promovidos por jóvenes periodistas que proponen democratizar la Revolución. Son los que a fuerza de entusiasmo parieron la categoría de “no opositores”.
A un periodista argentino le pidieron un artículo para Cuba Debate sobre las elecciones presidenciales en su país, de octubre de 2015, en el contexto político latinoamericano. Luego de enviarlo le llegó una pequeña corrección: “La nota está muy bien (NdeR: el artículo criticaba a quien fuera elegido presidente, el centroderechista Mauricio Macri), pero Maduro es amigo…le quitamos esa partecita en la que dices que su poder político está cada día más complicado y ya”, le contestó la editora.
Hay, por un lado, prohibiciones (de enfoques, fuentes, citas) y por el otro una gimnasia: los editores entrenaron el músculo de la corrección en el terreno de la autocensura, siguiendo la política del “mejor no hablar de ciertas cosas”. Ningún medio oficial tiene permitido, por motivos que nadie explicó, escribir artículos sobre Corea del Norte. Se instaló una cultura periodística basada en evitar dar lugar al enojo de los dirigentes.
Pero la nueva camada parece agotada de eso: “Ahora más que nunca tenemos que ser más creativos y valientes, que se abran muchas cabezas y sobre todo esas que se quedaron en los sesenta”, dice un fotógrafo que aún trabaja en un sitio digital oficial. Pero no quiere dar su nombre, por temor a padecer algo como lo que le sucedió a una periodista que, como él, trabajaba en uno de los medios digitales del Estado. Por algunos comentarios y publicaciones en su Facebook criticando un discurso de Raúl Castro, sufrió el corte súbito de su conexión a internet y la exigencia del doble de trabajo que antes.
Los editores y directores de los medios de la Revolución no tienen autoridad para decidir sobre nada medianamente relevante. No trazan la política editorial, no difunden nada que no haya sido aprobado por el Partido Comunista.
Un conductor de "bici-taxi" ayuda a subir a una mujer en la puerta del "Comité de Defensa de la Revolución". (Foto: Daniel Wizenberg)
Durante el Día Internacional de los Derechos Humanos de 2015
no se permitió a periodistas de 14ymedio —medio fundado por Yoani Sánchez— informar sobre una protesta coordinada por TodosMarchamos, grupo en el que se organizan para movilizarse periódicamente contra el régimen de los Castro, y Damas de Blanco, según Amnesty International (AI). Dames de Blanco es un movimiento ciudadano cubano que reúne a esposas y otros familiares de presos cubanos, considerados generalmente como presos políticos aunque para la Revolución sean presos comunes.
De acuerdo con AI, un periodista que trabaja encubiertamente en La Habana con Damas de Blanco dijo que agentes de los servicios de Seguridad del Estado bloquearon la puerta del edificio donde los periodistas estaban trabajando y les dijeron: “hoy no van a salir”. En 2014, el artista grafitero Danilo Maldonado Machado, conocido como “El Sexto”, intentó realizar una performance en la que planeaba liberar a dos cerdos vivos cuyos lomos llevaban escritas las palabras Raúl y Fidel Castro. Antes de llevarla a cabo, fue acusado de desacato, y pasó gran parte de 2015 en prisión, aún cuando nunca fue acusado formalmente ni compareció ante un juez, según AI.
Los nuevos medios no opositores no dijeron nada al respecto. Desde los medios opositores señalan que quedan en esa postura resabios de la censura tradicional, “una omisión de la idea de que cuando se abre la posibilidad de la crítica se abre para cualquier crítica sino es un fetiche de apertura y no una realidad efectiva” según un periodista cercano a Yoani Sánchez, editora de 14ymedio.
Hay una pulsión democratizadora pero que parece estar anclada en la ampliación del “nosotros” y queda incompleta en la medida en que sigue excluyendo al “ellos”. A pesar de eso, se hace evidente el agrietamiento del monopolio estatal de la información. Aún en el subsuelo de la clandestinidad, o emitiendo desde Miami, siempre hubo medios opositores a la Revolución. Pero medios favorables a ella siendo críticos del Partido Comunista, diciendo que tal cosa está bien y tal otra mal, son inéditos en Cuba, en donde el periodismo se había acostumbrado a totalizar.
Medios del deshielo
Varios aspectos tienen en común los nuevos medios cubanos “no opositores”. Además de evitar pararse en los extremos, narran las historias que la prensa oficial no cuenta, hacen reportajes de denuncia pero también perfiles y crónicas de la vida cotidiana en la isla. Buscan un lugar entre Miami y la Plaza de la Revolución.
Cuando en diciembre de 2014 Obama y Castro oficializaron el comienzo del deshielo, ninguno de los nuevos medios “no opositores” existía. Todos nacieron en 2015.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es Periodismo de Barrio, cuyos integrantes figuran en los registros oficiales como “desempleados”. Un símbolo de que el gobierno revolucionario se fue flexibilizando con el tiempo, algunas décadas atrás hubieran sido declarados ilegales, el rechazo tornó en indiferencia, lo que al menos habilita existir.
Su fundadora, Elaine Días Rodriguez de 27 años, es parte de la red Global Voices, que articula a ciudadanos blogueros de todo el mundo. Fue una de las primeras cubanas en recibir una beca para estudiar en la Universidad de Harvard como Nieman Fellow. Después de juntar dinero y contactos, regresó a Cuba donde comenzó a desarrollar Periodismo de Barrio.
Se financia a través del aporte de agencias internacionales como la Fundación Sueca de Derechos Humanos y la Fundación Nieman, entre otras. Periódicamente publican “informes de transparencia” en donde detallan todos los gastos. Varias colaboraciones se pagan y el reducido equipo que trabaja diariamente en el sitio lo hace a tiempo completo. Hablan de la contaminación en el Delta del Quibú, pero también de cómo pasan las horas los pescadores de altamar, o cómo se prepara un judoca para los Juegos Olímpicos.
Una muestra de arte en Havana-Centro intenta simbolizar el choque entre lo viejo y lo nuevo. (Foto: Daniel Wizenberg)
El Estornudo es otro de los símbolos que resaltan. Después de ver a Kerry inaugurando la embajada norteamericana luego de cinco décadas sintieron que si las cosas estaban cambiando quizás había margen para dejar de reprimirse el impulso, como sucede con los estornudos cuando se está en un ámbito formal. Y estornudaron, estornudan y pretenden seguir estornudando.
Allí nadie percibe un centavo a pesar de que en el “off” del periodismo cubano se corre el rumor de que son financiados por el reconocido periodista del New Yorker, John Lee Anderson, quien se deshizo en elogios hacia el portal en más de una ocasión. Un par de fundaciones se han acercado a ellos (una española y una danesa) con interés de ayudarlos pero aún nada se ha concretado y piensan que ya tampoco se va a concretar “con estas dos gentes”, como las llaman.
Cubanos que viven en el exterior los han ayudado con el diseño de la página, el dominio y “la mayoría de las cuestiones técnicas”. Esa es, dicen, la única cooperación que han recibido. Así como a veces hay que mirar fijamente al sol para que salga el estornudo. Todos los colaboradores tienen que “aguantarse” de escribir para medios oficiales para ganarse la vida y para mantener El Estornudo, que definen como “su casa”, en el sentido de que cuando se sientan para escribir allí se relajan y dicen lo quieren.
Abraham Jimenez, el director, reparte su tiempo libre entre el medio que comanda y el consumo de deportes. Esperaba desde hace tiempo el verano de 2016: “la Euro, los Olímpicos, la Copa America, la final de la NBA, ¿qué más podemos pedir?”, se pregunta en Twitter.
Tanto en Periodismo de Barrio como en El Estornudo hay una preocupación por representar los intereses de las generaciones que emergen pero buscando escribir bien, contar buenas historias, construir crónicas, explorar el género del reportaje, inscribirse (e inscribir al periodismo cubano) en el “periodismo serio” y en la tradición del “Nuevo Periodismo”.
Cachivache, en tanto, busca introducir en el contexto periodístico de la isla algo que consideran no existe y es la cultura de los “milenials” (aquellos nacidos entre 1980 y el 2000) en versión cubana, o como ellos la llaman: “los nativos digitales pero por USB”. Se definen como hijos “de una educación que prioriza lo seguro por sobre lo novedoso”.
Se enorgullecen de ser hijos de las “LAN Party”, fiestas en las que se reúnen todos los jóvenes que juegan en redes virtuales (dentro de las fronteras de la isla). Creen que hay una especie de nebulosa para la dirigencia del Partido Comunista que es “ese complicado triángulo amoroso que forman la cultura, la tecnología y la sociedad”. Se llaman Cachivache por “la realidad cubana de hoy” y buscan no mostrar lo que sucede afuera de la isla sino “cómo se refleja en Cuba lo que está pasando en el mundo”.
El espíritu buscado es el de una publicación que se mete donde no debiera, no por el contenido sino por el género de los temas, ya que intenta hablar de cuestiones que a muchos editores de medios estatales les pudieran parecer demasiado lejanas a la realidad cubana, como las series de televisión, las pistas de skate, los youtubers o los videojuegos. David, su director, se define como “workaholic”. Javier, uno de los redactores, es un amante de los videojuegos. Ania, la diseñadora, elige definirse en cambio de una manera que le resulta contundente: “soy joven en Cuba”. El equipo está conformado apenas por unas cinco personas entre editores, especialista en redes sociales y diseñadora. El 90 por ciento de los trabajos son de colaboradores.
Los rumores de pasillo los acusan de ser paraestatales, de recibir dinero de Rene González, uno de “los cinco héroes” (los famosos espías cubanos que fueron prisioneros en Estados Unidos hasta diciembre de 2014) cercano a la cúpula del Partido Comunista. Cachivache es señalado por colegas de los nuevos medios de ser “retwitteado” por Cuba Debate y Juventud Rebeldefrecuentemente. No suele haber críticas al Partido pero tampoco fervorosas defensas como sucede en los medios estatales.
David, el director, aclara que están patrocinados por Resumen Latinoamericano, un medio de Argentina que dirige Carlos Aznarez, un exmilitante activo de la agrupación guerrillera de la década de 1970 “Montoneros”. Él dijo que aunque tiene independencia en la gestión de la redacción y el equipo de trabajo, sigue de manera general las pautas editoriales de su sponsor. “Por eso no nos autodefinimos como medio independiente, somos un híbrido medio raro”.
Sobre otro de los nuevos medios, OnCuba, también sobrevuela el fantasma de “un padrino”. OnCuba es oficialmente un medio extranjero pero en la práctica se hace en La Habana. Quien financia el portal es Hugo Cancio, que migró a EE.UU. en 1980, cuando tenía 15 años. Desde entonces, ha emergido como embajador no oficial de las oportunidades de negocio en Cuba, trabajando en colaboración con los gobiernos de los dos países. Es titular de una empresa llamada Fuego Enterprises, en Miami, desde la cual financia el portal de noticias.
El estilo sigue la tónica del resto de los nuevos medios. Periodismo de denuncia, crónicas de la vida cotidiana y novedades culturales. Reportajes con historias que van desde la cárcel hasta la cotidianeidad de los campesinos de Pinar del Río, pasando por la vida cotidiana del cantante Pablo Milanés. A diferencia de otros medios, como
CubaNet (que fue fundada desde Miami por el periodista exiliado Hugo Landa en 1994), OnCuba se hace en territorio cubano, con periodistas cubanos procedentes de medios estatales con los que están disconformes.
Los nuevos medios son el resultado de una generación que discute con lo establecido y que se esfuerza por hacer buen periodismo. ¿Qué sucederá con ellos si se liberaliza completamente la isla y empiezan a poder recibir publicidad? Los nuevos medios logran sobrevivir, en promedio, con 20 dólares al mes, discutiendo con el Estado pero sin convivir aún con el mercado.
Son más hijos de su época que de sus padres, los aborda un latente desafío de trascendencia.