POR DARDO NOFAL-EL iNTRANSIGENTE
Aquel “yuyo” prodigioso al que Cristina Fernández mencionaba con sarcasmo, proveyó a su gobierno de un monto tan espectacular de recursos, que alcanzó para abastecer sus antojos populistas.
Buenos momentos aquellos. El “yuyo” ya era la bendita soja y fue
transformándose en fórmula electoral, en subsidios a troche y moche, en
jubilaciones casi regaladas a espaldas de quienes aportaron
previsionalmente durante 30 años o más. También el “yuyo” engordó el
montaje publicitario insaciable del oficialismo, ese famoso “todo para
mí” que invade a los débiles cuando se sienten poderosos. Es esa etapa
que para un egocéntrico que se precie, los términos “período” y
“eternidad” son poco menos que sinónimos. El único freno para esa
avaricia política tuvo nombre, Julio Cobos y las maldiciones cayeron
sobre él.
Llega la cólera
Montada en el corcel brioso de la cólera, la Presidenta no
desinfló sus afanes expansivos. Los cortesanos -es decir los integrantes
de su gabinete- obedecieron y obedecen lo que Cristina ordena. Ahora la
tarea central es aniquilar figuras de la oposición. Sobre todo a
aquellas que van tomando cuerpo. El primer “señalado” fue
Hermes Binner por pulir su
imagen y su prestigio y por lucir lo que le pertenece: el rótulo de
socialista, del que el Frente para la Victoria quiso apropiarse mediante
maniobras indecentes.
Así se inventó el “
narcosocialismo”, del que se
culpó al santafesino cuando era directa responsabilidad del gobierno
central, como es la custodia y el control de las fronteras por donde las
drogas ingresan a la Argentina. Gendarmes, tropas del PEN, fueran
retirados de sea zona limítrofe, dejándola indefensa. Pero la culpa es
de Santa Fe. Una historia muy rara.
De contramano
Por este rumbo, la única estación terminal posible es una sociedad
sin valores de convivencia, de diálogo razonable y civilizado. En pocas
palabras, Cristina Fernández, mientras endiosa la imagen del esposo
fallecido, corta los contactos con los otros actores de la vida
institucional de la Nación.
Lo que más erosiona la esperanza de un futuro venturoso, amén de
las rispideces de la atmósfera política recargada de desencuentros muy
superficiales, anecdóticos, es la ausencia de interés por un gran
acuerdo de factores sobre prioridades. Los otros países del vecindario
sudamericano ya lo ensayaron y les va muy bien. Nosotros ni lo
intentamos siquiera sumergidos en esa minúscula guerra de conventillo
que nos va relegando en el continente. Tan enorme es la crisis
dirigencial de estos años. Tanto es el talento que falta y tan minúscula
la noción de Patria.
En el vital asunto de las inversiones productivas, la Argentina
también está destrozando su ya antiguo prestigio internacional. La
crisis europea empuja a capitales de primera línea a diversificar
destinos. América del sur es beneficiaria de esa rotación del dinero. La
Argentina, no. Y eso es producto de la mala fama ganada gracias a un
talante de prepotencia encerrado en el rótulo del nacionalismo. Mientras
el mundo se globaliza, los argentinos nos echamos llave. Siempre al
revés. Nuestro reloj político atrasa. Está descompuesto y no aparece un
mecánico moderno hábil.
Lo que recitan ya es viejo
Sobre ese tópico, el del mecánico, me surgen algunas dudas. La
primera entronca con la vocación política y la formación de nuevas
camadas de dirigentes. La solidez cultural, plataforma insoslayable, no
tiene demasiada consistencia. Una considerable fracción de los actuales
elencos de gobierno son jóvenes que recitan teorías aprendidas de
memoria hace pocos años al calor de su propia pasión reformista y que
ahora buscan reflotar como verdades supremas. No se dan cuenta, es
obvio, que mientras ellos bebían ese licor, la realidad económica,
ideológica y práctica del mundo asumía cambios de orientación exigidos
por la crisis. Nuestros equipos -el del PE Nacional es acabada muestra-
se manejan con textos ya exprimidos y agotados, mientras creen que están
fundando una flamante corriente. Nuestra relación con el exterior, en
ese sentido, muestra cada día algún grueso error. Otra vez nuestro
concierto de desconciertos...FUENTE: EL INTRANSIGENTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario