Un halo de misterio recorre el Frente Amplio uruguayo acerca de cómo abordará la elección presidencial del 27 de octubre del próximo año, pese a que todos los partidos ya están seleccionando posibles candidatos. Nadie sabe con certeza si su figura de culto, el veterano exPresidente, José Mujica Cordano aceptará o no ir a la reelección.
Por ahora lo único concreto es que en varias entrevistas ha manifestado padecer una suerte de cansancio irreversible y que a sus 83 años no está en edad de salir de su sencilla parcela en las afueras de Montevideo en pos de nuevas aventuras políticas.
Pero como muchas veces ocurre, dichos y hechos no convergen necesariamente del todo. Y es que este veterano tupamaro, de recia ascendencia vasca que le ha permitido sortear variadas dificultades en su vida –entre otros el cautiverio en Punta Carretas y en Santa Clara de Olimar-, no ha dudado en salir de su tranquilidad rural cuando causas superiores lo demandan.
Así ocurrió hace algunas semanas cuando tomó un avión a Italia para ir a recibir un sentido homenaje que se le rindió durante La Mostra de cine de Venecia, donde se exhibieron dos películas sobre su vida, una sobre su trayectoria rodada por el mismísmo Emir Kusturica (“Pepe, una vida suprema”) y otra de A. Brecher (“La noche de 12 años”) que recrea sus años como preso político en 1972. Mujica sonrió ante la ovación que se le brindó, se deleitó compartiendo con el jet set presente y demostró que, pese a la edad, sigue sintiéndose totalmente a sus anchas fuera de su parcela, si hay algo que lo motive y engrandezca. En Venecia se le vio rejuvenecido, hablando del pasado y del futuro.
Por lo demás, nadie mejor que él conoce una exigencia frecuente de la política; habiendo causas superiores, hasta los más reacios cambian de opinión, de ideas, de motivos, de pareceres, incluso de humores. Por lo tanto, si algo en apariencias tan nimio como un festival de cine lo llevó a romper su deseada quietud campestre para ir en busca de un nuevo protagonismo, no debería extrañar si el comandante Facundo (como era conocido en sus años de clandestinidad), que para el Primer Mundo llegó a ser uno de los líderes más originales según escribía The Economist en 2014, mire con detenimiento varios asuntos de cara a la elección presidencial de octubre del próximo año, analice los pros y contras con su entorno y termine cambiando de parecer.
¿Cuáles podrían ser esos asuntos?. Hay, internos y externos.
Mirado desde Chile, los internos no son centrales, pero no por ello menos interesantes.
Por ejemplo, para el Frente Amplio, perder la elección sería un verdadero cataclismo que, de paso, podría reconfigurar el panorama de partidos políticos en el país. La coalición pasa por un momento que pudiera calificarse benévolamente de “madurez institucional”, que suele ocurrirles a todas aquellas agrupaciones que se hacen longevas en el poder sin generar mecanismos de recambio generacional ni en materia de ideas.
Hasta ahora se habla de alrededor de seis pre-candidatos del Frente Amplio, entre los que se cuentan aspirantes eternos como Danilo Astori (que aparentemente no tiene gran respaldo interno y renunciaría en las próximas semanas), otros emergentes como el Presidente del Banco Central, Mario Bergara (sic) o el intendente de Montevideo, Daniel Martínez Villamil. Sin embargo, ninguno asegura la victoria.
Todo apunta, por ahora, a que el único pre-candidato que puede darle continuidad a que el Frente Amplio se mantenga en el poder es este hombre que pone sobre la mesa la fuerza y ethos de su discurso, su biografía, los mensajes emotivos (“me rompen lo ojos”) y ese tono accesible, afable, de hombre mayor y algo profético, que más de alguien quisiera tener para pedirle consejo.
Mirado desde Chile, lo que cuenta son los asuntos externos.
En efecto, para nadie es un misterio que algunas ideas asociadas a las diversas variedades de izquierda post Guerra Fría lograron anidar con una buena dosis de éxito en América Latina y dieron vida a vástagos muy activos. Sin embargo, en el último tiempo, como dice el slogan de la serie Lie to me, la verdad se empezó a escribir en el rostro de cada uno de ellos y, sea por descrédito o investigaciones judiciales por corrupción, van claramente en picada. Incluso, todo ese multicolor espectro podría convertirse en un verdadero páramo dependiendo de lo que ocurra en la elección presidencial en Brasil en octubre próximo. Y es que en un breve lapso, los protagonistas de cada una de las opciones –llamémosle anticapitalistas- desplegadas en la región y que iban desde aquellos portadores de banderas indigenistas (Evo Morales), bolivarianas del siglo 21 (Venezuela), de cierto tinte redentista (Alejandro Toledo), de matriz populista (los K en Argentina), de benevolencia celestial (Fernando Lugo), de ambigua perspectiva socialista (R.Correa) y de reivindicación social (Lula), pasaron cada uno a escribir su propios epitafios. Todos viven momentos de repliegue, cuando no derechamente insertos en procesos de marginalización de la vida política, pese a haberlas protagonizado por años y en algunos casos por décadas. El Frente Amplio por ejemplo gobierna ininterrumpidamente desde el 2005.
En todos ellos, el rasgo común era una ampulosidad verbal marcada por el enojo y las molestias con el imperio y las oligarquías, como solían decir.
Sin embargo, los hechos parecieran llevarse irremediable ese tipo de retórica. En su lugar surge la lógica de un filósofo simple, sufriente, y la sobriedad de un monje, como se ha descrito a Mujica. El demostró que armado con aforismos vagos, pero que mueven a la reflexión, con llamados a hacer una política “sin fines de lucro”, se puede sobrevivir. Mujica en tal contexto representa una válvula de escape para potenciales situaciones embarazosas en el resto del continente en términos de antiguas lealtades.
En consecuencia, el destino crepuscular de determinados socios invita a ver los asuntos con lógica de causa superior y a un Mujica atendiendo “el llamado de las masas”, viendo la atractiva posibilidad de recrear una izquierda regional inspirada sólo en él y no en esa gama variopinta como era hasta ahora. Tal cual dijo Kusturica al homenajearlo en Venecia, “es supremo … es inspirador, único capaz de hacer socialismo dentro del capitalismo”. Esto haría de la perspectiva de una quietud rural y su presunto cansancio, una hipótesis innecesaria.
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Por ahora lo único concreto es que en varias entrevistas ha manifestado padecer una suerte de cansancio irreversible y que a sus 83 años no está en edad de salir de su sencilla parcela en las afueras de Montevideo en pos de nuevas aventuras políticas.
Pero como muchas veces ocurre, dichos y hechos no convergen necesariamente del todo. Y es que este veterano tupamaro, de recia ascendencia vasca que le ha permitido sortear variadas dificultades en su vida –entre otros el cautiverio en Punta Carretas y en Santa Clara de Olimar-, no ha dudado en salir de su tranquilidad rural cuando causas superiores lo demandan.
Así ocurrió hace algunas semanas cuando tomó un avión a Italia para ir a recibir un sentido homenaje que se le rindió durante La Mostra de cine de Venecia, donde se exhibieron dos películas sobre su vida, una sobre su trayectoria rodada por el mismísmo Emir Kusturica (“Pepe, una vida suprema”) y otra de A. Brecher (“La noche de 12 años”) que recrea sus años como preso político en 1972. Mujica sonrió ante la ovación que se le brindó, se deleitó compartiendo con el jet set presente y demostró que, pese a la edad, sigue sintiéndose totalmente a sus anchas fuera de su parcela, si hay algo que lo motive y engrandezca. En Venecia se le vio rejuvenecido, hablando del pasado y del futuro.
Por lo demás, nadie mejor que él conoce una exigencia frecuente de la política; habiendo causas superiores, hasta los más reacios cambian de opinión, de ideas, de motivos, de pareceres, incluso de humores. Por lo tanto, si algo en apariencias tan nimio como un festival de cine lo llevó a romper su deseada quietud campestre para ir en busca de un nuevo protagonismo, no debería extrañar si el comandante Facundo (como era conocido en sus años de clandestinidad), que para el Primer Mundo llegó a ser uno de los líderes más originales según escribía The Economist en 2014, mire con detenimiento varios asuntos de cara a la elección presidencial de octubre del próximo año, analice los pros y contras con su entorno y termine cambiando de parecer.
¿Cuáles podrían ser esos asuntos?. Hay, internos y externos.
Mirado desde Chile, los internos no son centrales, pero no por ello menos interesantes.
Por ejemplo, para el Frente Amplio, perder la elección sería un verdadero cataclismo que, de paso, podría reconfigurar el panorama de partidos políticos en el país. La coalición pasa por un momento que pudiera calificarse benévolamente de “madurez institucional”, que suele ocurrirles a todas aquellas agrupaciones que se hacen longevas en el poder sin generar mecanismos de recambio generacional ni en materia de ideas.
Hasta ahora se habla de alrededor de seis pre-candidatos del Frente Amplio, entre los que se cuentan aspirantes eternos como Danilo Astori (que aparentemente no tiene gran respaldo interno y renunciaría en las próximas semanas), otros emergentes como el Presidente del Banco Central, Mario Bergara (sic) o el intendente de Montevideo, Daniel Martínez Villamil. Sin embargo, ninguno asegura la victoria.
Todo apunta, por ahora, a que el único pre-candidato que puede darle continuidad a que el Frente Amplio se mantenga en el poder es este hombre que pone sobre la mesa la fuerza y ethos de su discurso, su biografía, los mensajes emotivos (“me rompen lo ojos”) y ese tono accesible, afable, de hombre mayor y algo profético, que más de alguien quisiera tener para pedirle consejo.
Mirado desde Chile, lo que cuenta son los asuntos externos.
En efecto, para nadie es un misterio que algunas ideas asociadas a las diversas variedades de izquierda post Guerra Fría lograron anidar con una buena dosis de éxito en América Latina y dieron vida a vástagos muy activos. Sin embargo, en el último tiempo, como dice el slogan de la serie Lie to me, la verdad se empezó a escribir en el rostro de cada uno de ellos y, sea por descrédito o investigaciones judiciales por corrupción, van claramente en picada. Incluso, todo ese multicolor espectro podría convertirse en un verdadero páramo dependiendo de lo que ocurra en la elección presidencial en Brasil en octubre próximo. Y es que en un breve lapso, los protagonistas de cada una de las opciones –llamémosle anticapitalistas- desplegadas en la región y que iban desde aquellos portadores de banderas indigenistas (Evo Morales), bolivarianas del siglo 21 (Venezuela), de cierto tinte redentista (Alejandro Toledo), de matriz populista (los K en Argentina), de benevolencia celestial (Fernando Lugo), de ambigua perspectiva socialista (R.Correa) y de reivindicación social (Lula), pasaron cada uno a escribir su propios epitafios. Todos viven momentos de repliegue, cuando no derechamente insertos en procesos de marginalización de la vida política, pese a haberlas protagonizado por años y en algunos casos por décadas. El Frente Amplio por ejemplo gobierna ininterrumpidamente desde el 2005.
En todos ellos, el rasgo común era una ampulosidad verbal marcada por el enojo y las molestias con el imperio y las oligarquías, como solían decir.
Sin embargo, los hechos parecieran llevarse irremediable ese tipo de retórica. En su lugar surge la lógica de un filósofo simple, sufriente, y la sobriedad de un monje, como se ha descrito a Mujica. El demostró que armado con aforismos vagos, pero que mueven a la reflexión, con llamados a hacer una política “sin fines de lucro”, se puede sobrevivir. Mujica en tal contexto representa una válvula de escape para potenciales situaciones embarazosas en el resto del continente en términos de antiguas lealtades.
En consecuencia, el destino crepuscular de determinados socios invita a ver los asuntos con lógica de causa superior y a un Mujica atendiendo “el llamado de las masas”, viendo la atractiva posibilidad de recrear una izquierda regional inspirada sólo en él y no en esa gama variopinta como era hasta ahora. Tal cual dijo Kusturica al homenajearlo en Venecia, “es supremo … es inspirador, único capaz de hacer socialismo dentro del capitalismo”. Esto haría de la perspectiva de una quietud rural y su presunto cansancio, una hipótesis innecesaria.
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