Opinión: Dr CARLOS LYNCH
La designación, Jorge Mario Bregoglio como nuevo papa, es antes que nada para los argentinos una de esas alegrías inmensas a la que
no estamos acostumbrados, pero que por lo mismo nos maravillan.
Salvando las distancias son como aquellos goles de Maradora a los ingleses en el mundial del 86, parece mentira uno de ellos con la mano de dios según su autor, goles que movieron las entrañas últimas del pueblo argentino y ubicaron al Diego para siempre en el imaginario popular. Con el Papa Francisco su figura toma dimensiones de prócer nacional y ninguna objeción mezquina la puede rozar.Para valorar este aire fresco que invade al pueblo argentino, se hace necesario que reconozcamos que nuestra historia no ha sido un lecho de rosas, nuestra historia se escribió con sangre, luto y dolor.
Para no ir más lejos, arranquemos de 1930, la revolución de Uriburu. La década infame 1930 o como la llamó Lugones, ?la era de la espada?, fraude escandaloso, corrupción, fusilamiento, cárceles.
Asesinato en el senado, Enzo Bordavehere senador de la oposición a manos de un sicario del gobierno.
Los nueve años del primer Perón 1946-1955, nueve años de autoritarismo, de plan conintes, estado de sitio y estado de guerra interno. Monopolio de la prensa oral, escrita y televisiva, opositores perseguidos, encarcelados y torturados. Enseñanza al servicio de la política oficial en los tres niveles. Invasión de los ámbitos privados más allá de lo tolerable.
Terminó todo en 1955, previo bombardeo de la Plaza de Mayo, quema de la Catedral Metropolitana, otras iglesias de la Capital federal y cedes de partidos políticos de la oposición, insurrección militar en Córdoba que se extendió a todo el país. En realidad el peronismo no fue un ejemplo de convivencia civilizada, 1956 Otra vez los fusilamientos, basural de José León Suarez y Cárcel de la Avenida Las Heras. Todo un universo de violencias.
Década del 60, otro general tan violento, torpe e ignorante que el anterior. Como primera medida intervino la universidad en su momento de más esplendor a la cabeza de las universidades de América latina.
Los setenta, la tragedia. Vuelta de Perón, Ezeiza, ERP, Montoneros, triple AAA, como decía el general unos tiraban desde la izquierda y otros desde la derecha, el porqué nunca lo sabremos. A renglón seguido militares otra vez, terrorismo de estado. El Proceso de Reorganización Nacional, terminó de la peor manera. La operación político militar denominada Malvinas, planeada y ejecutada por intereses políticos domésticos pudo habernos costado la integridad territorial de la nación.
Los ochenta, la restitución democrática. Algunos presidentes que se fueron antes y otros que no se quisieron ir nunca. Corrupción galopante.
Entonces, la elección de un papa argentino, nos hace sentir más argentinos que nunca. No le pidamos a Francisco I que solucione nuestros problemas, eso nos corresponde a nosotros. Los papas no están para eso. Los papas están para dejarle su impronta al mundo, caso León XIII, Juan XXIII o Juan Pablo II. Esta que sea la impronta de un gran argentino. Con eso ya estamos hechos.
Carlos Alberto Lynch
Diputado Nacional (m.c.)- Fuente: Opinión Coiudadana
La designación, Jorge Mario Bregoglio como nuevo papa, es antes que nada para los argentinos una de esas alegrías inmensas a la que
no estamos acostumbrados, pero que por lo mismo nos maravillan.
Salvando las distancias son como aquellos goles de Maradora a los ingleses en el mundial del 86, parece mentira uno de ellos con la mano de dios según su autor, goles que movieron las entrañas últimas del pueblo argentino y ubicaron al Diego para siempre en el imaginario popular. Con el Papa Francisco su figura toma dimensiones de prócer nacional y ninguna objeción mezquina la puede rozar.Para valorar este aire fresco que invade al pueblo argentino, se hace necesario que reconozcamos que nuestra historia no ha sido un lecho de rosas, nuestra historia se escribió con sangre, luto y dolor.
Para no ir más lejos, arranquemos de 1930, la revolución de Uriburu. La década infame 1930 o como la llamó Lugones, ?la era de la espada?, fraude escandaloso, corrupción, fusilamiento, cárceles.
Asesinato en el senado, Enzo Bordavehere senador de la oposición a manos de un sicario del gobierno.
Los nueve años del primer Perón 1946-1955, nueve años de autoritarismo, de plan conintes, estado de sitio y estado de guerra interno. Monopolio de la prensa oral, escrita y televisiva, opositores perseguidos, encarcelados y torturados. Enseñanza al servicio de la política oficial en los tres niveles. Invasión de los ámbitos privados más allá de lo tolerable.
Terminó todo en 1955, previo bombardeo de la Plaza de Mayo, quema de la Catedral Metropolitana, otras iglesias de la Capital federal y cedes de partidos políticos de la oposición, insurrección militar en Córdoba que se extendió a todo el país. En realidad el peronismo no fue un ejemplo de convivencia civilizada, 1956 Otra vez los fusilamientos, basural de José León Suarez y Cárcel de la Avenida Las Heras. Todo un universo de violencias.
Década del 60, otro general tan violento, torpe e ignorante que el anterior. Como primera medida intervino la universidad en su momento de más esplendor a la cabeza de las universidades de América latina.
Los setenta, la tragedia. Vuelta de Perón, Ezeiza, ERP, Montoneros, triple AAA, como decía el general unos tiraban desde la izquierda y otros desde la derecha, el porqué nunca lo sabremos. A renglón seguido militares otra vez, terrorismo de estado. El Proceso de Reorganización Nacional, terminó de la peor manera. La operación político militar denominada Malvinas, planeada y ejecutada por intereses políticos domésticos pudo habernos costado la integridad territorial de la nación.
Los ochenta, la restitución democrática. Algunos presidentes que se fueron antes y otros que no se quisieron ir nunca. Corrupción galopante.
Entonces, la elección de un papa argentino, nos hace sentir más argentinos que nunca. No le pidamos a Francisco I que solucione nuestros problemas, eso nos corresponde a nosotros. Los papas no están para eso. Los papas están para dejarle su impronta al mundo, caso León XIII, Juan XXIII o Juan Pablo II. Esta que sea la impronta de un gran argentino. Con eso ya estamos hechos.
Carlos Alberto Lynch
Diputado Nacional (m.c.)- Fuente: Opinión Coiudadana
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