miércoles, 16 de enero de 2013

Con Chávez, Sin Democracia
Leonardo Girondella Mora
“… nosotros estamos más unidos que nunca, nos estamos matando de amor, por el pueblo, de lealtad hacia Chávez”. Nicolás Maduro 
Los hechos en Venezuela muestran un caso de inmadurez política extrema —un presidente reelegido una y otra vez que enferma y no puede ir a la ceremonia de su toma de posesión, pero no importa la legalidad porque el personaje es mucho más que un simple humano.
Una nota de El Universal (11 enero 2013) contiene elementos que destaco en lo siguiente a lo que añado mis comentarios.
1. La ausencia de Chávez, por enfermedad supuestamente fatal, provocó una sustitución de ceremonias —en lugar de toma de posesión, hubo una toma de espacios públicos.
No sólo ciudadanos venezolanos que portaban mantas, también “los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega, de Bolivia, Evo Morales y de Uruguay, José Mujica, entre otros funcionarios latinoamericanos…”
La gente gritó “Con Chávez y Maduro, el pueblo está seguro”.
2. Hubo otra sustitución, la de Chávez por su heredero oficial, Nicolás Maduro —quien no realizó sustitución alguna al emplear el mismo tono e ideas de Chávez en su discurso:
“Comandante: aquí hay un pueblo leal que lo eligió, que lo defiende y que hoy ha venido con la Constitución en la mano a hacer un juramento colectivo.
“Él se encuentra en este momento en batalla. Y nosotros le decimos: tranquilo comandante, continúe en su batalla que aquí tiene un gobierno bolivariano respaldándolo firme.
“Nosotros somos soldados militantes de nuestro comandante Hugo Chávez Frías
“Si ustedes no reconocen el gobierno legítimo en funciones del presidente Chávez, nosotros estamos evaluando legalmente acciones muy contundentes porque si usted no me reconoce a mí, yo no estoy obligado a reconocerlo a usted.
“nosotros estamos más unidos que nunca, nos estamos matando de amor, por el pueblo, de lealtad hacia Chávez”.
3. La noticia y sus elementos confirman —otra vez— la transformación que sufre la nación que da entrada a quienes sufren el síndrome de la iluminación política. Son esas personas que creen poseer un conocimiento privilegiado, superior al del resto, que les permite dirigir a todos hacia la sociedad perfecta que él ha inventado.
Parte intrínseca de esa transformación es la erección del iluminado a un estatus cuasi divino —uno al que se debe obediencia sin cuestionamiento. A él se le promete lealtad a toda prueba, a él no aplican las leyes porque él es la ley, él está siempre en lucha y exige soldados no ciudadanos, a él se ama y cualquier oposición es herejía.
4. La nación deja de ser una democracia —deja de tener libertades— y se transforma en un nuevo tipo de monarquía ilustrada. Una que se justifica en la superioridad del líder y que lo hace diferente a un dictador, palabra que ya no lo describe correctamente.
Es claro que su palabra es ley, que su voluntad es mandato para todos, y en este sentido es un dictador —pero lo que lo hace diferente es la iluminación que posee, el conocimiento privilegiado que tiene y que le lleva a una posición excepcional, cuasi divina.
5. Esto es lo que cambia las cosas. Un dictador tiene connotaciones fuertes, de crueldad, maldad, perversidad, injusticia y vileza —todos estarían dispuestos a ir en su contra.
En cambio, el iluminado es un dictador que ha borrado esas connotaciones y las ha sustituido por su opuesto. Es él bondadoso, bueno, justo, equitativo, recto, bien intencionado —sería sólo un loco quien quiera estar en su contra.
Un dictador es una maldición. Un iluminado es una bendición, aunque ambos sean similares.
6. Termino con una palabra de advertencia a los ciudadanos. Dentro de una democracia están ellos siempre bajo riesgo de elegir a un iluminado —un resultado electoral que terminará por destruir el sistema de votos que daría entrada a su destitución.
Pueden los ciudadanos reconocer a tal sujeto —con sólo examinar su retórica es fácil identificarlo.
Fuente:Contrapeso.info

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos