Por Eduardo Filgueira Lima (*)
En las ciencias sociales son tantas las variables que
intervienen- que además se modifican en su interrelación y en el tiempo – que a
pesar de resultar dificultoso predecir, es posible prever.
En la economía son precisamente estas circunstancias las
que hacen confusas las consecuencias – en especial las alejadas – de las
medidas que se toman. Con el agravante que no existe responsabilidad entre las
decisiones y los resultados.
Mucho más aún cuando desde el poder político se
encuentran justificativos, basados en conceptos arraigados en la gente, aunque
no tengan sustento científico y por el contrario la evidencia empírica sea el
único argumento (insuficiente para la mayoría) de lo que se prevé que tarde o
temprano sucederá.
Sin embargo los gobiernos tienen tendencia a intervenir y
planificar la economía y direccionarla en función de “sus” intereses, pensando
que así como la organizan se sucederán los hechos, aunque más temprano que
tarde las consecuencias – eventualmente desestimadas – no sean las previstas.
Porque existen solo dos formas de obtener la satisfacción
de las necesidades humanas: el Estado y el mercado. Lo que no se puede hacer es
precisamente planificar el mercado, porque ya sabemos cómo terminaron las
economías estatistas centralizadas.
Hoy luego de casi 10 años de gestión y con un inicio de 6
en el cual las variables económicas – “viento de cola o no” – se mantuvieron estables
y permitieron importantes ingresos al país, con aceptable estabilidad
económica, desde el 2008 nuevas verdades comienzan a hacerse presentes.
Las políticas populistas suelen ser deseables para el
público, les permitirle suponer que alcanzan la prosperidad, que se defienden
los intereses nacionales y la satisfacción de sus necesidades.
Por otro lado y por lo mismo incrementa la adhesión, la popularidad
y los votos para los políticos,.. Esto es decir que el vínculo
político-económico se convierte en un círculo vicioso, los unos demandan
legítimamente –lo que no tiene límites – y los otros obtienen el beneficio en
la intermediación al satisfacerlas.[1]
Mucho más grave aún cuando no existe relación vinculante
entre lo que se promete y lo que realmente se hace, aunque estas políticas
permitan suponer que con la redistribución de la riqueza de un grupo a otro, se
están logrando con beneficios para el conjunto social.
Pero finalmente, este círculo vicioso requiere cada vez
mayores recursos y en el largo plazo, por esa misma razón, si no se logra un
incremento paralelo y sostenido de la producción, ni se puede financiar el
gasto público que esas políticas necesitan, ni se permite salir del
asistencialismo populista,… por lo que se hacen visibles sus inconsistencias.
Lo anterior es una primera aproximación para dejar en claro
que: si el gobierno quiere domesticar la economía, deberá intervenir
crecientemente para planificar el mercado y es justamente lo que no podrá
hacer, por más políticas intervencionistas que pretenda imponer. Y si lo hace
como pretende hoy, los resultados indeseados pronto se harán notar.
El gobierno, para financiar sus políticas populistas
requiere cada vez más recursos, lo que lo ha llevado a apoderarse de toda caja y
recursos disponibles, para llevar adelante no siempre políticas que maximicen
el bienestar general, sino las que le otorgan mayor popularidad a expensas de
otras que seguramente serían más necesarias.
¿Cómo llamar por ejemplo la impresionante utilización de
recursos para financiar “Futbol para Todos” o la distribución de netbooks,… con
los recursos del ANSES, mientras el 80% de los jubilados viven en condiciones
de pobreza? o no son efectivamente compensados los 10.000 juicios judicialmente
resueltos, o se les retribuye sus haberes con el 82% móvil, tal como les
corresponden en forma legítima.
Pero no son solo las acciones políticas mencionadas, sino
también los subsidios, tanto los que alcanzan a los planes sociales como a los
que se transfieren a los empresarios amigos de todo tipo, lo que incrementa en
gran medida el gasto público, lo que en un punto – y aún disfrazado con los
ingresos de otros transferidos de otras reparticiones – ingresa en el camino
del déficit.
Porque lo que no se comprende es que los recursos son
limitados, por eso su asignación debería ser no solo eficiente, sino ética.
Reducir el gasto público (que hoy alcanza en nuestro país al 45% del PBI) es un
punto importante para el control del déficit fiscal, que hoy se hace presente dada
la progresiva reducción de la recaudación, paralela a la disminución de la
actividad productiva.
Una economía sana necesita no solo del equilibrio fiscal
y un gasto público equilibrado en relación al PBI, sino también un Estado
eficiente en sus roles mínimos[2]
y no un Estado gigantesco, omnipresente, que intenta controlarlo todo, que lo
obliga a una voracidad sin límites, para obtener recursos.
Las formas de financiamiento del Estado son varias. En la
década de los ´90 los ingresos se lograron con endeudamiento externo y hoy a
pesar del declamado desendeudamiento (que no es tal) la deuda se contrae con
infinidad de bonos – que nunca serán
pagos o que deberán hacerlo las generaciones futuras – a los organismos de los
que se han capturado (con un interés que es el que se calcula con los datos de
inflación del INDEC) , cuando no se recurrió a la expropiación sin compensación
alguna, o a los prestamos de amigos como Chavez, con altos intereses.
Otra forma de financiamiento son los impuestos – que ya
están al límite de lo posible, pues si acompañan la actividad productiva, en un
punto se hacen insostenibles para permitir una rentabilidad empresaria
vinculada al riesgo (Ver: Curva de Laffer).
Y en forma particular logra financiamiento a través de la
emisión monetaria, cuya expansión alcanza en nuestros días un ritmo del 40%
anual. Aún los insostenibles argumentos de Marcó del Pont o de Kiciloff – ayer
en el Congreso de la Nación al defender el presupuesto – emitir moneda
sistemáticamente para sostener el gasto público o para comprar reservas – que
pagan las deudas del Estado – se sabe que genera inflación.
Aún negada en las estadísticas oficiales y por la propia
Sra. Presidente (que en Harvard dijo: “…
si hubiera una inflación del 25% el país estallaría,…”), aún así existe una
inflación estimada según diversas consultoras en el 25% anual y el país la
esconderá sin estallar,.. pero también sin avanzar.
“La
causa de la inflación se debió al incremento del gasto público improductivo y
de las mejoras sociales, con una política que no comprendió la forma de
impulsar simultáneamente el crecimiento económico. … (…)….La razón por la que no pudimos salir de la inflación es
porque no supimos combinar una contención de la inflación, con una política de
fuerte crecimiento y reducción del gasto publico improductivo,
simultáneamente,….”[3]
Cuestión que se sabe requiere seguridad jurídica (mal que
le pese al Vice-Ministro de Economía), cuestión vulnerada permanentemente en
nuestro país con el cambio permanente en las “reglas de juego” (véase: la
reciente pesificación compulsiva de deudas contraídas y acordadas en dólares
por la Pcia. del Chaco, lo que significa una falta de cumplimiento de los
contratos) y muchas otras cuestiones (larga sería la lista) que no nos hacen
creíbles ante los inversores necesarios, y diría son imprescindibles para
lograr genuinas condiciones de crecimiento, producción, fuentes de trabajo,
etc. y cuyo pago de impuestos permitiría también el financiamiento del Estado.
Pero para ello se requiere de manera excluyente:
credibilidad, seguridad jurídica y estabilidad de las reglas de juego,… de tal
suerte que el riesgo a asumir sea hasta cierto punto previsible.
Después de la Gran Crisis del ´29 Jonh M. Keynes, a
través de sus obras[4] tuvo una
importante inserción ideológica en el pensamiento económico y político.
En términos generales su finalidad estaba dirigida al
sostenimiento del pleno empleo mediante el incremento del gasto público, bajo
el supuesto que el incremento de la demanda agregada generaría el desarrollo de
la oferta (de bienes y servicios),.. por lo menos ello en el corto plazo. Uno de
los principales problemas que Keynes intentó resolver fue la crisis del ´29 y
probablemente para ello sirvieron sus hipótesis,… pero no fue capaz de
vislumbrar que por un lado el incremento de la masa monetaria, alcanza un punto
que excede la demanda,.. el dinero pierde poder adquisitivo y la adquisición de
bienes requiere de mayores cantidades de dinero para cada unidad y eso es
precisamente la inflación: no el aumento de los precios que es su consecuencia,
sino la pérdida del poder adquisitivo del dinero.
No puedo dejar de mencionar que además, Keynes olvidó la
Ley de Say[5],
que resumidamente explicita que no puede haber demanda sin oferta,.. es decir:
la oferta es la que genera su propia demanda.
Sin embargo la posición de Keynes influyó particularmente
en la clase política porque se le otorgaba la gestión del incremento del gasto
público – deseada función – que permite gastar según se piense, en otros,.. los
dineros de todos,.. con el plus de que cómo “benevolente intermediario”, ser
beneficiario y receptor del voto de la gente.
Para los políticos cualquier restricción monetaria genera
limitaciones en el consumo y descontento social. Además de ello se supone una
reducción de la actividad económica y su consecuencia: el desempleo.
Las políticas keynesianas dieron origen al Estado de
Bienestar, con sucesivas modificaciones de las variables, al punto tal que
progresivamente se hicieron insostenibles, a medida que redujeron la tasa de
capitalización y productividad en relación al creciente gasto público. Esto es
lo que sucede en la mayor parte de los países – aún desarrollados – en crisis
hoy.
El Prof. L. Kotlikoff – economista de la Univ.
de Boston y que no es nuestro inefable Kiciloff a pesar de la similitud en el
apellido – nos muestra cifras que indican que el gobierno federal de los
EE.UU., en algún momento tendrá que incumplir una gran parte de su deuda aunque
esto suceda a largo plazo. Los
números dice, cuando son ciertos, no mienten. Y los que presenta el Prof. Kotlikoff son mucho más grandes que
la mayoría de las estimaciones y el gobierno no podrá salir de su crisis por el
dinero fiat.[6]
Nuestro
Vice-Ministro A. Kiciloff ha dicho que “el año próximo se desacelerará el gasto
público” !!!! Lo que representa el reconocimiento implícito de la
importancia que tiene – por su financiamiento que basan en la expansión
monetaria con sus consecuencias, así como de los impuestos de quienes producen
– en tanto resulta mayormente improductivo e ineficiente !!
Lo que no me imagino es como – además del
discurso circunstancial y tal vez su voluntad real (aún anti-keynesiana) de
hacerlo – logrará semejante hazaña.
Existe un verdadero incentivo económico para la
difusión de ciertas teorías, aunque fueran falsas, por el supuesto de su
efectividad política en términos de adhesiones que son votos.
Poco importa o no se comprende que el dinero es un
fenómeno de libre mercado y bajo su dinámica resulta una mercancía sólida. Pero
el monopolio estatal, su incremento sin respaldo, más allá de las posibilidades
de las fronteras de producción y su manejo discrecional, lo transforman en una mercancía
poco sólida.
Sin embargo la teoría de que el aumento del gasto público
y de la oferta monetaria trae prosperidad para todos, o la teoría que el gasto
público genera nuevos puestos de trabajo, aún falsas, imprimirán a la gente el
deseo de ponerlas en práctica[7],..
y a los políticos de usufructuarlas.
Por otra parte en el mundo globalizado de hoy el Estado
de Bienestar resulta des-civilizador y más aún por la manipulación de los
bancos y centrales financieras, así como del intervencionismo económico, carga
fiscal creciente, normas y reglamentos, ausencia en el control de las cuentas
públicas, todo lo que amenaza hasta economías que hasta ahora han sido
consideradas las más prósperas. En esta encrucijada el camino es liberarse de
la demagogia política.[8]
En estas circunstancias nos encontramos en nuestro país:
- Baja en la tasa de capitalización: ahorro + inversión con un fuerte deterioro del clima de negocios.
- Un mercado interno que ha detenido su expansión (en especial en el mercado inmobiliario)
- Un inevitable “cepo cambiario” – con todas sus variantes y aunque a la Sra. Presidente la enoje y lo niegue – y un Vice- Ministro Kiciloff que lo defiende porque supone erróneamente que de la sola existencia de dólares depende la inversión ¿¿??
- Una inflación negada y dibujada por el INDEC (0,9%), mientras que las consultoras privadas y el IPC-Congreso la ubican en el 1,93% en septiembre 2012 y de la que no podemos protegernos al prohibírsenos recurrir a una moneda – para atesoramiento o lo que fuere – que pierde menos su valor. Esta inflación golpea más a los sectores medios con capacidad de algún ahorro y parece que menos a otros dados los acuerdos salariales logrados,.. pero que igual pagan a través de los impuestos al consumo. La inflación IPC-Congreso en 2012 y hasta el mes de Septiembre había alcanzado el 18%.
- A pesar del enfriamiento del nivel de actividad económica la inflación no cede por los motivos antes expuestos. Continua fuga de capitales.
- La adulteración de las cifras del INDEC nos induce a subestimar el alcance de la pobreza e indigencia, que consultoras privadas – coaccionadas y perseguidas – estiman en el 25% y 9% respectivamente. Es decir varios millones de personas.
- El déficit fiscal que volvió a ubicarse el mes pasado por debajo de la inflación (cayendo en términos interanuales: -7%), aún encubierto por el Banco Central, ANSES, PAMI, etc. y cada vez mayor presión tributaria para solventarlo, así como limitaciones a las provincias en las transferencias no automáticas del RFCI, o la retención del 15% (producto de la estatización de las AFJP), que ya no tiene razón de ser. Las provincias se verán obligadas a incrementar sus impuestos. El deterioro de las finanzas provinciales se prevé mayor que el del gobierno nacional.
- La pesificación de las deudas provinciales como ahora preconiza el Gobernador Capitanich, punta de lanza de una acción vergonzante.
- ¿Podemos solo contar con eventuales e inciertos ingresos, como son los supuestos impuestos (no coparticipables) al agro y agroindustria,.. o ¿una esperable recuperación del intercambio con Brasil? En todo caso solo cabría en el mejor de los casos y ante estos ingresos un crecimiento de la tasa de recaudación de 2,5 puntos porcentuales que compensarían el déficit,.. o no, depende del comportamiento de otras variables !!
- Aún el INDEC reconoce la pérdida de más de 70.000 puestos de trabajo en el segundo trimestre del año. El empleo público subió más que el empleo privado y en este el incremento es a expensas del trabajo no registrado. ¿De qué sustitución de importaciones (concepto arcaico y ya desestimado en un mundo globalizado donde debemos hacer valer nuestras “ventajas comparativas”, en vez de sustituir lo que nos resulta complejo y caro) o reindustrialización nos habla Kiciloff?.[9]Como vemos Keynes – de quien Kiciloff y muchos otros se reconocen fervorosos admiradores – ha sido el mentor de ideas que derivaron aquí en devaluadas políticas populistas, que ni siquiera pudieron mejorar las circunstancias de vida y maximizar el bienestar social de gran parte de nuestros compatriotas.
Muy por el contrario, nos han conducido a graves condiciones económicas y
políticas. En este último caso una profunda grieta y confrontación en la
sociedad, cuando sería más inteligente lograr la necesaria cohesión de nuestra
ciudadanía.
Muy por el contrario nos vemos frente a un difícil escenario económico y
político. La adulteración de los datos del INDEC, el no reconocimiento de la
realidad (“No hay cepo cambiario”,
dijo la Sra. Presidente), cualquier voz disidente o que se atreva a cuestionar
el discurso hegemónico es acusado de desestabilizador y ahora a través de la
Ley de Medios, si les es posible, profundizarán el pensamiento único y
hegemónico.
Por lo mismo: ¿Qué es de esperar?, ¿Que modifiquen el discurso?, ¿Qué
modifiquen el rumbo económico?,… no, con seguridad solo es de esperar mayores
controles, más intervencionismo, mayor discrecionalidad y la suma absoluta del
poder.
Eso nos llevaría a pensar que no se corregirá el rumbo económico, a pesar
de su alto nivel de riesgo y conflictividad. Solo es de esperar que el gobierno
– como lo ha hecho hasta hoy – intente domesticar la economía.
Y en lo político la Sra. Presidente agregó: “…lo que hay es cepo democrático..” es cierto Sra. Presidente
aunque Ud. no se refería a la democracia sino a los medios, sabemos cómo Ud. que
existe un “cepo democrático”,.. pero también sabemos que lo impone Ud.
Buenos Aires, Octubre 18 de 2012
Dr. Eduardo Filgueira Lima. MD.Magister en Sistemas de Salud y Seguridad Social
Magister en Economía y Ciencias Políticas
Director del CEPyS
[1] Buchanan, J & Tullock, G. “The
Public Choice Theory” (1967)
[2]
Cachanosky, N. “¿Qué no puede faltar en un plan macroeconómico?” (2012)
[3]
Cadenas Madariaga, M. “La batalla contra la inflación en la Argentina” (2012)
[4] Keynes, J. M. “Treatise on Money”
(1930) y “The General Theory of Employment, Interest and Money” (1936)
[5]
Say, J. B. “Tratado de Economía Política o la exposición de la manera en que se
forma, se distribuye y se compone la riqueza” (1803)
[6] North, G. “U$S 11 Trillion
increse in Federal Debt in one year”(August,2012)
[7]
Polleit, T. “Cuidado con las Teorías” (en Mises.org, 2012)
[8]
Huerta de Soto, J. “Socialismo y Civilización” (2012)
[9]
Datos obtenidos del INDEC, IPC-Congreso, y varias consultoras privadas
(Monteverde & Massot, IDESA, CAME, Ecolatina, Inf. Univ. de Belgrano,
etc.), publicaciones varias.
ENVIADO POR MAIL POR SU AUTOR
ENVIADO POR MAIL POR SU AUTOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario