viernes, 10 de agosto de 2018

La tormenta no da tregua

El Merval volvió a sacudirse. Justo después de que consiguiera pasar un julio tranquilo tras el turbulento segundo trimestre. Me pregunto: ¿Cuándo volverá la paz a la Bolsa para quedarse, al menos, seis meses? Por ahora, eso parece muy lejano. 
Salió a la luz una serie de cuadernos que vinculan a empresarios, políticos y hasta ex presidentes en el pago de coimas para la adjudicación de obras públicas entre 2005 y 2015. Ex funcionarios públicos, dueños y directivos de empresas fueron detenidos y deberán encarar procesos judiciales. 
Varios de los empresarios involucrados tienen vínculos con las empresas que cotizan en la Bolsa. Si a eso le sumamos los pobres balances que algunas cotizantes presentaron, la reacción del Merval no podía ser otra que pésima. 
Las noticias significaron dos ganchos de pleno impacto en la mandíbula del Merval. Entre el lunes y el miércoles el Panel Líder cayó un 8,7 por ciento y el riesgo país volvió a superar los 600 puntos. 
El escándalo de corrupción se da a conocer en momentos en los que la economía se zambulle en una recesión, cuya profundidad aún desconocemos, y en una inflación que no afloja su marcha. Y todo le pega al Merval. Todo le juega en contra, nada a favor. Ni el desarme de la bola de nieve de las Lebacs (que genera una bola de Letes), ni la mejora del balance del Banco Central. Ni siquiera el compromiso del BCRA de no financiar el déficit fiscal y controlar los agregados monetarios para combatir la inflación. 
Son tiempos muy complejos para invertir en acciones argentinas y cosechar ganancias en poco tiempo. Ante este cortísimo horizonte de inversión, es preferible adoptar una táctica defensiva y resguardar el capital. A cuidar el resultado
¿Qué tienen en común Bilardo, Caruso Lombardi, Falcioni y Mostaza Merlo? Todos son directores técnicos de fútbol que plantean sus estrategias buscando principalmente que a sus equipos no les metan goles; y después ven si pueden marcar goles en el arco rival en las pocas ocasiones de peligro que sus equipos generan. 
Algo similar es invertir en activos “seguros”, poco volátiles, ideales para un perfil conservador. Ya sean Lebacs, Letes o bonos de corto plazo en dólares o que ajustan por CER o tasa Badlar. 
Colocar dinero en caución también puede ser una alternativa en estos tiempos turbulentos. Bajo esta operatoria vos le prestás fondos a otro operador de Bolsa, quien se compromete a devolvértelos en un plazo corto (desde 7 días hasta los cuatro meses) y a pagarte intereses por ellos. El tomador deja en garantía acciones o bonos propios que representan un porcentaje del dinero que pidió prestado. Dependiendo del plazo al que se coloquen, las cauciones te brindan rentabilidades de entre el 35 y el 43 por ciento anual. 
Con vistas al año que viene
Siempre es óptimo tener un portafolio diversificado. Evitamos así concentrar el riesgo y estamos protegidos de eventos inesperados y de nuestros propios errores de inversión. 
Aun en épocas de calma cambiaria, es vital tener en cartera una buena porción de activos dolarizados, sobretodo Letes y bonos en dólares de corto plazo. Las señales que dan el gobierno y el Banco Central no logran restablecer la confianza en el peso. Y luego de la ayuda del FMI, las reservas del Banco Central bajaron un 8 por ciento en un mes y medio a un ritmo sostenido. Cualquier evento negativo, ya sea de origen nacional o externo, puede derivar en una nueva huida del peso y otro repunte del dólar. 
En julio se volvió a ver una desaceleración de la demanda de dinero. En relación a los precios pasados y actuales, la gente quiere tener menos pesos. El dinero circulante en poder del público viene creciendo a un ritmo del 18 por ciento anual, por debajo de la inflación del 29,5 por ciento acumulada en los últimos 12 meses. No es de extrañar que esto pase en medio de un contexto inflacionario y recesivo. La cantidad de pesos emitidos continúa subiendo por encima del 30 por ciento anual. Más allá de que parte de ellos están inmovilizados, es difícil que la inflación se contraiga rápidamentedesde los niveles actuales de emisión. 
Sin embargo, analistas y consultoras privadas estiman que la inflación bajaría 11 puntos el año que viene. La suba de precios cerraría 2018 cerca del 32 por ciento, mientras que sería del 21 por ciento el año que viene. La desaceleración se daría, en parte por las menores ventas registradas en un contexto recesivo, y en parte por los ajustes monetarios a los que se comprometió el Banco Central y una supuesta paz cambiaria. 
Ligada a la baja de la inflación vendría el descenso general de las tasas de interés y de los rendimientos de los bonos. Recordemos que a menores rendimientos, mayores son los precios de los bonos. 
Así que, buscando diversificar la cartera con miras al año que viene, podríamos incorporar bonos en pesos a tasa fija, que ajusten por la tasa Badlar o CER. 
Uno de ellos es el Boncer 2021. Vence dentro de tres años, incorpora toda la inflación acumulada a su capital y paga intereses semestralmente. Eso sí, es fundamental que se mantenga la paz cambiaria para que no caiga su precio, como sucedió en abril y mayo. 
Por eso, es fundamental tener una cartera diversificada que nos cubra de los posibles eventos futuros. 
Hasta la semana que viene, 
Bruno Perinelli 
Para CONTRAECONOMÍA

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