En el año 1987, la banda argentina Sumo editó el álbum “After Chabón”, el mejor -según el brillante e incomprendido Luca Prodan- donde se encontraba el hit “No tan distintos”. Esa canción, además de ser un excelente tema, probablemente de los mejores del rock de las pampas, en su estribillo tiene una famosa frase en inglés, que dice “esperando por 1989”.
Imagino que te imaginarás por donde va la nota. Sino, seguí y te enterarás.
Marquitos tiene razón
En la semana más caliente desde que asumió Macri… y, te diría, desde la salida de la convertibilidad, el Jefe de Gabinete declaró que “no estamos ante un fracaso económico”.
Para definirlo, el concepto “fracaso”, al ser un término relativo, es preciso hacerlo contra algo. En este caso, me parece prudente y justo compararlo contra los propios planes que tenía el gobierno.
Corría enero de 2016, cuando el oficialismo anunció por primera vez las metas de inflación para el período 2016-2019.
El equipo económico pronosticó un rango de entre 20 y 25% para 2016, mientras que el número real terminó ubicándose en el 40%.
Por su parte, para 2018 estimaban una inflación de entre el 8 y el 12%, muy pero muy lejos del piso del 40% que estimo actualmente; mientras que para 2019 descontaban, por aquel entonces, una inflación en torno al 5%.
Sí. Si lo tuviera que resumir diría que estábamos en presencia de “Alfonso en el país de las maravillas”.
Más allá del delirio en las estimaciones de aquel momento, el panorama es lamentable: la depreciación del tipo de cambio –tan solo en lo que va del año- ya supera el 100%, mientras el PIB se perfila a contraerse al menos un 2%, por lo que el salario real caerá, en promedio, más de 10 puntos. Recordemos que, según los planes iniciales del gobierno, a esta altura del partido estaríamos creciendo al 3%, con una inflación de casi un dígito. Ahí nomás.
Marquitos, tenés razón, esto no es un fracaso económico: es una tragedia económica.
Hablando en serio, a esta altura, no sé cómo este tipo, uno de los artífices de la corrida cambiaria, dada aquella conferencia del 28 de diciembre, sigue en su cargo.
¿Derecho al default?
Semanas atrás escribí una nota, donde advertí que, de mantenerse el rumbo, nos dirigiríamos hacia un ineludible default. Hoy, ese pronóstico ya resulta mucho más sólido que aquel entonces.
Te explico por qué.
Básicamente, la aceleración de la corrida cambiaria está haciendo que el “parate” en la actividad económica sea mucho más grave de lo que se descontaba. En su momento esperaba una caída del 1,5% del PIB para este año.
Pero con las noticias de hoy, donde los múltiples proveedores de distintas ramas ya suspendieron sus entregas ante la incertidumbre sobre el costo de reposición de la mercadería en cuestión (un fenómeno típico en momentos de elevadísima volatilidad macroeconómica), lo cierto es que sería esperable una caída de al menos 2% para este año, que también se haría muy presente en 2019, lo que haría que, en el mejor de los casos, tengamos un crecimiento nulo en dicho año.
El problema con esto es que esta merma en la actividad económica pone en jaque las metas fiscales, ya que, ante un menor nivel de actividad y mayor inflación, la recaudación tributaría sufriría sobremanera (Efecto Olivera-Tanzi), lo que empujaría al gobierno a incumplir el compromiso fiscal con el FMI.
Así, se necesitará un ajuste todavía más fuerte para poder alcanzar dicho objetivo. Algo altísimamente improbable.
Entonces, el asunto es que, de no cumplirse el target, es muy posible se dificulten los futuros desembolsos del Fondo, ya que están supeditados a dicho cumplimiento; fondos sin los cuáles, básicamente, entraríamos en default más temprano que tarde.
Para el que se pregunta… “y si defaulteamos ¿Qué?” Bueno, en ese escenario lo que ocurriría sería otra megadevaluación, empujando todavía más gente a la pobreza, y acelerando todavía más la inflación.
El peor de los mundos.
Macri contra el reloj de arena
Más allá de estas especulaciones, lo cierto es que, a la velocidad actual, mi escenario base es que Macri no termine su mandato. No es que no quiera lo termine. No me confundas con un golpista. Mi deseo es que termine y bien, y crezcamos al 10% mañana, pero es que simplemente no hay economía ni sociedad que resista tremendos embates económicos semana a semana. El riesgo país, que superó los 700 puntos (+110% en el año), así lo refleja.
Como consecuencia, creo se necesita un muy serio anuncio en materia fiscal y la remoción de Marcos Peña, como mínimo, para mantener esto a flote.
Lo que ocurre es que ya no hay tiempo ni lugar como para seguir especulando. Se deben apuntar todos los cañones a bajar el déficit cuanto antes. El mercado no cree en la solvencia del gobierno, y cree el peso valdrá mucho menos en el futuro. Eso no se arregla pidiendo más dinero al FMI, sino haciendo la dolorosa tarea de ordenar las cuentas públicas.
Así, tal como anticipé en diciembre 2016 en un programa de TV, lo que está en juego es mucho. Recuerdo en ese momento, en pleno inicio del bull market macrista, los conductores me miraron con sorpresa, ya que, recordemos se esperaba baje la inflación rápidamente, y rebote fuerte la actividad económica. ¡Y de manera definitiva!
Entonces, para ponerlo todavía más claro, hay dos escenarios posibles:
1. Escenario de ajuste “ordenado”: Es un escenario bastante malo, donde la pobreza podría llegar al 40%, e incluso superar ese número un poco. Esto quiere decir que unas 20 millones de personas caerían por debajo de la línea de pobreza. Una tragedia, pero que, a esta altura de los hechos, sería el mal menor. No hay un escenario posible mejor que ese, lamentablemente;
2. Escenario de ajuste “desordenado”: El peor de los mundos. Peor, incluso, que la crisis de 2001. En este escenario, la pobreza podría superar, por primera vez en la historia moderna de nuestro país, el 60%. Esto tendría lugar en la medida que las autoridades continúen no bajando el gasto público. Sería un escenario caracterizado por interminables corridas cambiarias, tironeos monetarios y una conflictividad social infinita.
Así, es importante quede claro algo: hoy no hay posibilidad de ir a un escenario más o menos decente. Todos los escenarios posibles son de malos a extremadamente malos.
Esperemos, por una vez en múltiples décadas, la corrección se haga de manera civilizada, antes de la explosión por negligencia macroeconómica. Hasta la semana próxima,
Juan I. Fernández Para CONTRAECONOMÍA
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