La realidad finalmente llegó a Turquía, y su divisa está colapsando frente a nuestros ojos. La geopolítica juega un papel clave y debes protegerte ahora de las ramificaciones de esta crisis.
Turquía es una hermosa nación con una historia rica, llena de influencias griegas, romanas y musulmanas que hacen de éste uno de los países más fascinantes del planeta. Es literalmente un puente entre el Occidente y el Oriente; el Bósforo, de una milla de longitud y ubicado al norte de Estambul, conecta Europa y Asia a través del estrecho del mismo nombre.
Desde hace un tiempo, Turquía ha sido un imán para la inversión internacional directa y para préstamos denominados en dólares de parte de bancos internacionales para empresas locales. Todo este entusiasmo por invertir tiene sentido cuando consideramos la población altamente educada de Turquía llega a las 83 millones de personas, así como su lugar como la diecisieteava economía del mundo (con un PIB de poco menos de US$ 1 billón).
Ahora, ese maremoto de préstamos bancarios e inversión internacional directa ha permitido la llegada de otra ola de inversores “hot-money” hacia las acciones turcas, todo en función de retornos más altos con un financiamiento de dólares barato. Esto es una variación del carry trade de escala global. Los llamados “fondos de mercados emergentes” que ofrecen Morgan Stanley, Goldman Sachs y otras instituciones están llenos de acciones y bonos de origen turco.
Tu corresponsal frente al antiguo Hipódromo de Estambul, donde a fines de la Antigüedad se celebraban carreras de carros.
En mis numerosas visitas al país, que comenzaron en 1996, he visto cómo Turquía ha pasado de ser una sociedad secular a una dominada por un régimen religioso y totalitario. A medida que el país le da la espalda al mundo occidental, la realidad es que los turcos aún dependen de las instituciones de esa parte del planeta para lidiar con su deuda y con las potenciales crisis de divisa y reserva que le acechan. La separación reciente del país con el occidente podría significar que en el futuro nuestro lado del mundo no esté dispuesto a ayudarles si se da una crisis financiera.
Ahora, retomando el punto, este éxito aparente por parte de los turcos tiene un lado oscuro, y la realidad finalmente ha llegado a éste: su divisa está colapsando frente a nuestros ojos. La deuda externa denominada en dólares del país es tan grande, que debido a las crecientes tasas de interés del dólar y a la ralentización del crecimiento global, Turquía podría pasar de ser una economía emergente modelo a ser la primera nación en sentir la próxima gran crisis de deuda global.
El riesgo de que una situación precaria con la deuda que ocurra en el país es acentuado por el ascenso al poder el Presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan. Se trata de un líder autocrático con semejanzas importantes con personajes como Juan Domingo Perón de Argentina y otros nacionalistas populistas que han arruinado economías fuertes en el pasado.
Comencemos analizando la situación actual de los turcos. El país tiene muchísima deuda, una de las más altas de cualquier mercado emergente. Turquía debe aproximadamente US$ 450.000 millones a acreedores extranjeros, de los cuales US$ 276.000 millones están denominados en divisa fuerte, en su mayoría dólares y euros. Los US$ 174.000 millones restantes están denominados en la divisa turca, la lira.
Ambos tipos de deuda son problemáticos. La denominada en liras representa una carga de deuda cada vez mayor, ya que las tasas de interés de la divisa se han disparado del 6% al 12% en los últimos cinco años.
Y la denominada en divisa extranjera es un problema por dos razones. La primera, es que desde 2013 la lira se ha devaluado desde 1,75 a los 6,30 con respecto al dólar (por lo menos mientras escribo estas líneas), lo que aumenta la cantidad de liras que las compañías necesitan para saldar su deuda externa. La segunda razón es que las tasas de interés de Estados Unidos y Europa han comenzado a crecer, lo que también acentúa la carga de deuda externa de estas compañías.
De momento, la posición en divisa fuerte de Turquía es adecuada, cubriendo aproximadamente un 100% de la deuda externa del país. Pero el problema aquí no es una crisis de deuda inmediata, sino la probabilidad de que el crédito externo o las reservas se terminen por completo, dando cabida a un punto de quiebre y pérdida rápida de confianza.
Desafortunadamente, hay varios catalizadores económicos y geopolíticos para esta posible pérdida de confianza. De entre los factores que podrían llevar a una crisis, el más importante es el rápido deterioro de las relaciones entre Turquía y Occidente, así como conexiones cada vez más cercanas con Rusia.
Las encuestas recientes muestran que un 66% de los ciudadanos turcos creen que la alianza entre su país y Europa y Estados Unidos está desmoronándose. Esa misma encuesta demostró que un 71,5% de los ciudadanos turcos cree que el país debería entrar en una alianza económica, política y militar con Rusia.
Otro catalizador negativo es la creencia común en Turquía de que Estados Unidos jugó un papel importante en el intento de golpe contra el Presidente Erdoğan en julio de 2016. Estas sospechas se acentúan por el hecho de que Washington se rehúsa a extraditar al enemigo político de Erdoğan, Fethullah Gülen, quien vive en el exilio en Pensilvania.
Erdoğan alega que Gülen intentó forzarlo a abandonar la Presidencia en 2013 a través de acusaciones legales falsas –algo que el mandatario llama “un golpe jurídico”. El impacto combinado del supuesto golpe jurídico y de la sublevación real ha sido fuente de una profunda desconfianza entre Estados Unidos y Turquía.
Previamente este 2018, una corte estadounidense condenó y sentenció a un comerciante de oro turco-iraní, llamado Reza Zarrab, a 32 meses de prisión por haber violado las sanciones estadounidenses contra Irán. El comerciante terminó convirtiéndose en un testigo del Estado, y dio testimonios de sobornos por parte del gobierno de Erdoğan.
La acusación principal de Estados Unidos fue que Turquía había ayudado tanto a Rusia como a Irán a evitar las sanciones económicas impuestas por Washington. Una ley reciente de sanciones impondría penalidades severas a Turquía si en efecto termina comprando los sistemas anti-aéreos rusos.
En el centro de la (disputa) geopolítica
Sin embargo, un punto de disputa aún más serio entre Estados Unidos y Turquía involucra el rol de los kurdos en Siria. Desde la perspectiva turca, los kurdos representan un movimiento separatista que amenaza la integridad territorial del país. Los kurdos más extremos abogan por una Kurdistán independiente que incluiría partes del actual territorio turco, sirio, iraquí e iraní.
Desde la perspectiva estadounidense, los kurdos son una fuerza de combate potencial y que ha sido esencial en la destrucción de ISIS, pues han actuado en apoyo de los partidarios de la liberación de Siria contra el régimen del Presidente Bashar al-Assad. Los kurdos son aguerridos enemigos de Turquía y amigos de los estadounidenses.
Otro factor de confrontación entre Estados Unidos y Turquía es el estado actual de Qatar. Arabia Saudita ha aislado económicamente y bloqueado físicamente a Qatar debido a su apoyo a terroristas e islamistas radicales. Estados Unidos ha intentado mitigar este conflicto, pero en términos reales apoya la posición saudí.
Turquía fue al rescate de Qatar tanto con apoyo financiero como con presencia militar. En términos prácticos, una guerra entre Arabia Saudita y Qatar no sería más que una guerra sustituta entre Estados Unidos y Turquía, dos antiguos aliados en la OTAN.
En pocas palabras, las relaciones entre Washington y Ankara actualmente están en su peor momento desde la ruptura del Imperio Otomano en 1922.
Las implicaciones económicas de este deterioro en las relaciones de ambas naciones son importantes. Si Turquía se viese en una posición de crisis económica aguda –como lo que está pasando ahora mismo– generalmente acudiría al FMI por auxilio. Sin embargo, Estados Unidos y sus aliados occidentales, en especial Alemania, tienen poder de veto en lo que refiere a los rescates del FMI.
La experiencia reciente nos muestra que las acciones de los mercados emergentes son altamente susceptibles a los incrementos en las tasas de interés de Estados Unidos, así como a la salida de hot money.
Ahora Estados Unidos podría imponer condiciones ante cualquier pedido de apoyo por parte de Turquía al FMI. Es probable que Erdoğan y compañía rechacen tales condiciones, lo que pondría un alto a cualquier forma de ayuda de parte del FMI.
La tendencia más importante aquí es la separación cada vez mayor de Turquía con el Occidente, algo que se da paralelamente con el descontrol de la responsabilidad de deuda externa del país.
Los asuntos geopolíticos que señalé hace un momento –que involucran a Siria, Qatar, los kurdos, Rusia e Irán– podrían llevar a un quiebre poderoso en las relaciones Estados Unidos-Turquía, así como la salida de este último país de la OTAN.
El Presidente Erdoğan tiene una voluntad férrea, pero también es desafiante y testarudo con respecto a aquello que él considera un incumplimiento de la soberanía turca por parte de Estados Unidos y Europa.
Lejos de entablar negociaciones con el FMI si se da una crisis, Erdoğan podría simplemente imponer controles de capital, lo que en términos prácticos sería un default de la deuda externa de Turquía. Esto congelaría todas las inversiones en acciones y no permitiría que sus dueños retiren su dinero en dólares. En el mejor de los casos, los mercados turcos de acciones y bonos se desplomarían.
En el peor, directamente dejarían de funcionar.
La situación en Turquía es preocupantemente similar a las situaciones dadas en Tailandia en 1997 y Rusia en 1998, en las que ambas naciones cerraron sus cuentas de capital después de atraer miles de millones de dólares en préstamos e inversiones del extranjero. Esos defaults tailandeses y rusos precipitaron una de las crisis de liquidez más graves y peligrosas de la historia.
La mera existencia de estas amenazas geopolíticas y defaults potenciales son suficientes para hacer de los sucesos actuales en Turquía una auténtica amenaza.
Y por eso debes destinar parte de tu cartera a los activos seguros, sobre todo basados en oro.
Saludos,
Jim Rickards Para El Inversor Diario |
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