Por Gabriel Zanotti(*)
Hace
muchos, muchos años, observé una situación muy interesante (¿era interesante
porque la observé o la observé porque era interesante? J). Bien, dejando eso de lado, vuelvo. Era en un tren
hacia una localidad de la provincia de Buenos Aires, con los típicos asientos
uno frente al otro. De un lado una familia, en el otro lado, otra. Uno de los innumerables
vendedores ambulantes ofrece paquetes de caramelos. Una de las familias es muy,
muy pobre, y los ojos del niño acarician con nostalgia esos caramelos que nunca
verá. La otra familia parecía mejor económicamente, y compra el paquete de
caramelos. Sin embargo el niño de la familia más pudiente mantenía los ojos
hacia el suelo, mientras el otro niño mantenía sus ojos fijos en el famoso
paquete de caramelos, su por ahora objeto de deseo. La situación se mantuvo así hasta que me tuve
que bajar.
Conjeturemos.
¿Era el niño “pudiente” un marxista creyente? ¿Creía realmente que su riqueza
era la causa de la pobreza de la otra familia, y su mirada en el suelo
implicaba que estaba planeando la revolución? La verdad, no creo. Era un niño
de unos 7 u 8 años, no más.
¿A
qué se debía, entonces, su actitud? Obviamente no sé. Pero siempre me quedé
pensando si no había hecho, sin darse cuenta, un acto natural de empatía hacia
la pobreza del otro niño, ante su tristeza, y por lo tanto no quiso ostentar su
riqueza delante de él. ¿Why not? Estoy hablando de la empatía, no digo que el
niño era Fray Martín de Porres. Cualquier que haya leído a Adam Smith lo
entiende (entre paréntesis, pobre Smith. Para los marxistas, el infradotado de
la mano invisible, para Rothbard, un marxista. Evidentemente los autores
sutiles no son lectura para los absolutos ideológicos).
Digo
todo esto a cuento del escándalo que he visto en Facebook (una fuente muy
respetable para el Conicet J) en algunos liberales y libertarios sobre la
prohibición de Francisco de usar autos de lujo en el Vaticano. Todos han
pensado que Francisco es un marxista que piensa que los autos de lujo son la
causa la pobreza. ¿Saben que me parece que no? Porque Francisco es católico.
¡Oh, me dirán, lindo descubrimiento, por un lado, y peor aún, por el otro!!!
Si, lindo descubrimiento, porque me parece que es muy desconocido qué es ser
católico. Si cualquier persona puede tener empatía hacia el pobre, el católico,
por la parábola del buen Samaritano, la tiene más, y ante diversos tipos de
pobreza. Y en ese sentido, la riqueza material puede tenerse, desde luego, y
obvio que su adquisición no se debe a la plus valía, y obvio que luego se debe
usar conforme a la conciencia cristiana y con desprendimiento espiritual, pero
nada de ello obsta a que no deba ostentarse ante el otro. La austeridad, la
humildad, ante todo tipo de riqueza, es una actitud que nada tiene que ver con
Marx. Y me refiero a todo tipo de riqueza. Mi doctorado, mis libros publicados,
etc., (que sin caridad son sólo un charco maloliente de soberbia), ¿acaso me
paso todo el día ostentándolo ante los demás? Y, como ya dije una vez, no me
voy a poner a aclarar todo como si el lenguaje humano fuera la mathesis
universalis que pretendía Leibniz. Si alguien no sabe qué quiere decir “ostentar”,
búsquelo en su interior (en su interior, no en un diccionario). Y que todo esto
depende de la prudencia de la situación (que incluye lo histórico), ¿tengo que aclararlo?
Por
ende, no creo que a Francisco le preocupe que el presidente de los EEUU llegue
a la casa blanca en un auto de lujo pero, sobre todo, blindado hasta el
espejito retrovisor, para lo cual no le sirve un Fiat 600. Pero Francisco se
está dando cuenta de que el Vaticano no es un Estado como los demás (para mí
habría que abolir el estado del Vaticano y dejar de identificarlo culturalmente
con la Iglesia, pero ya me estoy acostumbrando al tiempo en el que vivo). Y que
sus “funcionarios” (qué horror, esa palabra) deben hacer acciones simbólicas de
empatía, de caridad, de desprendimiento, de austeridad. Yo personalmente me
mato de la risa ante el solo pensamiento de que algo de ello tenga que ver con
Marx, y espero que Francisco también.
Por
lo demás, si alguno cree que me he sumado al conjunto masificado de aduladores,
obsecuentes e hipócritas que nunca pisaron una Iglesia y que desde que asumió
Francisco creen que son el catolicismo caminando, no me conoce.
(*) http://www.gabrielzanotti.com.ar/
http://gzanotti.blogspot.com.ar/
PUBLICADO CON LA AUTORIZACIÓN DE SU AUTOR
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