Por María Celsa Rodríguez
En una entrevista radial, el diputado salteño Alfredo Olmedo sorprendió cuando dijo que va a presentar un proyecto para solicitar que se disuelva el Banco Central.
Dijo: “¿Saben cómo se termina con la inflación y la corrupción? Por un lado, como yo planteo, hay que probar trabajando, pero hay que cerrar el Banco Central. A los empleados se los reestructurará en otro lado, no es ese el problema. El problema es que cada vez que hay un problema económico en un Gobierno, le dan a la maquinita para tratar de solucionar las cosas, pero cada vez lo agravan más. Cuando hay una inflación y hay corrupción de dinero, el único que la paga es el que menos tiene.
Hong Kong no tiene Banco Central y es el país número uno en el mundo. Y nosotros no teníamos hasta 1930, que no sé si fue el abuelo o el padre de (Federico) Pinedo el que puso el Banco Central”, expresó.
Hagamos historia, porque se nota que el diputado desconoce cuando se fundó el Banco Central.
"Desde 1890 existía la Caja de Conversión, que manejaba la emisión y circulación del Peso Moneda Nacional, la moneda que se usaba en esa época. También se fundó el Banco Nación, que manejaba las reservas de divisas. En 1935, después de las crisis mundiales, el presidente de facto Agustín P. Justo creó el Banco Central, que combinaba las funciones del Banco Nación y de la Caja de Conversión. En 1946 el BCRA fue nacionalizado y su capital se declaró como 'patrimonio nacional'”.
De acuerdo a su Carta Orgánica en el artículo 3º dice que :
“El Banco tiene por finalidad promover, en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. La estabilidad monetaria es el objetivo primordial del Banco Central. Esto quiere decir, por sobre todas las cosas, tener una inflación baja, una moneda confiable. También implica tener una inflación previsible y una moneda libremente convertible: el foco central de esta institución será fortalecer nuestra moneda logrando una inflación en línea con los parámetros internacionales. A su vez, la estabilidad financiera será la vía a través de la cual el Banco Central podrá aportar al último objetivo: el del desarrollo económico con equidad social".
Como vemos en los últimos años no está cumpliendo con los objetivos.
El economista Javier Milei mucho antes que lo dijera Olmedo, también propuso eliminar el Banco Central. El explicó en un artículo titulado: "El dinero y esa atroz locura llamada Banco Central" que
"a lo largo de la historia del país, el desempeño del BCRA está muy lejos de ser materia de orgullo. Previo a su creación en 1935, la base monetaria crecía a una tasa anual promedio del 6,1%, mientras que la inflación y el tipo de cambio subían a un ritmo del 3,4% y 3,5% respectivamente.
A su vez, en los primeros diez años de operación, cuando era mixto, la cantidad de dinero pasó a crecer a un ritmo promedio del 13,6% anual, mientras que la inflación y el tipo de cambio lo hicieron al 6% y 2,2%. Nótese además que en éste período se produce un desacople entre la tasa de inflación y el tipo de cambio fruto de la imposición de controles que impactaban ya sea de modo directo y/o indirecto en el mercado de divisas para usar al tipo de cambio como ancla anti-inflacionaria.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. Luego de la estatización del “Órgano de descontrol Monetario” en 1946, se pueden diferenciar tres períodos. El primer período va desde la estatización del BCRA hasta 1991, donde la cantidad de dinero creció a un ritmo promedio del 176% anual, al tiempo que los precios y el tipo de cambio lo hicieron al 225% y 205%. Dentro de los logros monetarios del BCRA en dicho período se registran momentos de alta y muy alta inflación, dos hiperinflaciones y la destrucción de cinco signos monetarios. Por ello, a lo largo de los años, los agentes, para preservar su poder adquisitivo demandaron menos moneda local, amplificando así los efectos inflacionarios de la emisión monetaria.
Luego de semejante catástrofe, se terminó repudiando al dinero doméstico y en abril de 1991 se implementó el Plan de Convertibilidad, el que, mediante una ley, establecía que el BCRA sólo podría emitir contra dólares a una paridad 1 a 1. Al mono salvaje se le quitaba la navaja y el resultado fue contundente. La tasa de emisión promedio entre 1991 y 2001 se ubicó en el 16% anual, mientras que la inflación y la variación del tipo de cambio se fueron del 9% anual. Sin embargo, en 2002, bajo promesa de que esta vez sería diferente, el salvaje primate recuperó la navaja y su resultado no sorprendió. Desde 2002 a 2016 la tasa de emisión promedio trepó al 28% anual y con ello la inflación y la devaluación ascendieron al 21%.
Dicho desastre en términos histórico no ha sido gratis. La diferencia en la tasa de crecimiento de la economía por pasar de una inflación superior al 20% anual a una menor al 5% es de 1,58% por año. Esto es, los más de 80 años del BCRA nos ha privado de tener un PIB 3,5 veces mayor al presente.
Por lo tanto, habiendo visto que la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario y los costos que ha implicado para el país, la pregunta es ¿por qué no podemos parar la máquina de imprimir billetes? Y ahí, como todas las pestes que azotan a éste país desde hace más de 70 años, la respuesta está en John Maynard Keynes quien señalara: “Un gobierno puede vivir largo tiempo imprimiendo dinero. Por este medio puede obtener el control sobre recursos reales, los que son tan reales como los obtenidos por la tributación. Lo que se recauda emitiendo billetes se toma del público del mismo modo que a través de un impuesto a la cerveza o un impuesto al ingreso. El público paga lo que el gobierno gasta. No existe déficit que no se cubra”, escribió Milei en enero de 2018.
Ahora Olmedo afirmo que “los precios no deben subir, el dólar sí. Con un dólar competitivo no van a cerrar las fábricas”, manifestó, “solo debería existir las reservas y eliminar el Banco Central, ésta sería parte de la solución”.
El monopolio de emisión que tienen el Banco Central genera estos incendios financieros. No se puede tener metas de inflación con control de las tasas de interés ni control de precios. La banca, debe ser libre con una canasta de monedas que dé fluidez donde el mercado elija.
No se puede crecer con un Estado presionando con tantos impuestos y controlando la economía del que produce, mientras el Gobierno se descontrola en el gasto público y sigue agrandando el Estado. Como dijo Friedrich August von Hayek "cuanto más planifica el Estado, más complicada se le hace al individuo su propia planificación".
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