El editorial de ABC arremete contra el presidente venezolano y su "compra de voluntades" en el continente
No es precisamente una novedad que durante sus casi 14 años de reinado el gorila bolivariano Hugo Chávez ha usado los ingentes recursos provenientes de la venta de petróleo para exportar su “revolución” al resto de la región y comprar las voluntades de gobernantes inescrupulosos. No obstante, los datos dados a conocer en el informe elaborado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), acerca de las exorbitantes cifras dilapidadas por el fundador del engendro denominado “socialismo del siglo XXI” para su estrategia de penetración internacional, dan cuenta de la sorprendente magnitud del derroche y de la escandalosa conducta de los presidentes de los países que nos rodean, vendidos todos al oro del déspota caribeño.Según el reporte de la MUD, el gobierno de Fernando Lugo fue beneficiado con más de 114 millones de dólares americanos en sus primeros dos años de gestión. La suma, si se la considera en el contexto de nuestra economía de menor desarrollo relativo, es por demás significativa, y evidentemente ella le habrá sido de gran utilidad al expresidente para intentar consolidar su modelo político bolivariano marxista y fortalecer la acción de grupos radicalizados.
Sin embargo, esa suma de dinero es ínfima si se la compara con los 9.000 millones de dólares que Chávez repartió entre sus más poderosos aliados del Mercosur, sin contar al Brasil, que no fue incorporado en el informe elaborado por la alianza opositora venezolana.
Durante la administración del expresidente Néstor Kirchner, la Argentina habría recibido del régimen bolivariano unos 8.400 millones de dólares, incluidos 3.000 millones que fueron destinados a la compra de bonos de la deuda argentina y parte de las obligaciones contraídas por ese país con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Uruguay se benefició, de acuerdo con el reporte de la MUD, con 476 millones de dólares americanos, tanto en concepto de apoyo al área de la salud como en subsidios petroleros. La Bolivia de Evo Morales, por su parte, se habría alzado con unos 1.700 millones de dólares, cifra que, por otra parte, no incluye los montos de la “cooperación” establecida en los sendos acuerdos militares vigentes entre ambos países.
El caso del Brasil no fue incluido en el informe; sin embargo, es bien sabido que tanto el gobierno de Lula como el de Dilma sellaron sendos pactos petroleros con Chávez –incluida la instalación de refinerías–, y que el Brasil es el país que mayor tajada está sacando de la imperiosa necesidad de alimentos que existe en Venezuela, debido a que el gorila bolivariano ha destruido desde sus bases el aparato productivo agrícola de ese país sudamericano.
En este escalofriante concepto, ¿debe sorprendernos la férrea defensa del gorila bolivariano que desde hace años vienen asumiendo los gobernantes de los países citados? De ninguna manera. Ahora ella se explica más que nunca.
Se entiende, por ejemplo, el motivo por el cual las presidentas Rousseff y Kirchner, junto con su colega fácilmente manipulable José Mujica, dispusieron el ilegal ingreso de Venezuela al Mercosur el pasado 29 de junio, en la Cumbre celebrada en Mendoza, Argentina. Ante los ojos de la región y del mundo entero quedó patéticamente evidenciado que esa decisión se concretó en abierta violación de los tratados actualmente vigentes en el proceso de integración regional.
Se entiende así perfectamente lo expresado por el presidente uruguayo, cuando justificó esa acción ilegítima argumentando que las razones políticas superaban largamente a las razones jurídicas. Aunque, para ser más preciso, debió haber dicho que los motivos económico-financieros eran, en realidad, los que se imponían a cualquier otra consideración de índole legal.
Ahora bien, más allá de estas consideraciones específicas, está claro que esta actitud de compra-venta y cooptación de las voluntades de los gobernantes en verdad termina comprometiendo la dignidad de los países que estos representan. Esa conducta de entregarse al mejor postor, de comportarse como mercenarios de la política internacional, representa una mancha en la bandera de las naciones afectadas.
Es evidente que tal condenable modo de proceder terminará teniendo efectos políticos al interior de cada uno de estos países aludidos. Más tarde o más temprano, los electores les pasarán la factura a estos “líderes” que de forma tan aviesa salpicaron el honor de sus gobiernos, sus estados y sus pueblos.
Bienvenida, pues, una información que, si bien preocupa porque devela la dimensión del escandaloso soborno al que varios presidentes se prestaron, sirve para sacarles la careta a muchos gobernantes que se llenan la boca hablando de valores tales como “ética” y “solidaridad”, pero que no tienen ningún empacho en dar un indecoroso manotazo a la chequera de un déspota inescrupuloso cuya única prioridad política es consolidar su autoritarismo en la región.
ABC Color (PY) | Publicado en ElPoliticoWeb
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