En 45 años el mundo ha pasado del miedo por la escasez de energía a una tremenda bonanza en la que pareciera que el planeta está hasta el techo de petróleo y el gas natural al mismo tiempo.
Sin embargo, puede que esto no dure mucho. Mis modelos predicen una suba de largo plazo en la demanda, y por lo tanto, en los precios de la energía.
Claro que en realidad en todo este proceso el planeta siempre ha tenido la misma cantidad de recursos. A la hora de enviar la energía a quiénes lo necesitan y en el momento que lo necesiten, todo depende de la tecnología disponible, la geopolítica actual y el precio del recurso.
En los últimos 30 años, el factor más importante en la creciente extracción petrolera ha sido la llamada fracturación hidráulica, más conocida como “fracking”. A través de esta, el petróleo que siempre estuvo ahí pero se mantenía atrapado bajo ciertas formaciones rocosas puede traerse a la superficie una vez que dichas formaciones se someten a presiones altísimas por medio de bombeo de agua y compuestos arenosos.
Hay otras innovaciones importantes en juego aquí, como las excavaciones horizontales (en vez de verticales), que permiten que un único pozo extraiga petróleo de un área mucho mayor de lo que antes era posible. Otro aspecto que está creciendo rápidamente en la industria petrolera es el desarrollo de enormes barcos de gas natural licuado (GNL) que pueden transportar el recurso entre los continentes del mundo, en vez de limitar el gas a las zonas continentales del que se extrae.
Hasta ahora fueron las economías en desarrollo las que llevaron el estandarte de la producción. Sin embargo, en vista de que Estados Unidos está recuperando el territorio perdido en el mercado petrolero y se está convirtiendo en una súper-potencia exportadora de energía, ¿hasta cuándo durará esta situación?
En pocas palabras, la carrera por capturar la cuota de mercado ha comenzado.
Estos catalizadores políticos y tecnológicos han causado que los precios de la energía bajen drásticamente en años recientes. Ahora bien, ¿significa esto que las compañías energéticas están destinadas a enfrentar décadas de precios bajos?
Puede que la respuesta te sorprenda. Hace poco asistí a una presentación privada dada por los ejecutivos principales de una importante compañía energética. A continuación encontrarás lo que la compañía le está diciendo a sus inversores a puertas cerradas:
En el negocio de la energía siempre conviene tener una perspectiva de largo plazo, de unos 20 años o más. La razón, es que los costos y la escala de la infraestructura son tan grandes que las sobreinversiones y subinversiones basadas en alguna tendencia temporal pueden hacer que una compañía de esta industria se vaya directo a la quiebra.
El punto es que, basándonos en la mejor información que tenemos disponible en este momento, los ejecutivos pronostican que el rol de los Estados Unidos como un exportador importante de petróleo y gas no solo se mantendrá, sino que crecerá drásticamente.
Las dificultades en el crecimiento de corto plazo no son la propia energía o la tecnología disponible, sino la infraestructura necesaria para transportar el petróleo y el gas natural a los puertos del mundo. Además de esto, los ejecutivos también adoptan la postura de que el mundo necesitará cada fuente de energía posible que pueda aprovechar a fin de satisfacer el incremento en la demanda global que se proyecta para las próximas décadas.
Te comparto algunas de las notas reales expuestas en la reunión privada:
Un cambio de un 1-2% en la ecuación de oferta y demanda del petróleo podría mover el precio en US$40 por barril o más. En este momento, la oferta y la demanda están más balanceadas, lo que ha restaurado el precio al punto en el que la mayoría de las compañías de la industria pueden operar con ganancias. La OPEP y Rusia están ayudando a mantener la demanda global en un balance bastante decente.
El CEO de la compañía que te mencioné hace un momento presentó un análisis que proyectaba que la demanda por petróleo y gas natural crecería un 40% durante los próximos 20 años, con todo y el incremento en las fuentes de energía renovables e incluso asumiendo que la flota circulante de autos convencionales de motor a combustión alcancen un rendimiento en el combustible de 21 kilómetros por litro.
No se espera que los autos eléctricos tengan un impacto importante en los próximos 20 años, a pesar de que sus unidades crecerán sustancialmente. Se anticipa que los combustibles fósiles sigan representando un 80% del suministro de energía, como ahora lo hacen, para este período de tiempo proyectado, incluso a medida que las energías renovables ganan prevalencia con el paso tiempo.
Se espera que durante las dos décadas que vienen, la demanda global provenga de China, India y otras partes de Asia y África, mientras que la misma caerá en los Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, esas bajas en la demanda serían eclipsadas por el drástico aumento en la demanda proveniente de otras partes de las economías en desarrollo.
El CEO anticipa que Estados Unidos eventualmente se volverá un exportador importante de gas natural licuado una vez que la infraestructura necesaria para esta actividad esté lista.
En su mirada, es más probable enfrentar un desbalance relacionado a la escasez de oferta que al exceso de la misma. También recomienda que se eviten las jugadas basadas en el shale, ya que acaban bastante rápido. De hecho, las compañías deberían preferir reservas de largo plazo que hayan sido abandonadas por otros.
Como se aprecia en el siguiente gráfico, el petróleo ha experimentado un espectacular rally de 25% partiendo de los US$60 por barril en octubre de 2017 a US$70 el barril hoy en día. La pregunta ahora es si este rally representa escasez en la oferta, una fuerza de la demanda por parte de los consumidores finales o degradación del dólar debido a la inflación.
Mis modelos muestran que las demandas por energía del petróleo y gas natural seguirán siendo robustas por décadas.
Con este trasfondo de demanda energética de largo plazo, ¿qué nos están diciendo nuestros modelos de predicción analítica sobre los pronósticos en los precios de la energía y las acciones de las compañías que le dan sustento al sector para los meses que vienen?
En este momento, mi análisis concuerda con las palabras del CEO de que la demanda combinada de petróleo y gas crecerá un 40% en los próximos 20 años, a pesar de los factores que mencionamos hace un momento (incremento en el uso de energía renovable y más eficiencia en los motores de combustión de los autos, pasando a los 21 kilómetros por litro).
La demanda por gas natural en sí misma crecerá un 100% durante las dos décadas que vienen.
Estos son los supuestos más conservadores producidos por nuestros modelos económicos, y ellos asumen un cambio mucho mayor hacia autos de energía renovables y eléctricos que a los autos estándar. En otras palabras, estas cifras de demanda asumen que los autos eléctricos y la revolución solar serán un éxito. Aun y con todo esto en mente, seguiremos utilizando cantidades colosales de combustibles fósiles, incluso a luz del éxito de las energías renovables.
El mundo no necesitará esta energía debido a demanda estática por parte de los Estados Unidos, Japón y Europa, sino más bien a raíz de las explosivas necesidades energéticas de China, África, Sudamérica y el Asia del Sur. Se espera que el gas natural experimente el mayor aumento en su demanda de cualquier otro recurso de esta industria durante las dos décadas que vienen, y en estas estimaciones se incluyen la energía eólica y solar, así como los vehículos eléctricos.
Si estos autos especiales y estas dos energías alternativas no terminan alcanzando todo su potencial, la demanda por el codiciado oro negro y el gas podría crecer aún más. En esa situación, podrías fácilmente ver un déficit energético equivalente a 6 millones de barriles por día.
Este déficit podría darse si los vehículos eléctricos no logran alcanzar la cifra objetivo de 190 millones de unidades para 2040 o si los motores convencionales de combustión interna no logran alcanzar la meta de 21 kilómetros por litro para la flota promedio de autos en circulación.
Pero además de estos factores naturales y técnicos, no podemos olvidar el rol que la geopolítica juega en todo esto. Venezuela está colapsando, al punto de acercarse al estatus de Estado fallido, como Somalia o Yemen. Si Venezuela en efecto cae por completo, su producción energética cesará actividades a no ser que Estados Unidos intervenga militarmente o que China cree un mini-Estado aislado en territorio venezolano. Cualquiera de estos escenarios impulsará los precios y restringirá la producción, en el mejor de los casos.
Por último, hemos descubierto a través de varios canales en línea de bancos de inversión chinos que el Tigre Asiático está manteniendo en secreto sus planes con respecto a las intenciones saudíes de llevar a cabo una oferta pública en Aramco, la compañía petrolera más grande del mundo.
Los dirigentes de Aramco están obstaculizando parte de la transparencia y requerimientos regulatorios que implica una oferta pública. La compañía podría aspirar por una colocación privada por de medio de la cual China, o tal vez Rusia, podría invertir en una participación directa. Esto le da a Arabia Saudita el dinero que necesita, a la vez que le concede a Aramco su deseo de mantenerse tras un velo de sombras.
China no estaría yéndose por este costoso y complicado camino si no viera los mismos déficits de oferta al largo plazo que mis modelos predicen.
Mantendré un ojo bien puesto en este espacio en los días que vienen.
Saludos,
Jim Rickards
Para El Inversor Diario
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