Por María Celsa Rodríguez
En la Argentina, el acto de pensar y el objeto del pensar se confunden, se desmaterializan las razones de fondo para enredarse en debates absurdos y monótonos donde esas razones son gemelos idénticos de viejas causas, que luego toman situación firme en la calle cuando los conflictos parecen encontrar el aliento fecundo para encender las ollas populares que alimentan a las masas que pastea sobre el cemento al grito de "tenemos hambre" mientras nadie físicamente tiende a acercarse al limite de hambruna que lo atestigüe, y con celulares de alta gama se fotografían con "sus compañeros" de lucha, en sus "actividades" piqueteras.
En tanto las sopas primitivas de ofensas es un mecanismo que suelen usar ciertos personajes que encuentran un eco en estas masas con sus discursos violentos. Así vemos a D'Elias, Echarri y Brieva en un rincón de un ring virtual construido desde su protagonismo mediático.
El deseo que todos los males caigan sobre Macri es el deseo que todos los males caigan sobre nosotros. Una psicosis del mal que busca la destrucción generalizada pero también quiebra el frágil equilibrio entre el caos y el orden que la mitad de los argentinos intentamos mantener.
Encender el desorden social es para estos individuos una motivación equizoide de que la posibilidad de que otro resultado sea posible aun prospera en sus esperanzas, cuando los argentinos no quieren mas ese resultado.
Las ideologías que imperan en sus mentes y que buscan instalar en la sociedad, corta transversalmente el deseo de un país que reconoce que fue el kirchnerismo quien nos condujo a esta tormenta ciclónica. Pero hay una enfermedad psíquica en ciertos grupos que niegan la verdad.
"Para Hiponense negar la verdad equivale a negar la realidad misma en la que estamos inmersos, aunque no tengamos conciencia. El proceso cognitivo sea cual fuere su explicación que deseamos del mismo no tendría sentido ninguno sin el compromiso con la verdad como reflejo de la realidad", dice Nieto Blázquez.
Negar la corrupción y los hechos corruptos del gobierno kirchnerista es negar las pruebas, negar la acusación, y negar el reflejo de esa realidad mientras se descarga al gobierno de Macri la culpa de la crisis. La pesada herencia es como la piedra de Sísifo intentando subirla por el Acrocorinto.
El odio y el resentimiento que derraman sobre quienes no pensamos como ellos y no queremos volver a esa Argentina los mantiene en esa negación de la realidad que tapa los ojos y solo a través de la violencia verbal, social y política encuentran sustento para construir un contexto ficticio.
Brieva dijo ahora "guarda que no ganaron 7 a 1 eh, ganaron 5 a 4", y el Kirchnerismo se ganó un PBI Dady! .... Pero eso no quiere aceptarlo.
Este discurso equivocado es un argumento real para ellos y desde esa intolerancia buscan legitimar un clima enrarecido en la sociedad, para agitar aguas que expongan a situaciones violentas.
Sabemos que hay grupos pagos para armar piquetes y generar situaciones de desborde social.
Por otro lado transitamos un tiempo de improvisación económica porque se han hecho las cosas mal y la inestabilidad exterior incrementa la tormenta interna. Se gastó sin las reformas previas debidas y los conflictos que gestamos son las consecuencias de los males pasados pero también de los errores presentes
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