sábado, 28 de septiembre de 2013

EL ESTADO... ¿ PROTEGE?

Por María Celsa Rodríguez
María Celsa RodríguezEl Estado es un mal necesario, aunque muchos caen en la trampa de pensar que tiene el poder suficiente  para amparar y proteger a los indigentes, a los pobres y a los desamparados ciudadanos... Pero si es así, no habría familias enteras viviendo en las calles, durmiendo bajo un puente, ni niños con hambre, que andan descalzos, ni desnutridos, no habría hospitales colapsados, ni transportes públicos en pésimo estado, ni tantas víctimas de la inseguridad urbana, y más etcéteras de una interminable lista. Entonces la pregunta es ¿el Estado, protege o perjudica a aquellos que debería amparar? Cuando escuchamos a alguien del gobierno, la realidad es otra, por lo que es necesario  reconstruir sus argumentos  frente  a los hechos que nos provocan indignación, aunque ellos  se muestran molestos a cualquier critica sobre cuestiones sociales, donde se pongan en "libro de quejas" su  indiferencia  a las necesidades de la gente. Ya lo dijo Simone Weil: " Desear la verdad es desear un contacto con la realidad" Y es eso lo que le pedimos a los políticos.

La hoja de ruta de las ineficiencias y la dejadez en muchos aspectos ya parece naturalizada por su funcionalidad. Su cintura autoritaria va por encima  de los reclamos del pueblo.
Nos damos cuenta que estamos siendo protagonistas  de una crisis moral  donde la corrupción queda desnuda ante nuestros ojos, mientras quienes la ejercen se enseñorean de su poder  rodeándose de los parásitos que los engolosan.
El sentido común que ya escasea, se ha mantenido al margen en las cuestiones de estado y la ética no encuentra adhesión con la palabra política ¿porque será? ¿Es acaso la consecuencia de una enfermedad social que ha traspasado lo institucional?

El autismo por parte de quienes tienen la facultad de solucionar los problemas de la gente, y la falta de responsabilidad de los funcionarios, la ausencia de la rendición de cuentas, del mal uso de los bienes del Estado, la malversación de los fondos públicos, el acomodo a los familiares y amigos en la función publica, la manipulación de la información y la falsedad de los datos,  significa que nos han perdido el respeto.
El mostrarse impetuosos e indiscretos frente a sus propias fallas multiplicando explicaciones desgastantes nos hacen sentir débiles protagonistas de sus trampas, para sustentar su poder.
Nos usan en cada elección pero también nos usan,  porque  se alimentan de nuestros bolsillos  con elevados impuestos, que nunca sabemos que destino cierto tienen, aunque estamos conscientes que sirven para mantener el clientelismo activo y el banco de la corrupción que es  la obra publica.

Por ello como dijo  el colombiano Miguel Samper:"El mejor Gobierno es aquel que se hace sentir menos y cuya acción se limita a dar garantías a los derechos"

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