viernes, 19 de abril de 2019

Inflación imparable y manotazo de ahogado en el Banco Central


Dos días atrás se conoció en Argentina el último dato de inflación mensual. Se sabía que iba a ser “malo”… Es decir, que la variación de precios para el mes de marzo iba a ser alta y mucho mayor a la esperada.
Previo al anuncio, se comentaba que podía estar en torno al 4% mensual. Horas antes llegó a mi Whatsapp un rumor de que el dato finalmente sería de 5,7%.
Catastrófico.
Finalmente, el número real que divulgó el ente estadístico fue 4,7%.
Los precios en esta primera parte del año acumulan así un alza del 11,8%. Si se repitiera durante los próximos trimestres del año haría que la inflación de 2019 cerrara en 56,2%, 10 puntos por encima de la del año pasado.
Sin dudas, eso sería lapidario no solo para las chances electorales de Cambiemos, sino también para el bolsillo de los argentinos.
¿Es posible que esto ocurra? Lo analizamos a continuación.
Dólar y tarifas
Entre 2007 y 2015, la inflación anual promedio fue de 25%. Ese dato se combinó, además, con un congelamiento casi total de las tarifas de servicios públicos y, a partir de 2011, con un cepo cambiario que buscó frenar al dólar.
Terminado el kirchnerismo, se levantó el cepo cambiario y comenzó un gradual proceso de ajuste de tarifas para llevarlas a un punto donde los subsidios sean nulos.
La idea es que estos precios recuperen todo lo perdido frente a la inflación y, encima, generen una rentabilidad para las empresas productoras.
Dólar libre y tarifas “normalizadas” son elementos totalmente estándar en las economías civilizadas del mundo. Sin embargo, en una Argentina que acarrea al menos 12 años de inflación muy alta, los movimientos de estos precios pueden generar algunos dolores de cabeza.
¿Por qué?
Al mirar el dato de inflación acumulada en el trimestre para el Gran Buenos Aires, se observa que de los 11,8 puntos que subieron los precios, 3,7 están explicados por el aumento del rubro “Alimentos y Bebidas”, mientras que “Vivienda, Agua y Electricidad” explica 1,6. O sea que ambos rubros explican el 55% de la inflación del año.
¿Y qué tiene que ver esto con el dólar y las tarifas? Que las tarifas pegan directamente en el rubro de vivienda y el dólar directamente en alimentos y bebidas, puesto que se trata de productos transables, cuyo precio se fija en mercados internacionales.
¿Y el dinero?, ¿y el déficit?, ¿y Candela?
Leído lo anterior, uno podría preguntarse qué pasa que no se dice nada sobre la cantidad de dinero en relación con la inflación. Claramente, no vamos a ser nosotros quienes neguemos esta relación.
No hay proceso inflacionario que no esté precedido por un crecimiento sostenido de la cantidad de dinero en una economía. Y no existe este proceso sostenido sin un Estado que gaste sistemáticamente por encima de lo que recauda.
Ahora bien, en Argentina el Banco Central se comprometió en junio de 2018 a no emitir más pesos para financiar al gobierno y en octubre de 2018 a no emitir más pesos por ningún concepto. Por su parte, el Tesoro tiene el compromiso de reducir su déficit fiscal, para llegar este año a un resultado primario de 0% respecto del PBI.
Estas dos medidas van en la buena dirección, pero no van a dar resultados de manera inmediata. En el gráfico de abajo –tomado de un libro de José Di Gregorio, experto en economía monetaria y presidente del Banco Central de Chile entre 2007 y 2011- puede verse la relación entre la emisión y la inflación a corto y largo plazo.
En ambos gráficos cada punto representa un país distinto. Si la relación emisión-inflación fuera de 1 a 1, entonces cada punto se debería encontrar sobre la línea de 45°. Sin embargo, especialmente en el gráfico de la izquierda, eso no ocurre y la dispersión es importante. Es decir, a corto plazo –cuando se miran datos de solo un año-, la relación entre moneda y precios es relativamente débil.
En el segundo gráfico los puntos están mucho más cercanos y alineados con la línea de 45°. Esto quiere decir que la relación es mucho más fuerte entre una cosa y la otra. Al tomar una muestra de 20 años, la relación es innegable.
Nuevos anuncios
La relación entre el dinero y la inflación es innegable. Pero como también decía la semana pasada, los efectos de uno sobre la otra no son inmediatos. Y este es el gran problema para la Argentina de hoy. Los tiempos en que puede operar la política monetaria son más lentos de lo que exigen los tiempos electorales.
Es por esto que el Banco Central decidió hacer un nuevo cambio en su política monetaria. Esta vez la modificación apunta a controlar más al dólar, ya que ahora el techo de la banda de flotación quedará fijo en $ 51,45. Además, hasta el 30 de junio no habrá piso. O sea que si el dólar tuviera que caer, el Banco Central dejará que esto ocurra.
Como puede observarse, toda la artillería del Central apunta a que el dólar esté lo más quieto posible de acá a fin de año. Esta estrategia, como comenté en un tuit, podría generar un efecto de desinflación más rápido que el originalmente planeado. Sin embargo, esto no es gratuito, sino que se hace a costa de la previsibilidad y de una muy debilitada credibilidad del Banco Central.
Esperemos que lo primero pese más que lo segundo… Si no, estamos en problemas.
Saludos, 
Iván Carrino
Para CONTRAECONOMÍA

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