jueves, 24 de noviembre de 2016

El hombre que da órdenes al FBI, la CIA y la NSA desvela las amenazas que nos esperan

Foto: James Clapper, director de la inteligencia de EEUU, renunció a su cargo el pasado día 17. (Efe/Jim Lo Scalzo)Por HÉCTOR G. BARNÉS
El próximo 20 de enero, James Clapper respirará por fin tranquilo. Será el día en el que el actual director de Inteligencia Nacional estadounidense deje paso, tras su renuncia, al sucesor en su puesto, con el objetivo de relajarse un poco a sus 75 años, quizá con un gin-tonic o un martini (sus preferidos) en la mano.
Pero antes de hacerlo, ha decidido de forma sorprendente dar una última entrevista a “Wired”, en la que repasa sus más de seis años al frente de la agencia después de ser designado por Barack Obama, pero también mira al futuro (aquel en el que no estará) para avisar de lo que está por venir. Sorprendente no solo por las pocas entrevistas que suele conceder, sino también porque en marzo de 2014 prohibió a todos sus subordinados (en total, 107.000, la mitad de una ciudad como Móstoles) que mantuviesen cualquier contacto con periodistas.
“No quiero esa clase de tarea”, señala en la entrevista en relación a todo lo que le espera al que le sustituya. Por sus palabras, Clapper puede parecer un nostálgico. Pero, ante todo, suena más bien a alguien preocupado por lo que nos espera en el futuro inmediato. “A veces echo de menos los días dorados de la guerra fría”, explicaba a Garrett M. Graff. “Teníamos un solo enemigo y le entendíamos”. Tranquiliza poco que el hombre a cuyo cargo se han encontrado 17 agencias, entre las que se encuentran la CIA, la NSA, la DEA y el FBI reconozca algo así. Como señala el reportaje, no le importan tanto los límites morales de sus subordinados como “que los líderes de Washington no tengan la capacidad de aplacar el conjunto de amenazas creciente y en plena metástasis a las que se enfrenta América”.
No cabe duda de que al galgo le viene de casta, y la vida de Clapper ha estado siempre ligada a la inteligencia. Su padre descifró código durante la Segunda Guerra Mundial, y él mismo coindició en su juventud en las fuerzas aéreas con JFK. Conoció a su esposa en la NSA y, junto a su padre, jefe de operaciones de la misma compañía, combatió en Vietnam. Un currículo perfecto que sirvió para que Obama le rescatase de la empresa privada para ocupar el puesto creado para John Negroponte en McLean (Virginia).
La guerra que nos espera
Lo más llamativo de la entrevista es, probablemente, su parte final, en la que deja entrever cuáles serán las grandes amenazas a las que se tendrá que enfrentar la inteligencia de su país. En primer lugar, una que ha inventado los propios EEUU: la ciberguerra. El artículo se refiere al ataquepionero por parte de operativos israelíes y estadounidenses a la planta nuclear de Natanz a través del virus Flame, un caso que salió a la luz en 2010.
Clapper abandonará su puesto al mismo tiempo que Barack Obama. (Reuters)
Clapper reconoce que le alegra que EEUU fuese el primer país en llevar a cabo un ataque así y el pionero en desarrollar armas como Stuxnet, a pesar de sus riesgos, puesto que ello les permite llevar las riendas en un entorno tan convulso. También porque puede dar lugar a una estrategia similar a la desarrollada durante la Guerra Fría y conocida como Destrucción Mutua Asegurada por la cual un estado era capaz de obtener ventaja en caso de guerra nuclear y garantizar que el conflicto no escalaba a un nivel total. El problema en este caso, señala Clapper, es que no existe aún una psicología de la disuasión en la ciberguerra como sí ocurría en la guerra nuclear: “La gente entendía la disuasión nuclear, pero con lo cibernético es mucho más difícil”.
La amenaza, además, aumentará en tamaño y peligrosidad en los próximos años dejando en ridículo ataques recientes como el de los servidores de Sony por Corea del Norte. Pero no se tratará ya de robo de información, como ha ocurrido recientemente, sino de manipulación de datos, “por ejemplo, cuando los enemigos de un país sutilmente editen y corrompan la información de los sistemas informáticos estadounidenses, dañando la confianza en el gobierno y la industria”. A diferencia del siglo XX, cuando quien tenía la información tenía el poder, en este caso, quien posee la capacidad de vencer en la guerra cibernética puede reescribir el presente.
No es esta la única amenaza a la inteligencia global. En opinión de Clapper, EEUU está demasiado centrada en el terrorismo y se está olvidando de otras perniciosas posibilidades: “Desde la guerra espacial, a medida que China y Rusia construyan armas antisatélites que amenacen la dominación de América con tecnologías como el GPS, hasta la manera en que la inteligencia artificial y la modificación genética humana puedan poner en peligro la seguridad nacional”. Cuando Graff le pregunta si deberíamos empezar a acostumbrarnos a atentados terroristas como el de París, el director lo tiene claro: “Sí. Acostumbrarse a la Guerra Fría llevó mucho tiempo. Décadas”.
La frase por la que será recordado
El artículo recuerda, una vez más, la frase por la que Clapper pasará a la historia. Fue pronunciada el 21 de marzo de 2013 al senador Ron Wydenen respuesta a su pregunta sobre si la NSA recababa información de los estadounidenses. La respuesta fue la siguiente: “No conscientemente. Hay casos en los que, sin querer, quizá, pueden hacerlo, pero no de manera consciente”. Edward Snowden contó que esta declaración, realizada tres meses antes de la revelación de Prism, fue la que le empujó a investigar las actividades de la Agencia de Seguridad Social, pero Clapper considera que es una “gilipollez” ya que las fechas no encajan: Snowden había empezado a investigar mucho antes. “La historia dice que mentí, pero no es así. Solo me equivoqué”.
El Director Nacional de Inteligencia de EEUU, James Clapper, se prepara para testificar durante una audiencia ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes del Congreso. (Reuters/Shawn Thew)
La revelación del programa de espionaje de la NSA, de hecho, ha facilitado el trabajo de Clapper: “En lugar de que la almacene la NSA, ahora vamos a las compañías y la pedimos”, explica, lamentando que esto retrasa el proceso. “Nos da un acceso mayor a un rango más amplio de proveedores que el programa original. Si la gente piensa que sus libertades civiles y privacidad van a estar mejor protegidas por ellos, pues vale”.
Los límites de la moral
Uno de los temas que aparecen una y otra vez a lo largo del artículo son los límites éticos de las actuaciones de los servicios de inteligencia estadounidenses. Clapper, según el retrato de Graff, nunca ha dudado de la moralidad de su profesión, cuyo fin es proteger a la nación de unos enemigos cada vez más abundantes y desconocidos. “El trabajo de la comunidad de inteligencia es, según su punto de vista, honorablemente sencillo: proporcionar a los políticos un análisis objetivo derivado de la inteligencia recogida de manera legal”. Es el campo de batalla el que es “confuso y distópico”.
“Podemos hacer nuestro trabajo con una conciencia clara, pero debemos tener cuidado”, explica en el reportaje. “La historia de la inteligencia está llena de violaciones de la confianza del pueblo americano”. Esa es la gran pregunta que queda en el aire, sobre todo después de que reconozca que el comportamiento de los estadounidenses con los prisioneros japoneses, que en su momento parecía apropiado “para el interés de la gente”, quizá no fuese lo más moral. Como suele ocurrir, tan solo el tiempo juzgará a Clapper.
FUENTE: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-11-24/hombre-fbi-cia-nsa-amenazas-futuro_1294295/

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