lunes, 18 de abril de 2016

CONDUCTORES CON UBER GANAN MÁS QUE CON UN TAXI

El ingreso de UBER a la Ciudad de Buenos Aires genera intensas polémicas. La experiencia en otros países muestra que las resistencias de los taxistas son naturales pero difícilmente eviten usar una tecnología que permite brindar un servicio de más calidad a menor precio y, además, es fuente de muchas e interesantes oportunidades laborales. En vez de poner trabas a la innovación, el Estado debería concentrarse en promover su incorporación, facilitar la transición y generar condiciones para que todos puedan aprovecharla.
UBER Technologies es una empresa de transporte de pasajeros urbanos no convencional. Su operatoria se basa en un aplicativo para teléfonos celulares que permite poner en contacto a una persona que desea movilizarse con otra que está disponible para realizar el viaje con su auto particular. El servicio se paga por medio electrónico y UBER obtiene una comisión por facilitar el acuerdo. No hay relación laboral entre UBER y el chofer, y el aplicativo ofrece la posibilidad de conocer la opinión de los usuarios sobre la calidad de los servicios brindados por cada chofer.
Los taxistas denuncian competencia desleal. Sostienen que la empresa no abonó el costo de la licencia estatal para transportar pasajeros, que no se cumple con la legislación laboral, no se pagan cargas sociales, ni se somete a las regulaciones y trámites que estipula la Ciudad de Buenos Aires para los taxis.
El análisis de la experiencia del ingreso de la empresa en otras ciudades ayuda a mirar con objetividad este tema sensible y polémico. Según un estudio realizado sobre los conductores que trabajan gracias al app de UBER en varias ciudades de los EEUU aparece que:
El 80% de los choferes asociados a UBER tiene otro empleo.
El 50% le dedica al trabajo conseguido en UBER menos de 15 horas semanales
La remuneración horaria promedio en UBER es un 50% superior a la de un taxista.
Estos datos señalan que UBER es una fuente generadora de interesantes oportunidades laborales. Entre quienes se asocian a UBER prevalecen personas que tienen otro empleo (sólo el 20% no tiene otra ocupación y la mayoría son estudiantes y jubilados) y que le dedican relativamente pocas horas semanales a la actividad. Es decir, se trata de un trabajo part-time que complementa los ingresos de una actividad principal. Lo interesante es que, más allá de que la comparación no es rigurosa ya que no se consideran los costos del uso del auto particular, en la experiencia de los EEUU el ingreso horario de un asociado a UBER es superior a la que obtiene un taxista tradicional.
¿Cómo se explica que se pueda dar un mejor servicio, a precios más bajos y generando una remuneración más alta a quien lo provee? Parte, es un derivado de la eficiencia que permite el uso de la tecnología. Influye la fluidez para conectar oferta y demanda y posibilitar el pago electrónico. Otro punto clave son los controles de los usuarios sobre los choferes que, con UBER, son mucho más eficaces y baratos que los que hace el Estado sobre los taxistas. A esto se agrega la ventaja de que los choferes pueden, a través del aplicativo, registrar los pasajeros conflictivos, delictivos o riesgosos, controles que en el sistema tradicional no son posibles.
Es probable que la reducción de costos más importante surja porque UBER permite eludir regulaciones innecesarias o de muy baja eficacia. Operar un taxi en la Ciudad de Buenos Aires implica cumplir con una serie de trámites burocráticos y pagar una licencia costosa que brinda el beneficio de disfrutar de un monopolio. Si el dueño de la licencia contrata a un chofer se le aplican cargas sociales que reducen el ingreso del trabajador y aumenta los costos del servicio. El éxito de UBER se basa en establecer un mecanismo más eficiente de organización del transporte urbano, que elude regulaciones innecesarias y genera beneficios a los usuarios y a los trabajadores del sector.
Las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires no deberían sumarse a las resistencias de los taxistas sino buscar alternativas para que ellos también se modernicen. Resistir el avance de la tecnología se asimila a la estrategia de los socialistas románticos del Siglo XIX que destruían las máquinas para cuidar las fuentes de trabajo. Un mal antecedente a lo que ya se está presentando en otras actividades, como cajeros de supermercados (con el autoservicio en el uso del lector del códigos de barras) y profesiones tradicionales como abogados, contadores, escribanos y médicos (con la digitalización de expedientes, historias clínicas y estados financieros junto con la firma digital).
FUENTE IDESAwww.idesa.org - enviado por mail

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos