martes, 6 de diciembre de 2011

Gobierno, oposición y la versión argentina de una frase célebre: "¡Es la profundización del modelo, estúpido!"

Tras asegurarse la victoria en las urnas, el Ejecutivo avanzó en varios frentes impensados. Salió a controlar la compra de dólares, redujo los beneficios en  

el pago de luz, agua, gas y transporte y también apunta a una moderación en los aumentos salariales. ¿Cambió su esencia o sólo la forma?

Por Fernando GutierreziProfesional.com



Descifrar la nueva etapa de la gestión "K" está consumiendo ríos de tinta, bytes, horas de cámara
y de micrófonos.


Todo gira alrededor de un interrogante en común: en qué se ha convertido ahora la pregonada 
"profundización del modelo".


Es que este concepto -antes de las urnas- había entusiasmado a buena parte de lasociedad.
Y fue el que utilizó el Gobierno como "caballito de batalla" para así poder alzarse con una rotunda
victoria.


Sucede que, pasado los comicios, muchos se encuentran con que no es lo que a priori 
se imaginaban: a algunos les sienta bien y a otros no tanto.


En el primer grupo están los empresarios, que festejan el sólo hecho de que la Presidenta haya
mencionado en su discurso ante los industriales la palabra "inflación".


Se entusiasman con la idea de que el oficialismo dará batalla a la suba de precios, buscará 
moderar los reclamos sindicales, intentará que el país recupere competitividady mantendrá sus
políticas de protección al "Made in Argentina", frenando en la Aduana la avalancha que llega de 
productos importados.


En el otro grupo, conformado por los menos entusiastas, se ubica un sector de la sociedad que 
esperaba "otra cosa".


Como la prolongación de la fiesta consumista, a partir de mantener pisadas las tarifas de los
servicios. 
No están contentos con tener que rendirle cuentas a la AFIP a la hora de querer comprar dólares. 
Tampoco con el encarecimiento del crédito.


Se quejan porque ven que el Gobierno se despachó con algo distinto a lo esperado.


Es decir, con un estricto control sobre el mercado cambiario y con un repentino aumentoen los gastos
de luz, gas, agua y transporte que les deja las billeteras más flacas a la hora de ir de shopping.


Lo cierto es que, en ambos casos, ya sea entre los que aplauden y entre quienes critican, existe un
elemento en común: que hubo equivocación al interpretar en qué iba a consistir la "profundización
del modelo".


De alguna manera, se imaginaban más de lo mismo. Es decir, algo similar a lo hecho a lo largo
de todos estos años.




Cambian las formas, no la esencia

La realidad es que tanto para el caso de quienes elogian como para quienes elevan sus críticas,
finalmente, lo que sale a la luz, es que el Gobierno -si bien puede cambiar las herramientas-
lo que mantiene invariable es la esencia del modelo K.


Empezando por la firme determinación de controlar "la caja".


Es que un nivel de gasto estatal que se triplicó en cinco años (ya asciende a la friolera de
u$s220.000 millones) lleva necesariamente al Ejecutivo a una mayor voracidadrecaudatoria
(léase una presión impositiva más intensa).


Sin embargo, sobre este punto los analistas hacen una distinción: es más difícil bajar el gasto
que achicar el déficit.


Por eso, prevén que las cuentas tenderán a equilibrarse durante el transcurso del año próximo. 
Pero estacionadas en niveles inéditamente altos.


"De lo único que se oye hablar en estos días es de aumento de impuestos", señala el economista
Enrique Szewach, para quien la "nueva" política del Gobierno se reduce a un "mayor traspaso
de recursos administrados por el sector privado al sector público".


Para Szewach, nadie puede sorprenderse por esta actitud intervencionista: "Es la sangre del modelo,
y eso no se negocia".


El propio Gobierno, lejos de contradecir estas observaciones, las confirma día a día con las 
declaraciones de sus funcionarios.


Como la del ministro Julio de Vido, quien en la reciente conferencia de empresarios de la construcción 
afirmó que "la quita de subsidios no es para generar un ahorro fiscal", dado que los 
fondos serán "redireccionados".


Es por este motivo que los analistas no ven en este giro de la política kirchnerista una traición a sus 
postulados sino, más bien, una verdadera "profundización del modelo".


Uno de ellos es el politólogo Rosendo Fraga, quien define las preferencias de la Presidenta como
"una mayor dosis de Estado en el capitalismo", al analizar las medidas que restringen la compra de
dólares y la reciente imposición a algunos sectores a liquidar sus ganancias en el país.


Un baño de sinceridad

En definitiva, fue la urgencia fiscal, y no otra cosa, lo que motivó el "súbito descubrimiento" oficial 
sobre la inequidad de los subsidios, por los cuales quienes habitan en Puerto Madero han venido 
recibiendo beneficios por parte de quienes residen en Florencio Varela (y deben comprar la garrafa 
al precio del mercado negro).


Es por eso que varios politólogos señalan el sinsentido de las críticas opositoras.


Jorge Asís ironiza sobre "los sensibles estrictos" que, ante las últimas medidas, pretenden señalar
una presunta incoherencia de la Presidenta.


"Arrastran la tentación de desenmascararla. Decirle 'Engañó a su electorado'. 'Traicionó a los 
incautos que anhelaban la profundización del modelo'", describe Asís, para quien el único 
hecho importante es que Cristina "asume el costo ingrato de ducharse en sinceridad".


En la misma línea, el politólogo Julio Burdman, de Analytica, ve como algo lógico que elGobierno 
haya tomado ahora medidas correctivas.


"Cristina es conciente de que en estos momentos es cuando tiene que aprovechar para tomar 
decisiones antipáticas. Lo está haciendo todo junto", expresa Burdman.




En busca de la caja perdida

La realidad es que, para quienes leen entrelíneas, Cristina había dado señales sobre el tipo de
medidas que tenía en mente.


Repetidas veces afirmó que se iban a realizar "correcciones y ajustes" al modelo.




Tanto la moderación en las negociaciones salariales como la necesidad de modificar el esquema de 
subsidios ya habían sido insinuados, de manera sutil, por los ministros durante la campaña electoral.


Pero, sobre todo, la Presidenta había dado pistas de algunos lineamientos de su próximo modelo al
referirse al recesivo 2009, cuando el país sufrió el embate de la crisis financiera internacional.


Uno de los mayores "orgullos" de la mandataria fue mostrar cómo el Estado -apelando a los recursos
de las reestatizadas AFJP- había redireccionado fondos para preservar los puestos de trabajo en
algunas ramas de actividad, como sucedió en la industria automotriz.


Ahora, frente a un nuevo colapso de varias economías europeas, el antecedente de ese año resulta de
particular relevancia. Porque la actual y futura agenda oficial incluye varios de aquellos ingredientes.


El propio Amado Boudou lo dejó en claro ante un auditorio de empresarios: "La Presidenta ya tuvo que 
hacer una tarea de protección ante la crisis de 2008 y 2009. Ahí puede encontrarseuna de las claves para 
entender la Argentina que viene".




En este sentido, Ricardo Delgado, economista jefe de Analytica, afirma que lo que hoy se percibe 
como un cambio en el kirchnerismo es, en realidad, una adecuación a un nuevo escenario.




"El Gobierno tiene la intención de mantener el estímulo al consumo, sostener alto el nivel de empleo y 
continuar con un fuerte gasto social. En eso no va a cambiar. Pero, el mundo va empujar menos 
-probablemente entre en recesión- y eso lo obliga a moderar inflación y subas salariales", señala
Delgado.


En la crisis de 2008 recurrió a la estatización de las AFJP. Luego, en 2010, a las reservas del Banco 
Central, que motivara el conflicto con Martín Redrado. Ahora, a la eliminación de los subsidios.




De esta forma, el Gobierno recupera una "caja" que asciende inicialmente a unos $5.000 millones.


Y esta suma es apenas el resultado de la primera etapa, ya que todavía no empezó la aplicación 
masiva de los recortes a nivel residencial.


Cabe recordar que el monto total asignado a este rubro asciende a u$s16.000 millones.




De modo tal que la esencia, que es cuidar la caja, siempre se ha mantenido. Sólo hancambiado las
formas de financiarla.




"Ni un clavo importado"

Hay más pistas sobre lo que viene en cuanto a profundización del modelo.


Porque uno de los objetivos fundamentales del Gobierno será el férreo control al ingreso de 
productos importados, para así reducir el faltante de dólares y proteger a la industria nacional.


En este contexto, Boudou salió a calmar las aguas del agitado mercado cambiario. Garantizó que en 
2012 "el país contará con las divisas necesarias para tener autonomía en la toma de decisiones".


En otras palabras, que se tratará de recomponer la situación de forma tal que los fondos alcancen
para pagar las obligaciones externas, sin necesidad de acudir al crédito.


Como antecedente de lo que viene en lo que se refiere a "profundización del modelo", el 2009 sirve 
también como indicador.


En ese año, el Gobierno se jactó de terminar con un récord de superávit comercial de u$s17.000 
millones.


Sin embargo, aquella cifra no había sido lograda por una gran suba de las exportaciones sino por 
una fuerte baja, del 30%, en las compras de productos extranjeros.


Las apelaciones reiteradas de los funcionarios respecto a la necesidad de "sustituir importaciones" 
dan una pauta de cuál será la premisa oficial.


Y, por si quedan dudas, una frase pronunciada por la Presidenta en un encuentro con empresarios 
de la construcción resulta bien ilustrativa: "No queremos importar ni un solo clavo. Queremos que
todo sea producto argentino".




En la emergencia, consumir

La parte del plan oficial que todavía genera dudas es la referida a cómo se podrá hacer compatible un
escenario "defensivo" con otro "agresivo".


Es decir, cómo se hará para "vivir con lo nuestro" -buscando incluso que localmente se venda todo 
aquello que no se pueda colocar en otros países, por la crisis- cuando, a la vez,los argentinos 
deberán pagar más por la luz, gas, agua, transporte, tendrán subas salariales más moderadas
y se enfrentarán a créditos más caros.


De hecho, los economistas son escépticos respecto de que se repita el ritmo de consumo de los
últimos años.


Pero el Gobierno se muestra confiado en que logrará mantenerlo.


En parte, apuntará a fomentar con fondos estatales la inclusión al mercado de los sectores 
de menores ingresos.


"Todo lo que ganan, lo consumen. Y así se mantiene la fuerza de la actividad económica. Y si no 
me creen, pregúntenle a los chinos", afirmó de manera elocuente la Presidenta.


En cambio, la clase media es la que se ha mostrado más asustada por la situación macro, lo cual se 
evidencia en su masiva propensión a la compra de dólares.


Este es, precisamente, un motivo por el cual el Gobierno ha sido reticente a adelantar la suba en el 
"piso" del impuesto a las Ganancias: se teme que ese incremento del poder adquisitivo no se refleje
en más consumo sino en una mayor demanda de billetes verdes.


En definitiva, lo que el Ejecutivo está dejando entrever es que, ya sea con herramientas viejas o 
nuevas, mantendrá sus postulados básicos: tener bajo control todo aquello que le sirva para
"hacer caja", direccionar el ahorro y recalentar el consumo.


La oposición se encuentra tan desarmada que pocos dirigentes salieron a buscar rédito político 
ante las medidas impopulares tomadas por el Gobierno.


En particular, las vinculadas con el mercado cambiario y las referidas a la quita de subsidios.


Sólo se escucharon algunas voces, aunque de manera desarticulada.


Pero el Gobierno, ya parado en una montaña de votos, "de un 54% de altura", utilizó la célebre frase 
del asesor de Bill Clinton, para responderles: "Es la profundización del modelo, estúpido".

Fuente.Publicado en www.iProfesional.com









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