sábado, 4 de julio de 2015

Una final mediocre por Federico Tessore

Ansioso por el partido de esta tarde me propuse un juego: cuál sería el resultado del partido de Argentina y Chile si sus equipos se comportaran como sus respectivas economías, si Vidal fuese la inflación y Messi, digamos, el crecimiento. En primera instancia no parece tan divertido como verlos jugar en el Estadio Nacional pero le aseguro que el resultado lo sorprenderá.
ImageDesde Miami
Y de repente llegamos a la final de la Copa América. Después de casi un mes de sufrir y celebrar, llegó el momento de definir qué país tiene la mejor selección de fútbol del continente…
La verdad hubiese preferido otra final. Es que en Inversor Global tenemos nuestros corazones divididos: dos de nuestras más viejas oficinas están en Buenos Aires y Santiago.
Sin embargo no le voy a mentir, por más que he forjado muchas amistades del otro lado de la cordillera, mi corazón será siempre argentino.
Pero si logro dejar aquellas emociones de lado, lo que me sale no es ni el argentino ni el chileno sino el “economista” que llevo dentro. Por eso me pregunto qué sucedería si jugásemos un “partido económico” entre los dos países.
Para eso voy usar como base los últimos cinco años. Porque le recuerdo que el 2010 fue el último “buen año” para ambos países en materia económica, de crecimiento y de inversión.
Crecimiento
Si de crecimiento se trata, digamos que la ventaja aquí es de Chile.
El promedio de crecimiento del PBI en Argentina desde 2011 a la fecha es de 0%, según las mediciones privadas (las únicas más o menos confiables).
Sin embargo, Chile ha crecido en promedio 4,5% anual en los últimos 5 años. En ese mismo período pasó de un PBI per cápita de US$11.929 en 2010 a US$14.488 el año pasado, un aumento del 21,5% que no está nada mal, pero que aún se encuentra muy lejos de las economías desarrolladas.
Por lo que, desde mi punto de vista, esto no sería suficiente para sacar ventaja.
Y si además tenemos en cuenta que el PBI potencial de Chile es de 5% anual para arriba, y que el Banco Central tuvo que admitir que este año la expansión será apenas de 2% a 2,5% anual, yo diría que el marcador sigue en cero.
Inflación y gasto fiscal
Aquí no hay Messi que nos salve. Argentina pierde por goleada por la persistencia de una elevada inflación. En el último ejercicio, el costo de vida se incrementó a un ritmo promedio de 28% anual.
Y la causa de esto tiene una génesis muy identificable y de la que ya hablamos muchas veces: el descontrolado gasto público que crece por encima de la recaudación, junto a una brecha de ingresos que se amplía cada año.
Al otro lado de los Andes, la inflación se ha mantenido estable, en torno a 3,2% anual durante los últimos 5 años. Como meta objetivo el banco central chileno debe mantener la inflación en torno a 3%.
Pero Chile enfrenta un alza de tipo de cambio que encarece los bienes importados, afectando bienes indexados en UF como salarios, créditos y hasta la compra de viviendas.
Sumémosle a esto la reforma tributaria que rige oficialmente este año, y que afectó a bienes como cigarrillos y bebidas, y aumentó el impuesto a la compra-venta de propiedades nuevas.
Peor aún, en materia de gasto fiscal Chile pasó de un superávit de 1,2% del PB en 2011 a -1,6% en 2014 como consecuencia de una menor recaudación por la baja del precio del cobre y por el mayor gasto del gobierno para financiar sus reformas. Ante la evidencia de estos últimos números que tiene Chile, yo diría que tampoco están sacando ventaja. Y que por ahora el partido se juega lejos de las áreas.
Política monetaria
Aquí comienza a aparecer una marcada diferencia.
De las fuentes habituales de financiamiento, el Tesoro argentino tiene dos caminos vedados. No puede aumentar los impuestos porque la presión tributaria ya es récord (40% del PBI). Y tampoco puede salir a buscar deuda en los mercados internacionales a causa del litigio que tiene con los fondos buitre por eldefault de 2001.
Así que no le queda otra que emitir más dinero.
Por ende, los agregados monetarios crecen a un ritmo superior al 30% y no hay señales de moderación. Y el segundo semestre de 2015, además de la típica estacionalidad de fin de año, traería una emisión de dinero récord.
Es muy fácil inundar de billetes la economía. Pero las consecuencias serán nefastas.
Es verdad que con esto el Tesoro cubre parte de sus necesidades financieras. Pero la voracidad del gasto ha sido tan grande, que ya no alcanza. Por eso se estima que este año el déficit fiscal alcance los 7 puntos del PBI, una cifra inédita para la historia argentina.
A esto le sumaría un problema de solvencia más que preocupante. Grave.
Porque el Banco Central argentino está funcionando como una verdadera “caja chica” del Tesoro. Y por ello es que ha perdido más de US$ 20.000 millones de sus reservas desde fines de 2010 a la actualidad.
Y las medidas que se encararon para mitigar el problema no fueron efectivas.
Desde fines del 2011 rige un “cepo” al dólar, impuesto para evitar la salida de capitales. Lejos de cumplir su objetivo, no sólo no detuvo el goteo de divisas, sino que se creó un mercado paralelo para el billete estadounidense y no han entrado más dólares por la cuenta capital (dadas las condiciones restrictivas para girar dividendos al exterior).
Nada que decir en cuanto a Chile. Su política monetaria es una de las pocas variables “estables” de las que el país puede vanagloriarse. 1-0 para Chile.
Mercado de capitales
Este cuadro de situación de Argentina no resulta nada alentador para los inversionistas y la Bolsa es el reflejo inequívoco de ello.
La capitalización bursátil de las empresas cotizantes no llega a 13% del PBI. En tanto, el principal índice accionario, Merval, está compuesto solo por 11 empresas, de las cuales las mayores ponderaciones pertenecen a firmas de origen extranjero (como Petrobras y Tenaris).
Asimismo, casi el 50% del índice está atado indirectamente a la extracción y producción de petróleo, industria que vive sus propios días negros ante la caída generalizada del precio del barril en los mercados internacionales.
Por ende, además del reducido volumen de operaciones en la Bolsa, el hecho de que dependa tanto de la suerte de un commodity tan volátil como crudo, le suma una cuota de riesgo extra a cualquier inversión.
Aquí hay una marcada diferencia con Chile.
Su Bolsa es una de las más líquidas y capitalizadas de Sudamérica. El índice IPSA está integrado por las 40 acciones más transadas, y según cifras del Banco Mundial, en 2010 la capitalización de mercado de las empresas que cotizan era cercana a 160% del PIB. Sin embargo, en la última semana la cifra llegó a 106%, según Bloomberg. Un alto porcentaje, pero nada comparado con cinco años atrás.
Hoy la Bolsa chilena está valorizada en US$ 225.225 millones, mientras que en 2010 la cifra era US$ 341.584 millones, casi 35% menos. Esta baja no es peor gracias al mayor tipo de cambio.
El menor dinamismo de la economía local y la incertidumbre generada por las reformas que el gobierno planea instaurar están detrás de este retiro paulatino de inversionistas.
Como dicen en Chile, autogol. El partido se pone 1 a 1.
Riesgo
En Argentina, el riesgo paga.
Si observamos el diferencial de riesgo que tienen los bonos argentinos, el indicador de riesgo EMBI local está en torno a los 620 puntos básicos. Comparado con el año anterior, tuvo un saludable descenso de casi 200 puntos básicos.
Pero esta caída se debe a que los niveles estaban demasiado altos en sí, más que como resultado de una mejora en la salud de la economía de Argentina.
Sigue siendo el doble que el de Brasil y el triple de Uruguay o Colombia.
Ese sobrecosto por mayor percepción de riesgo hace que un título soberano a 10 años tenga que afrontar una tasa mayor al 10% en dólares.
Ciertamente, los bonos argentinos están rindiendo muy bien, aunque hay que considerar el riesgo asociado que tienen.
Al considerar semejante costo en cualquier análisis de evaluación de inversionistas, la mayoría de los proyectos resultan inviables y no se concretan, condenando a Argentina a una sequía en materia de inversiones tanto financieras como de capital.
Aquí el mayor perjudicado es el mercado de capitales argentino, que se ve imposibilitado de canalizar el ahorro en inversión y de ser un instrumento que contribuya al crecimiento a largo plazo.
Chile también lleva ventaja en este aspecto. Su riesgo país se mantiene estable con un EMBI de 156 puntos básicos y un rendimiento en su bono de 10 años de 4,68%. Pero todo lo que gana con un riesgo país bajo, se cancela con una mayor incertidumbre ante los procesos de reforma de gobierno.
Tiros en los palos algún que otro centro pero el partido sigue igual.
¿Resultado final?
Si la Albiceleste y la Roja jugasen hoy en base al comportamiento de las cifras económicas de sus respectivas economías, el partido promete mucho drama, sudor y lágrimas, pero ningún claro vencedor.
Si bien ambos “equipos” cuentan con distintas ventajas de juego, estas quedarían rápidamente canceladas por debilidades técnicas y estratégicas de quienes manejan a los seleccionados.
En definitiva sería un partido mediocre, sufrido, lleno de teatro y goles fallidos.
Esperemos que el juego real sea mejor.
¡Buena suerte! Federico Tessore
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal- Enviado por mail

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