jueves, 14 de septiembre de 2017

Que el intervencionismo no limite los beneficios del sol.

Por María Celsa Rodríguez
Aun importamos energía en Latinoamérica cuando podemos hacer uso de la tecnología a través de las placas solares, que están generando nuevas fuentes de producción y empleo, nuevas innovaciones y capacitaciones, tanto en los llamados paneles fotovoltaicos, utilizados para generar electricidad, y los paneles térmicos para producir agua caliente. 
Y la que se obtiene del viento, que es  la energía  eólica.

Sin embargo, estos beneficios del capitalismo a veces son limitados por aquellas medidas estatales que les imponen reglas, restricciones e impuestos al desarrollo y a la calidad de vida. Tal el caso de lo que pasa en España con el famoso “impuesto al sol”.
Justamente España que fue el país que impulsó  el uso de la  energía solar, luego por disposición del gobierno complicó el proceso de auto-consumo, al ver que traería como efecto una reducción de la recaudación.

En contraposición al resto de Europa que se ha posicionado en contra del impuesto al sol, España creó una Comisión de expertos para que estudien la transición  energética  y que se focalicen en analizar qué efectos positivos se  generan  en la competencia de la economía, en la sustentabilidad del medio ambiente  y en la creación de empleo con más agentes técnicos para su instalación, mantenimiento y control.  Por otra parte, poniendo la mirada en Latinoamérica, los países hoy están beneficiados por los recursos que poseen, dentro de un marco regulatorio flexible y adaptable. 

Algunos ya han experimentado un avance significativo en el uso de estas tecnologías con apoyo de capitales privados pero desarrollado dentro de programas de políticas públicas de calidad significativa. México, Chile, Brasil y Argentina son los países que ya la están aplicando.
Pero volvamos al punto del impuesto al sol. Un ejemplo: en una facturación de consumo de 600 euros  anuales  habría un ahorro energético de 200 euros usando 5 placas solares, y el impuesto al sol que se debería pagar seria de 65 euros.

A través del decreto real 900/2015 está regulando la administración, estructuración técnica y económica de las formas de suministro de energía por medio del auto-consumo. En este decreto de 44 páginas, mas allá de toda su fundamentación, busca justificar un impuesto en donde hace epicentro el intervencionismo que desde conceptos propios  trata de seguir sosteniendo las subvenciones de energía.


Un mercado joven se afianza con pie firme, y es clave para su crecimiento la máxima des-regulación posible, es cierto que las fuentes de inversión y financiamiento deben abrir las puertas para su expansión,  por otro lado la burocracia deberá reducir las presiones para su activación.  

Por algo la Green Technology Media (GTM), considera a esta parte de Latinoamérica "una de las más atractivas del planeta para el desarrollo solar", no la desaprovechemos.

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