viernes, 7 de septiembre de 2018

Jair Bolsonaro, una víctima política

Por María Celsa Rodríguez
Jair Bolsonaro siempre fue visto como un candidato muy temido por la izquierda brasilera. Desde el Partido Social Liberal aspira a llegar a la presidencia y algunos lo ven como el próximo Trump de América del Sur. Hace 27 años que está en el Congreso  y siempre se alineó contra el establishment con un plan de gobierno que reforme completamente Brasil. Criticó los actos de corrupción del Lava Jato, e  impone una política de  mano dura. Y a pesar de ser el candidato mas controversial  por su postura de estar a  favor de la pena de muerte a los narcotraficantes, su posición machista  y xenófoba  lo coloca en la linea mas polémica de los candidatos que han despertado el rechazo e incitado al odio y a la discriminación como afirma con contundencia la prensa de izquierda.

Tras lo que pasó con Bolsonaro al ser apuñalado en el estómago,  y ante el temor de que pueda morir, 16 generales del Ejercito se unieron para analizar la situación de seguridad donde esta en peligro el orden institucional. Les resulta curioso que intentaron matar a un ex militar en vísperas del día de la independencia del Brasil.
Si se salva, el candidato del PSL será el próximo presidente del país. La situación de gravedad a la que fue expuesto lo eleva como mártir político y sensibiliza a las masas para trascender su imagen.

El terrorista que lo acuchilló, Adelio Bispo de Oliveira era seguidor del ex Presidente Lula Da Silva, y hacía campañas en las calles por la libertad de este. Cuando fue detenido,  -según declaro la policía-,  dijo que cumplía una orden de Dios.
Ha hecho marchas contra Temer y era seguidor de Nicolás Maduro, con varios perfiles en Facebook  hacia gala de ser comunista. Estaba afiliado al Partido de los Trabajadores e hizo trabajo en la campaña de Dilma Rousseff. Esta ultima junto a Lula, lamentaron lo sucedido, no estando de acuerdo con que el debate político se haga con odio  ni recurriendo a la violencia.  

Pero la violencia social tiene su fundamento en la desigualdad que la hace visibilizarse desde el mismo resentimiento del que hacen gala y construyen las razones desde una lógica que se asienta en que el que piensa distinto es el enemigo y no el adversario.

El Ejército está preocupado por esta ola de violencia en plena campaña para las presidenciales, lo que provocó una reunión de los altos mandos ante el posible fatal desenlace de la vida de Bolsonaro.  Ya en el mes de marzo hubo un ataque violento contra Lula, la escalada ha ido en aumento.  La violencia aplicada a la política siempre fue un instrumento del crimen organizado y últimamente del terrorismo.

Al cortase la cadena de corrupción que fue revelada con el Lava Jato, que terminó con un ex presidente en prisión y una presidente destituida de su cargo, en Brasil ya no se puede comprar a sus políticos como antes, eso hace que la violencia sea el instrumento que utiliza los oponentes. 

Una campaña a presidente es un evento que abre la puerta a la transferencia de poderes y eso despierta intereses contrapuestos  y conflictos en toda la escalera del poder donde la impunidad es el condimento de los actos violentos. Y por eso sacarlo de la campaña al que primero iba en las encuestas -ya sin Lula Da Silva como candidato-, es una estrategia que despierta muchas dudas. ¿Quién está detrás de esto?

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