martes, 13 de diciembre de 2011

Memoria & Balance

Por Ariel Alberto Neuman
CRONISTA.COM
La inflación afectó al negocio. El nombramiento de jueces lo benefició. La inestabilidad jurídica generó trabajo y dolores de cabeza por igual. La falta de inversiones le restó competitividad. El aumento de la litigiosidad, la conflictividad laboral y tributaria se tradujo en consultas. La informatización del Poder Judicial agilizó la actividad. La falta de horizontes la ralentizó.
Así de oscilante fue el año para los estudios jurídicos de la City, acostumbrados a adaptarse (o perecer) ante los vaivenes de la actividad de sus clientes.
Asuntos Legales consultó a referentes de la abogacía corporativa sobre lo mejor y lo peor de 2011 en relación al contexto jurídico, el impacto sobre sus clientes y sobre su propio negocio. En resumen, la discrecionalidad, reflejada en el régimen de cambios, las regulaciones de facto al comercio exterior y el aumento de precios fueron los fenómenos más cuestionados por la abogacía corporativa.
Luis Alberto Erize, socio de Abeledo Gottheil, está entre quienes lamentan “la progresiva implantación de directivas sin sustento en regímenes legales específicos, a modo de orientación para superar restricciones a la actividad económica, con dependencia creciente de regímenes de autorización caso por caso”.
Jorge Otamendi, socio de G. Breuer, también considera que “la reciente tensión en el marco normativo respecto del mercado de divisas, ciertamente puede mencionarse como medidas que crearon un desconcierto legal que no fue positivo”. En esa línea, Uriel O´Farrell, socio del estudio O´Farrell, carga contra "la continuidad en la adopción de medidas administrativas que constituyen vías de hecho ajenas al marco normativo vigente”.

¿Qué fue lo peor de 2011?
“La alta conflictividad general, las invasiones de los espacios públicos y los cortes de calles, la agresividad de algunos sindicatos contra las empresas. Todavía hay mucho por hacer en términos de calidad institucional y previsibilidad, pero a mucha gente esto pareciera no importarle demasiado”, se despacha Michael Rattagan, name partner de Rattagan, Macchiavello, Arocena & Peña Robirosa.
Por su parte, Pablo Louge, socio administrador de Allende & Brea, coloca entre lo mejor de 2011 “ciertas decisiones judiciales que protegieron los derechos de compañías privadas frente a decisiones o acciones del Estado”. Entre lo peor, en tanto, aparece “la desmedida presión sindical, las restricciones a las importaciones y exportaciones y no haber progresado en dar a los inversores más certeza y seguridad jurídica”.
Desde Brons & Salas, Lisandro Allende considera que, dentro de lo mejor del año, cabe el acercamiento de la Corte Suprema al expediente digital, la consolidación de la democracia y el mantener alejados los efectos de la crisis europea (indicadores señalados por otros tantos consultados). “La falta de reglas estables en lo económico y jurídico” para atraer inversiones aparece, en cambio, entre lo peor de 2011.
Para Ezequiel Cassagne, socio de Cassagne Abogados, fue muy importante la integración de cuatro vacantes de la Cámara Contencioso Administrativa Federal. Del otro lado, aparece el incumplimiento por parte del Estado de los fallos de la Corte Suprema y las multas impuestas por la Secretaría de Comercio a las consultoras privadas, “muestra de una conducta por demás arbitraria”.
En contrario, desde Hope, Duggan & Silva su socio, Rufino Arce, celebra la “mayor voluntad del Estado a cumplir con sus obligaciones”, incluyendo laudos arbitrales y sentencias de tribunales internacionales. “La adopción de ciertas medidas que afectan derechos adquiridos de determinados sectores” fue señalada por él como una de las falencias del ejercicio que se cierra.
En línea con la cobertura de vacantes en el Poder Judicial, Carolina Zang, socia de Zang, Bergel & Viñes, resalta entre las mejores buenas nuevas del año la creación de nuevos juzgados y la designación de jueces para cubrir las vacantes abiertas. En contrario, “las restricciones y trabas en el mercado cambiario que dificultan la compraventa de divisas y el normal funcionamiento de muchas empresas” se cuentan entre las peores noticias.
Pilar Ymaz Videla, socia del Estudio Ymaz, considera que lo mejor de 2011 es la intención estatal de eliminar los subsidios, “sin perjuicio que se esté de acuerdo o no con las medidas concretadas adoptadas a tal fin”. Lo peor para ella ha sido la sobrecarga de trabajo y consecuentes demoras en el Poder Judicial, y las demoras en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia y en la Inspección General de Justicia.
Entre quienes celebran la calidad creciente de las decisiones de la Corte Suprema está Santiago Nicholson, managing partner de Nicholson & Cano, aunque lamenta también el “mayor poder discrecional por parte del Estado”.
Pablo Ferraro Mila (González & Ferraro Mila) coloca entre lo mejor del ejercicio a los beneficios impositivos derivados de la Ley de Promoción de la Industria del Software. Por el contrario, “la persistente falta de reglas claras y previsibles a la hora de hacer negocios en la Argentina” es, para él, lo peor del año.
En ese mismo sentido, se orienta Javier Petrantonio, quien, desde M. & M. Bomchil, señala que sería “muy positivo” que se impulsen políticas que proporcionen un marco de mayor estabilidad a las reglas de juego en materia económica y previsibilidad para aumentar la inversión.
El laboralista Gustavo Gallo, titular de Gallo & Asociados, coloca en la lista de positivos la baja en los conflictos sociales, mientras que entre los negativos resalta a los “conflictos intersindicales”.
Por último, desde la ciudad de Rosario, Pedro Figueroa Casas (Romera, Ongay, Romano, Castellani & Figueroa Casas) remarca como positiva la implementación de la ley de mediación previa obligatoria en su ciudad, y reniega de ciertos aspectos de la reforma a la ley de concursos y quiebras.

Para los clientes
Haciendo a un lado el contexto en abstracto y pensando en sus clientes, los abogados consultados consideran que el año arroja una serie de pros y contras para la actividad empresaria desde el punto de vista jurídico.
Así, para Erize lo mejor fue la expectativa de una agilización del servicio de justicia mediante el avance informático y la cooperación con vías alternativas de arbitraje y reconocimiento del arbitraje internacional. Por el contrario, entre lo peor estuvo “la determinación de costos laborales indeterminados en todos los órdenes, así como la proliferación de gravámenes fiscales provinciales y locales”.
Otamendi remarca las dudas generadas por las restricciones a las importaciones (“de facto”), y otras intervenciones similares, como las recientes medidas cambiarias que “crean la sensación de que hay inseguridad en la inversión”.
Por su parte, Arce rescata las señales de independencia e imparcialidad que dio la Corte Suprema lo cual “brinda mayores certezas en el contexto jurídico y, por tanto, en el mundo de los negocios”. En contrario, la “ausencia de reglas claras ocasiona demoras en las inversiones planeadas”, afirma.
La inflación y los “cambios normativos producidos por medio de llamados telefónicos” son, para Rattagan, lo peor que le ha pasado a las empresas este año, siempre desde una perspectiva legal. A ello, se suman las “restricciones o presiones para evitar la compra de moneda extranjera y la presión para frenar remesas de dividendos al exterior”.
La aceleración de los procesos judiciales tras el nombramiento de jueces en el fuero comercial es, para Zang, una de las mejores buenas nuevas que recibieron sus clientes. La restricción a la compraventa de divisas, en cambio, aparece entre las peores de 2011.
Ymaz Videla, por su parte, resalta como positivo para sus clientes el mantenimiento e incluso aumento de las contrataciones públicas, y apunta contra la inflación -al igual que buena parte de los consultados-, la mayor restricción en las importaciones, la continuidad en la aplicación del sistema del control de cambios para el ingreso y egreso de divisas al país, las restricciones en la compra de moneda extranjera, la falta de solución legal a la doble vía en materia laboral y las mayores dificultades que tienen los inversores extranjeros para invertir en el país como los puntos a mejorar.
Entre las cuestiones negativas, Cassagne carga contra el programa de reducción de subsidios que “está generando muchos daños a las empresas, en el marco del cual, por ejemplo, se ha reinstaurado con todo su alcance el famoso cargo tarifario a distintas industrias, destinado a un fideicomiso para pagar el gas natural que se importa para abastecer al mercado interno, siendo en rigor un impuesto a todas luces inconstitucional”.
Ferraro Mila dice que, entre sus clientes, lo mejor fue “el reciente y aparente retiro de apoyo político por parte del Poder Ejecutivo tanto al proyecto de ley de reparto de ganancias empresarias como a la restricción a los giros al exterior de utilidades”.
En este contexto variopinto, Louge aporta una mirada singular. “Desde el punto de vista legal hubo pocas cosas buenas para nuestros clientes. Ello no significa que económicamente les haya ido mal”, evalúa.
Bajo ese paraguas, el creciente intervencionismo y los pedidos del gobierno para hacer o dejar de hacer algo sin que exista una norma jurídica que lo avale ha sido, afirma, lo peor que les tocó enfrentar a las empresas este año.

El año 2012
Futurología mediante, los especialistas consultados no esperan grandes cambios para 2012. Otamendi, por ejemplo, afirma que “no hay suficientes elementos para esperar que las cosas vayan a cambiar demasiado”.
Para Figueroa Casas, como se pronostica una desaceleración de la economía, las empresas deberán recurrir a despidos, presentándose conflictos laborales colectivos, al tiempo que se irá notando un paulatino crecimiento de concursos preventivos y acuerdos preventivos extrajudiciales por partes de las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Arce dice que las negociaciones de pautas salariales serán nuevamente un tema importante en 2012, y advierte que se acentuará la intervención del Estado en la actividad económica.
“Más conflictividad” y “necesidad como nunca de políticas de prevención” son las advertencias de Gallo.
Rattagan, por su parte, considera que “seguirán habiendo intervenciones y presiones informales sobre el sector privado, que generarán consultas y trabajo en materia de impuestos, laboral y derecho administrativo”.
Para Zang, habrá bastante movimiento en lo que es real estate, fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés) y mercado de capitales. “Apostamos también a un crecimiento en la demanda de servicios de otros sectores, como infraestructura, minería, litigios, derecho individual del trabajo y aspectos regulatorios”, agrega.
Nicholson vaticina un crecimiento de la litigiosidad, fundamentalmente en derecho laboral, pero también un aumento del trabajo en el sector corporativo por nuevas inversiones o compraventa de empresas. “Habrá probablemente más asesoramiento en temas regulatorios”, arriesga.
“Creemos que en 2012 las consultas de las empresas se incrementarán, especialmente, debido al rol más activo del Estado tanto en los servicios públicos como en otras actividades del sector privado, en especial por la tendencia que se observa desde los organismos gubernamentales en este sentido. También anticipamos que aumentarán las consultas impositivas y aquellas vinculadas al mercado cambiario”, apunta Petrantonio.
Para Lounge, la suerte de 2012 estará determinada por el rumbo de la política económica. “Si transita por carriles normales, lo mismo debería ocurrir en el campo jurídico”.
 
FUENTE:PUBLICADO en www.Cronista.com

 

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