domingo, 14 de octubre de 2012

Atacando a Los Ricos

Eduardo García Gaspar
Son motivo de envidia y celo. Se les considera explotadores y codiciosos.
Son reprobados moralmente. Se les acusa de causar desigualdad y pobreza.
Y, por supuesto, son parte de la lista de sospechosos usuales, esos a los que se acusa de todo.
No es para tanto. El asunto es menos simple de lo que aparenta.
Me refiero al grupo de “los ricos”. Uno de difícil definición y que sólo resulta claro en su extremo superior, el de los súper ricos, pero no en el extremo inferior.
¿En qué monto de activos o ingresos se deja de ser rico? Fuera de este problema de definición que no es posible de solucionar, el tema bien merece una segunda opinión.
Comencemos por los ricos, como quiera que se definan, en una sociedad libre y abierta. Una en la que rige el libre mercado y, en general, el resto de las libertades.
Dentro de este tipo de régimen se encontrará ese grupo. Habrá personas opulentas, de grandes recursos y con vidas lujosas. No puede evitarse en donde predomina la libertad.
Sigamos ahora con el mismo grupo, los ricos, en una sociedad opuesta a la anterior. Una en la que no existe el libre mercado y el resto de las libertades están limitadas. También aquí habrá ricos, gente acaudalada y pudiente.Tampoco puede evitarse en un sistema de este tipo.
Total, no hay remedio, siempre habrá un grupo de personas que formen el grupo de los ricos y acaudalados. Sin embargo, entre una sociedad y la otra, hay diferencias notables.
En una sociedad libre y abierta, la riqueza personal tenderá a ser el resultado del esfuerzo personal, de la iniciativa individual, de eso que llamamos el ser emprendedor.
Las grandes fortunas serán el resultado de satisfacer mejor las necesidades de los consumidores.
En una sociedad menos abierta, más cerrada, la riqueza personal tenderá a ser el resultado de las amistades y contactos con gobernantes y políticos. De los gobiernos, estos ricos obtendrán exclusividades y tratos preferenciales que permitan lograr sus fortunas.
Fortunas que no son el resultado del ser emprendedor, sino del compadrazgo y el nepotismo.
La distinción es vital porque la reprobación a los ricos, así en general, no tiene sentido. En cambio, sí lo tiene la forma en la que esa riqueza ha sido formada.
Resulta perfectamente justificable criticar la riqueza si ella ha sido obtenida por medios como los favores gubernamentales. En cambio, la riqueza obtenida por medio del trabajo y el éxito emprendedor, lejos de ser reprobable, es admirable.
Pero el asunto no se resuelve del todo así. Incluso en un mercado libre cabe la posibilidad de lograr riqueza por medios reprobables.
Tome usted, por ejemplo, los empresarios que producen pornografía. Lo hacen por un sentido de emprendedor y sus ingresos son legales. Hay algo, a pesar de eso, que nos dice que no es positivo lo que hacen, que no es moral.
Del otro lado, tome usted el ejemplo del que logra una gran fortuna con alguna invención, digamos Google. Sin duda sus propietarios son parte de los súper ricos, pero nada hay de cuestionable en eso. Sus ingresos son causados por los beneficios que producen en otros, y su fortuna es merecida. Lo mismo va para el panadero de la esquina, o la tienda de supermercados.
Mi punto es que el odio y la aversión hacia los ricos está desencaminada.
Criticar a la riqueza por ella misma es inútil. Lo único que puede criticarse es la manera en la que esa riqueza ha sido lograda. Eso es todo. Y es más complicado que la simpleza marxista de la lucha de clases y sus variaciones.
Más aún, dentro de una sociedad libre, las fortunas van y vienen. No se eternizan. Su conservación depende de mantener dando beneficios al cliente.
Recuerde el caso de Kodak, por ejemplo. Los grandes gigantes no son eternos. Hace una década nadie preveía lo que sucedió con Apple. Dados los beneficios que me ha dado mi iMac, con gusto apruebo la fortuna de esa empresa.
Lo que me parece que sucede en el fondo de las críticas a los ricos es, primero, esa pobreza de análisis que no considera la manera en la que la fortuna fue adquirida. Un olvido colosal.
Pero también, segundo, es que en esas críticas se tiene un cierto sabor a envidia y a rencor por parte de quienes no han sido exitosos, o no tienen el talento para serlo, o son demasiado perezosos para intentarlo.

Fuente: Publicado en contrapeso.info

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