miércoles, 13 de marzo de 2013

Libertad y Progreso Editor
PROFESIONAL.COM.- Ya no es abril ni mayo. La administración K quiere extender plan “freezer” hasta las elecciones. La iniciativa no es sólo económica sino política. Analistas advierten por suba de precios “solapada”. Empresarios hacen cuentas de hasta cuándo podrán resistir con salarios que ajustarán un 25%.
Las mediciones de los economistas privados indican que en febrero el índice se ubicó en una cifra muy cercana al 1%. Incluso algunas consultoras midieron variaciones inferiores al dígito.
Después de un preocupante 2,7% en enero -y con una tendencia que parecía ir en ascenso- este cambio de rumbo iniciado en febrero viene a ser mucho más que un número: para la administración kirchnerista implica una verdadera oxigenación política.
Es que ahora el Gobierno se anota varios logros:
  • Puede transmitir el mensaje de que no ha perdido la iniciativa y que sigue teniendo la situación económica bajo control, luego del nerviosismo social provocado por la escapada del dólar blue en enero.
  • Cuenta con un poderoso argumento a la hora de justificar ajustes salariales moderados, que no superen la media de 25%. A comienzos de año, con una expectativa inflacionaria de 30%, varios líderes gremiales anticipaban aspiraciones de incrementos de ese nivel.
  • Desde el punto de vista electoral, encuentra un nuevo tema para explotar, ya que le permite argumentar que la inflación es causada por la codicia de grandes grupos económicos y que, gracias a una fuerte intervención estatal, se logró disciplinar.
Es en este clima que Guillermo Moreno, el funcionario a cargo del “operativo congelamiento”, adelantó la intención del Gobierno de extender esta política no ya hasta mayo -la fecha que se presumía, porque es cuando finalizan la mayoría de las paritarias- sino hasta las eleccioneslegislativas de octubre.
El solo hecho de que se plantee ese mes como objetivo de la duración del congelamiento de precios lleva a pensar en una intencionalidad política además de económica.
El Gobierno supone que puede darle rédito electoral o, al menos, cree conveniente quedurante la campaña la inflación no sea un tema relevante en la agenda nacional.
La pregunta, naturalmente, es si el congelamiento puede tener semejante duración, cuando todos los antecedentes históricos marcan que es muy difícil extender este tipo de medidas excepcionales durante mucho tiempo.
Escepticismo sin tapujos
Las primeras reacciones positivas vinieron de parte de agremiaciones empresariales que están haciendo un esfuerzo por mantener buenas relaciones con el Ejecutivo.
Una de ellas es la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas. Su ahora ex director, Miguel Calvete, apoyó la extensión de la medida entendiendo que servirá para “evitar que las especulaciones de empresarios, comerciantes y consumidores impacten negativamente sobre el acuerdo a medida que se va acercando el día 60″.
Pero cuando se indaga en el gremio de los economistas, el entusiasmo es mucho menor, casi tendiendo a cero.
“Estos planes pueden ser efectivos en el sentido de que durante dos o tres meses dé un nivel de inflación relativamente bajo. Pero a la larga no se sostienen, mientras se siga emitiendo dinero a una tasa de casi 40% anual”, señala Federico Muñoz, que no oculta su escepticismo sobre la política oficial.
“Como fenómeno económico, la inflación no es algo pasible de ser controlado ni por uno, ni por mil inspectores. Y, como ocurrió antes con las trabas a las importaciones, el aparente éxito inicial puede traer como consecuencia serios problemas a mediano plazo”, agrega el economista.
En la misma línea opinan desde Economía & Regiones, la consultora dirigida por Rogelio Frigerio, en un informe que lleva el contundente título “El Gobierno no está tomando medidas para bajar la inflación”.
“En enero, la base monetaria creció a un ritmo interanual de 35%, lo cual supera holgadamente el ritmo de expansión del PBI nominal y permite descartar que se piense en una política anti inflacionaria”, afirma.
Hay, incluso, cuestionamientos a la “capacidad” del congelamiento de precios como factor deinfluencia sobre las paritarias salariales.
“Los sindicatos saben perfectamente lo que ocurre con este tipo de políticas. De todas formas, no es descabellado pensar que moderen sus planteos, pero no como consecuencia del congelamiento, sino porque saben que se está deteriorando el empleo, y eso sí que es un factor disciplinador”, afirma Gustavo Lazzari, analista de la Fundación Libertad y Progreso.
“Me da la sensación de que el congelamiento de precios está motivado por una cuestión fiscal. Lo demás es juego para la tribuna, porque si realmente interesara el bolsillo de la gente no se mantendría la tasa de emisión en niveles como los actuales”, agrega.
Surge la “inflación solapada”
La sensación generalizada entre los economistas es que, a medida que pase el tiempo, elcontrol de los precios se hará cada vezmás difícil.
Para empezar, porque resultará inevitable que, una vez hecho efectivos los ajustes salariales, haya un traslado del costo laboral a los valores finales de los bienes y servicios.
“A las pequeñas y medianas empresas, el congelamiento de precios les dura un mes. No tienen forma de seguir sosteniéndolo luego de aumentar salarios, no tienen un margen de ganancias tan grande como para poder sacrificar. Y no hay que pensar que las grandes están mucho mejor: podrán resistir tres meses, pero no más de ahí”, afirma off the record un consultor de frecuente contacto con el sector empresarial.
Luego, los problemas pueden sobrevenir por la propia dificultad que conlleva el plan de congelamiento con las características que le ha impreso el kirchnerismo.
“Lo clásico siempre fue un control en el cual se publicaban listados de valores de referencia, para que así la gente pudiera hacer un seguimiento y para que se mantenga operativo el acuerdo con empresas proveedoras. Pero en este caso no hay listas, es todo muy confuso y muy oscuro”, afirma Fausto Sportorno, economista jefe del Estudio Ferreres.
Y pronostica que el congelamiento sufrirá un progresivo “deshilachamiento”: “Dentro de tres meses, la gente ni se va a acordar de cómo eran hoy los niveles de precios, con lo cual se hará muy difícil argumentar sobre si fue efectivo o no”.
Para Spotorno, el efecto más probable es que, como en otras épocas, comience a notarse unamasiva sustitución de productos. Así, los envases grandes darán lugar a otros más pequeños, o los productos standard desparecerán para dar lugar a otros de línea “premium”.
En su visión, ello implicará un proceso de “inflación oculta” que hasta relativizará la validez de las mediciones que hacen los privados.
“Cuando se relevan productos y falta alguno en la góndola, lo que hace el economista es dejar el mismo precio del mes pasado, es decir, le asigna variación cero. Desde el punto de vista estadístico, el resultado final sigue siendo correcto si falta un solo producto”, agrega Spotorno.
Pero aclara: “si no falta uno sino decenas de productos, entonces medir la inflación se hace complicado, porque cambia toda la canasta de consumo.
Problemas en la economía, réditos en la política
Las predicciones negativas de los analistas llevan a la pregunta de cuál es el verdadero objetivodel Gobierno en este momento: si atacar a la inflación, como fenómeno económico, o más bien apuntar a la “sensación de inflación”, con un propósito electoral.
Y aquí las opiniones se inclinan mayoritariamente por la segunda opción.
Hay una tendencia a creer que el Gobierno intenta generar una sensación de estabilidad en elcorto plazo, que no necesariamente resolverá el problema de fondo.
“La prioridad vuelve a ser octubre. Con menos grados de libertad, la política intenta encontrar unatajo para evitar que la inflación escale. Tenemos la sensación de que el Gobierno sabe lo que está haciendo hasta las elecciones pero es probable que no sepa todavía ni se esté planteando la hoja de ruta posterior”, observa el economista Miguel Bein.
Algunos analistas arriesgan que la política oficial, ante la inevitable ocurrencia de problemas, seconcentrará en el control de algunos precios de productos sensibles, y con preferencia en barrios o localidades que están bajo el escrutinio de los medios de comunicación.
Es decir, se extremarán los monitoreos allí donde puede haber más eco en la opinión pública yse relajará el congelamiento en canales comerciales de sitios menos “expuestos”.
“Estirar el congelamiento hasta octubre implica poner mucha energía al servicio de unapolítica muy inconsistente, y que en definitiva no es más que tratar de tapar el sol con las manos. Nunca hay que subestimar la percepción y agudeza de las amas de casa, que tienen una gimnasia muy ágil para saber si hay inflación”, argumenta Muñoz.
Pero admite que, de todas formas, la persistencia de la suba de precios no tiene queconsiderarse necesariamente “una situación piantavotos”.
“La sociedad argentina todavía tiene una tolerancia alta al problema inflacionario, porque persiste el trauma del desempleo de 2001. Y mientras se mantenga bajo control esta última variable, el kirchnerismo puede aspirar a una elección relativamente buena sin que la economía le juegue en contra”, señala Muñoz.
Otros analistas también son escépticos sobre el éxito del congelamiento a largo plazo, pero creen que no necesariamente eso pueda ser negativo desde el punto de vista político.
Como Lazzari, quien sospecha que el anuncio le servirá al Ejecutivo para crear un “culpable” con el cual confrontar.
“Las medidas espectaculares de corto plazo le están rindiendo cada vez menos al kirchnerismo. Y después de que falló la estrategia de pelear con Clarín, no me extrañaría que alguien viera con buenos ojos un enfrentamiento con el sector comercial”, afirma el analista.
“Para el kichnerismo, esa pelea implicaría un lugar cómodo. Asume la actitud del defensor de los intereses populares contra los empresarios que boicotean la economía. Eso le daría pie paranuevas medidas intervencionistas”, agrega.
Y recuerda que, en la década de los ’80, Raúl Alfonsín se benefició electoralmente en el inicio del plan Austral, cuando hablaba de “economía de guerra” y aplicaba el congelamiento de precios.
Claro que para que eso ocurra faltan varios meses. En términos argentinos, “largo plazo”.
Mientras tanto, los funcionarios kirchneristas podrán festejar el éxito del congelamiento.
Fuente: Libertad y Progreso: http://www.libertadyprogresonline.org

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