lunes, 11 de junio de 2018

Acuerdo con FMI: ¿Susto a tiempo o bala de plata perdida?

El acuerdo con el FMI abre un escenario más que interesante..

Me acuerdo tenía unos 9 o 10 años cuando empecé a sentir una inusual hinchazón en mi cuello y mandíbula. Inicialmente pensé eran unas tremendas anginas, pero luego, recapitulando un poco, entendí que no era el caso: mi mejor amigo de la escuela de la escuela, para ese entonces, ya había faltado una semana completa por un cuadro de paperas.

Médico mediante, comencé el reposo en casa, pero de manera relajada. O sea, inicialmente no lo tomé muy en serio. En concreto, andaba por la casa como si nada, jugaba con la consola de videojuegos, y hasta llegué a jugar con la pelota en el parque de mi casa.
A los pocos días, y de manera muy esperable, empecé a sentirme bastante peor, en parte por la enfermedad en sí; y en parte por mi conducta negligente.
Fue entonces cuando mi mamá, de manera astuta, me dijo que, en un caso extremo, si me curaba “mal”, podía quedar estéril. Básicamente, la enfermedad, en un estadío avanzado, podía “bajar” a los testículos y provocar infertilidad. Algo cierto, pero altamente improbable.
Recuerdo no me moví de la cama por los siguientes 7 días.
El susto, racional o no, provocó un cambio de comportamiento significativo que contribuyó a que me curara de manera óptima.
Algo similar podría ocurrir en el plano económico-político local. Las caras de susto del gabinete económico tras la corrida cambiaria así lo estarían sugiriendo.
En esta nota vamos a analizar si este reciente acuerdo con el FMI, con toda su letra chica, será un susto que implique un punto de inflexión. O no.
Empecemos… Los números de la divergencia
Hasta hace sólo algunos días, el Ministerio de Hacienda tenía estimaciones fiscales altamente polémicas, que, para el que estaba atento, dejaban entrever un problema grande a futuro, dado por una ineludible divergencia entre lo estimado, y lo que efectivamente iría a ocurrir.
Como se puede observar gráficamente, la proyección de hacienda (gráfico derecho) era tremendamente más optimista que la de la izquierda (FMI).
En criollo: antes de este ajuste en las metas fiscales, que se dio como requerimiento por parte del FMI -por suerte-, las estimaciones, tanto para el déficit primario como para los intereses resultaban inocentemente negligentes. Casi como si hubieran sido hechas por un analista junior.
Por suerte, y para alegría de todos los argentinos, el Fondo Monetario Internacional demandó ciertas condiciones para cerrar un tremendo préstamo -inédito en la historia del organismo-. Condiciones que resultan vitales para re-encauzar al país en un sendero sostenible, en todo sentido.
Condiciones del préstamo “récord”: sendero en la dirección correcta
En primer lugar, el mismo se ha cerrado por una suma de USD 50.000, a devolverse en 36 meses, con una excelente tasa, que arranca en casi el 2%, para terminar en una tasa máxima posible del 4%.
El desembolso inicial se daría durante este mes, por unos USD 15.000 millones.
Es importante aclarar que las condiciones de este préstamo están atadas a un sendero de metas fiscales, que veremos más abajo, pero que, a resumidas cuentas, implica un rojo primario nulo para 2020. Algo bastante jugado, pero absolutamente necesario.
Por otra parte, cabe destacar que, dentro del acuerdo está implícita una mayor autonomía del BCRA, que dejaría de financiar el fisco en el futuro próximo, algo absolutamente necesario, si es que se pretende apagar el incendio inflacionario actual.
Cabe mencionar que el acuerdo también contempla un desarme de la bola de LEBAC. La idea es, por ejemplo, que Caputo vaya transfiriendo ese stock de pasivos al tesoro. En concreto, se habría comprometido a “comprar” un stock de al menos USD 25.000 millones al cabo de los próximos 3 años. Una señal en la dirección correcta.
Nuevas metas, una dosis de realismo
Más allá de la fuente u origen del reciente baño de realismo, deberíamos estar de acuerdo en algo: dado que el gobierno lo necesitaba, tendríamos que alegrarnos de que finalmente haya llegado.
De esta manera, a pesar de que en caso de haber hecho las cosas bien de entrada hubiera resultado evitable el reciente acuerdo con el FMI, lo cierto es que eso es pasado.
Así, en el contexto actual, de una u otra forma se tenía que lograr acelerar este gradualismo, un gradualismo que, en su versión negligente -como bien mostraban las proyecciones fiscales del FMI del apartado anterior- no convergía a nada bueno, sino todo lo contrario.
Así, las nuevas metas resultan mucho más acordes a la situación real de nuestra economía. Como ya te comenté en esta nota, en la medida que el déficit primario no sólo no baje, sino que no baje rápido, entonces nos espera tamaño iceberg; por el contrario, si apuramos la convergencia fiscal, podríamos evitarlo y de manera permanente, algo inédito en más de 70 años de historia.
Recordemos que nunca se hizo tamaño ajuste fiscal, sin caos social mediante. Por ende, en caso de darse ese escenario, el mérito del equipo económico será colosal.
El contraste del 2do semestre 2018: optimismo financiero Vs. Pesimismo economía real
Más allá de la buena noticia de que el gobierno parecería haber -finalmente- comprendido la magnitud del asunto, y también lo necesario como para que no explote en el mediano plazo, lo cierto es que, en el corto, poco hay para festejar. Al menos en el plano real.
Tal como mencioné en esta misma columna, más allá de las estimaciones de las consultoras, el piso de inflación es del 30%, el doble del viejo target del BCRA, y muy por encima de los niveles en los cuáles se están cerrando las paritarias (entre 15% y 25%). Futuras ejecuciones de cláusulas gatillo y reaperturas de paritarias, lo cierto es que todo indica que, tal como ocurrió en años pares de depreciaciones abruptas (2014;2016), el salario real promedio está destinado a caer varios puntos durante 2018.
Esta hipótesis termina de cerrar cuando incluimos en la ecuación el hecho de que el crecimiento de la economía será nulo o incluso negativo. De esta manera, con ese panorama en mente, parecería que no habría más que pérdidas para repartir entre los distintos actores sociales.
¿Qué esperar de los mercados?
Mientras escribo la nota, estoy revisando los números de mercado. No hay ninguna sorpresa: la noticia fue bien recibida.
El MERVAL, al menos hasta el momento, tradea en terreno positivo, mientras que los bonos soberanos también tradean al alza. Todo parece indicar que una brisa de optimismo habría llegado para quedarse por un rato, aunque es importante tener en cuenta que el mercado está bastante más cauteloso que en otras ocasiones. O sea, estamos hablando de un optimismo mesurado.
En otras palabras: el gobierno deberá ir entregando resultados si pretende que los activos argentinos sean bendecidos por los mercados. Ya no alcanzará con meros anuncios que apalanquen expectativas para traccionar la cotización de los papeles locales, o al menos no de manera categórica.
Por su parte, es importante mencionar que este acuerdo probablemente implicará una flotación más libre del tipo de cambio, lo que probablemente se traduzca en un tipo de cambio todavía más de punta, acelerando todavía más la inflación durante el 2do semestre. De hecho, el mismo, luego de varios días cotizando en torno a los ARS 25,50, ya se encuentra casi en los ARS 26.
¿Por qué? Quedó claro que la intervención cambiaria de los últimos meses fue un tremendo error, que significó una pérdida de más de USD 10.000 millones para las arcas del BCRA, a cambio de muy poco, ya que no pudo remediar lo inevitable. La depreciación ocurrió, la inflación se aceleró, y la actividad caerá inexorablemente.
Por ese motivo, el FMI ha recomendado -de manera sonante- mejor praxis a la hora de intervenir, dado que, errores de ese tipo han costado muy caros en el pasado, y, como vemos, las balas se acaban.
Esperemos el equipo económico haya tomado nota, y no se vuelva a confiar cuando los números empiecen a dar un poco mejor. O sea, básicamente, que, tal como me ha ocurrido a mí con las paperas, efectivamente se hayan asustado.
Es preferible una cautela exagerada a las consecuencias de una conducta negligente, sobre todo cuando se trata de asuntos de este calibre.
Así, para ir concluyendo, espero genuinamente vayamos a un escenario con un Marcos Peña escondido -en todo sentido-, ya que necesitamos rigurosidad en la aplicación de criterios técnicos, lejos de cualquier tipo de conducta con espíritu populista o miope en términos económicos.
Lo que está en juego es demasiado.

Hasta la semana próxima, 
Juan I. Fernández
Para CONTRAECONOMÍA

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