Pobreza, otro legado del populismo
Por
Antonella S. Marty
Hoy día la pobreza se encuentra en medio de una
lucha, por un lado la globalización que ha la disminuido extraordinariamente en
distintos aspectos y espacios del mundo, y del otro lado se halla el populismo,
movimiento que lucha por la pobreza, pero no para acabar con ella sino para
continuar fomentándola. Es de saber que el populismo necesita de la misma ya
que sin tal concepto, las frágiles bases teóricas en las que descansa se
desmoronarían de inmediato.
Aquello que no aclaran los gobiernos populistas
cuando fijan sus candidaturas y ofrecen dádivas de la mano de la “justicia
social”, la redistribución de la riqueza, los subsidios y las asignaciones, es
que detrás de aquella bandera que se levanta en nombre de los pobres existe la
necesidad de que aquellos individuos continúen sometidos a la pobreza. El
populismo no desconoce acerca de los incentivos personales, es por eso que hace
todo lo que este a su alcance por eliminarlos y crear una dependencia
“gobierno-ciudadano”.
Así y razonando con “lo que no se ve”, la propuesta
del socialismo que azota a la región no es combatir la pobreza, sino todo lo
opuesto: ofrecerla, aumentarla y extenderla.
El foco principal debe apuntar hacia el crecimiento
económico y el desarrollo, empero ¿de qué manera se alcanza el crecimiento
cuando el gobierno populista en vez de generar un ambiente propicio para las
relaciones y el intercambio voluntario entre individuos no hace más que generar
clientelismo, odio, división, inflación, deuda, censura, corrupción e
inseguridad?
Es aquí cuando nos encontramos con uno de los
argumentos más utilizados por éste tipo de gobierno. Aquel que se basa en el
“trabajo para todos” y la “reducción de la desocupación”. Existe cierta
tendencia entre los políticos populistas a creer que la desocupación se combate
con “empleos públicos” y no de la mano de inversiones privadas y apertura del
mercado. He aquí un claro ejemplo:
Según un informe de la Fundación de Investigaciones
Económicas de Latinoamérica (FIEL), desde el momento en que asumen los Kirchner
en 2003 hasta el año 2011, en Argentina se redujo el desempleo en casi dos
millones de personas. Muchos creerán que ésta es otra de las “maravillas del
modelo”, pero no. Nuevamente volvemos a
“lo que no se ve”: el sector público
argentino agregó aproximadamente un
millón de nuevos trabajadores, esta cifra se resume en casi 300 empleados públicos nuevos por día. Durante
la administración de Néstor Kirchner la cantidad de empleados públicos se
resumía en 2,21 millones y luego, a finales de 2011 –ya durante la
administración de Cristina Fernández de Kirchner- aquella suma había alcanzado
los 3,13 millones.
De esta manera, la eliminación de la elevada
cantidad de empleados públicos se vuelve una tarea fundamental, que por cierto,
en el caso argentino no ha hecho mas que aumentar durante estas ultimas
décadas.
Pero, ¿por que motivo es perjudicial el aumento
desmedido y exagerado del empleo publico? La respuesta es simple, y se
encuentra en algo que quizás muchos pasan por alto, pero a la vez toca el
salario y el fruto del esfuerzo propio de una manera desorbitante: gasto
publico más elevado desemboca –y eso sin mencionar la emisión monetaria
excesiva del gobierno- en impuestos más elevados. En fin, los salarios de esta desmesurada
cantidad de empleados públicos –por cierto, carentes de productividad- es
financiada por los contribuyentes.
De esta forma, combatiendo la corrupción, el alto
nivel inflacionario –que por cierto la Argentina posee una de las inflaciones
mas elevadas de la región (25%) siendo la segunda después de Venezuela-, atacando
la emisión monetaria, desprendiéndonos de una vez de todos aquellos controles
incoherentes y descabellados que impone el gobierno -tales como el control de
precios, el control cambiario y el control de la opinión pública-, abriendo
paso a las decisiones libres e individuales de los millones de individuos que
cooperan e intercambian bienes y servicios en el mercado, solo así se lograra
transitar la senda del desarrollo y de la prosperidad, logrando combatir la
pobreza y la terrible herencia que han dejado las políticas de carácter
intervencionista en la región latinoamericana.
Fuente: El Instituto Independente
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