martes, 27 de noviembre de 2018

Víctima de las malas ideas. Por el Dr Santos Mercado Reyes

Las ideas tienen consecuencias, pueden conducir al paraíso, pero también al infierno.
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La universidad pública ha caído en franca crisis, ha perdido pertinencia, se ha hecho obsoleta, no responde a las necesidades del país y se han convertido en fuente de conflictos internos y a veces violentos, Que parecen “nido de víboras”. Ocurre en todas las universidades fundadas por el gobierno y merece estudiar el fenómeno, buscar las causas, analizar los modelos y las ideas que sustentan su organización. 
Trabajadores siempre inconformes, profesores de salarios bajos, alumnos desertores, profesionistas frustrados, sindicalismo, mafias, estancamiento son fenómenos comunes. También hay algunos doctores y funcionarios con sueldos altos, becas, estímulos y presupuestos para viajar por todo el mundo. ¿Cómo es que, en casi un siglo de existencia de la UNAM, UAM, IPN y otras, ni sindicatos, ni huelgas, ni rectores han sido capaces de darle una vida digna a sus trabajadores, a sus profesores e investigadores y a los alumnos una educación competitiva, de calidad capaz de darle mejor futuro al país? Y esto, a pesar del gran gasto educativo, las buenas instalaciones y con docentes e investigadores formados en buenas universidades. 
La explicación radica en nuestras viejas y malas ideas que nos conducen a una inadecuada organización. Recordemos que los gobiernos usan los impuestos y piden prestado para construir y asignar recursos anuales, seguros y constantes a cada universidad, para sueldos y mantenimiento. Las acostumbró a vivir del Estado, y por eso, solo se les ocurre estirar la mano para pedir más presupuestos, “porque así ya se estableció en la Constitución”. Cada año piden al gobierno 50, 80 o 100% de aumento y al final solo reciben un 3 o 4%. Una cantidad ridícula que ni siquiera cubre lo de la inflación. Esperan al siguiente año, amenazan con huelgas inútiles y perjudiciales para la investigación y el ritmo del alumno, todo para ver si logran un 60% y nuevamente reciben nos aplica 3.4%. Qué historia tan ridícula y así llevan 40, 70 o más años haciendo lo mismo. 
Ahora que habrá un gobierno radicalmente izquierdista, ¿qué harán? ¿Incomodarán las universidades marxistas al presidente de la cuarta transformación exigiéndole un sustancioso incremento de sueldos y salarios? o serán dóciles trabajadores para recibir lo mismo de siempre. 
Los universitarios, deberían atreverse a tomar su destino en sus propias manos y sin abrigar falsas esperanzas de ningún gobierno, sea de izquierda o de derecha. Deberían decidirse a ser actores, no simples espectadores que se mueven conforme a los caprichos del poder político. Sólo necesitan desechemos viejas ideas y actitudes. 
El personal universitario no fue consultado para crear las universidades de gobierno. Nunca les preguntaron cómo debería ser el modelo institucional, cómo se manejarían las finanzas. Poco se habla del tema financiero, siendo el factor que explica muchos males de las universidades públicas. Fue una decisión del gobierno de Portes Gil o de Luis echeverrista imponer un modelo financiero inadecuado y por eso funcionan mal. Construyeron a la UNAM, UAM e IPN como aparatos burocráticos colgados a los impuestos, completamente subordinados a los subsidios caprichosos del Estado y con la prohibición de ser productiva. Es un esquema financiero perverso que garantiza el deterioro y luego el fracaso de la institución. 
Vivir de subsidios, es decir, de impuestos, es lo mismo que vivir del robo. El gobierno no produce riqueza, la extrae de manera forzosa y violenta del sector privado, es decir, de la gente productiva, del comerciante, empresario y trabajador de empresas privadas. El gobierno sólo consume riqueza y la gasta dando subsidios a otros sectores improductivos: IMSS, ISSSTE, Congreso, escuelas de gobierno, etc. Los impuestos son robo pues nadie los paga por voluntad propia, si no pagas pueden privarte de tu libertad, es semejante al ladrón que te pide la cartera en la esquina de tu casa. El gobierno solo sabe gastar y, por cierto, siempre la gasta mal. De lo que roba al sector privado nos reparte un poco para que sostengamos el sistema de robo. Eso nos convierte en cómplices, nos transforma en delincuentes involuntarios. Por eso funcionamos mal y no tenemos ningún futuro de seguir así. 
No solo a los empleados de las universidades de gobierno les pervierte con los subsidios, también a los estudiantes. En efecto, les hace pensar que el gobierno es bueno porque les da educación gratuita, pero cuando ves que la UNAM acepta menos del 10% de los que quieren formarse aquí, y que de los aceptados solo al 10% les da un título universitario y que solo el 30% de los titulados trabajan en lo que estudiaron y con sueldos de hambre. Y cuando ves que los alumnos titulados no son competitivos pues ni siquiera dominan el idioma inglés y que esos titulados son incapaces de formar empresas que produzcan bienes, servicios y generen nuevas fuentes de trabajo, llegas a la conclusión de que la institución es casi un fraude para los alumnos, y para la sociedad. Y eso ocurre a pesar del trabajo duro y abnegado de muchos profesores e investigadores. 
A obreros y trabajadores comunes se extraen recursos para sostener universidades donde sus hijos nunca tendrán un título universitario. A empresarios se les quita parte de sus ganancias para formar alumnos con ideología anti empresarial, es decir, enemigos de la empresa. Profesionistas que creen que ganar dinero es un pecado y terminan en cualquier trabajo mal pagado. 
El sistema de la UNAM, por ejemplo, es una copia fiel del sistema prusiano del canciller Otto Bismarck del siglo antepasado: control monopólico del gobierno para controlar las mentes inquietas, que no le hagan olas al Estado y que se sientan agradecidos con el Estado ¨por haberles dado educación gratuita¨. Por eso se ve que la mayoría de docentes no quieren cambiar nada, defienden el Statu Quo, se conforman con el arrocito que les arroja el gobierno. Y los que ganan bien, son los más reacios al cambio, sienten que podrían perder sus privilegios y desalientan toda propuesta nueva. Pero no podemos seguir así. 

Solo quedan dos opciones: 

A) Seguir como hemos vivido. Aguantar la suerte que nos impongan los gobernantes en turno. 
B) Tomar las riendas en nuestras manos y construir una verdadera universidad donde trabajadores, profesores, alumnos y la sociedad misma salgamos beneficiados. 

¿Qué podemos hacer? 

Cambiar el esquema de financiamiento dentro de las instituciones educativas. Es posible, pues la Ley Orgánica indica que tienen libertad para organizarse como mejor les convenga a fin de lograr los objetivos de la universidad. Cada Unidad educativa debe vivir de colegiaturas, no de presupuestos decididos por entidades externas. 
Aceptemos que los dineros llegan a las rectorías de la institución. Se puede introducir el sistema del voucher o BONO UNIVERSITARIO, que rectoría le daría cada mes a los alumnos pobres para que paguen la colegiatura en la Unidad de su preferencia. 
Cada unidad deberá ser autónoma para decidir el uso de esos ingresos, para sueldos, mantenimiento, etc. Prácticamente, la Unidad recibiría lo mismo, pero de la mano del estudiante. 
Cada unidad debe decidir el ingreso de alumnos nacionales o extranjeros que estén dispuestos a pagar la colegiatura real. Eso daría una cantidad significativa de recursos adicionales. 
En lugar del examen de admisión, que ha sido ineficiente, se debe establecer una cuota de ingreso de, digamos, $10 mil pesos. Es una forma de que el alumno evalúe a la institución y se autoevalúe si realmente quiere estudiar determinada carrera. Se reduciría la deserción. 
Se puede crear el BANCO UNIVERSITARIO para brindar préstamos a los alumnos que lo requieran y así no vean truncada su carrera. Así podrían sacar rápido sus estudios en lugar de tardar más de siete años. Este banco podría absorber a miles de estudiantes y egresados y tener a los trabajadores como socios y dueños del banco. 
Promover que cada unidad produzca patentes, genere empresas, negocios, venda consultorías y tenga una producción editorial rentable para el autor y la institución. 
Cada unidad debe disfrutar de autonomía financiera, administrativa y académica. 
Estas propuestas intentan romper el viejo esquema de estatismo universitario que poco ha servido al país. Los alumnos deben ser formados con una mentalidad emprendedora, que dominen idiomas, que los profesores tengan los mejores ingresos de nivel internacional, que los directivos se postulen a los puestos con la idea de hacer más productiva a la universidad, que la sociedad se sienta orgullosa de enviar a sus hijos a una institución que les da un mejor futuro. ¿Podemos lograr todo esto? 
Si queremos, podemos
Enviado por su autor desde México

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