domingo, 11 de diciembre de 2011

Más que señales, el sentido del rumbo K

Analía Argento
Editora de Política y Opinión
Buenos Aires
Cronista.com
Como era de esperar en la iconografía K, sobre la que se basó la comunicación oficial sobretodo el último año, Cristina Fernández de Kirchner asumió un nuevo mandato de riguroso luto y con señales que reafirman su estilo y la dirección en la que irá su segundo mandato presidencial.
Visiblemente emocionada, llegó al Congreso y apenas entró dejó en claro quién manda. Aunque ella misma ordenó cumplir la Constitución y que su ahora ex vicepresidente, Julio Cobos, le tomara juramento, apuró el paso y lo dejó atrás mientras tomaba del brazo a Beatriz Rojkés, la vicepresidenta provisional del Senado, tercera en la línea presidencial.
Las cámaras de televisión volvieron a saltear al mendocino a quien casi no se vio en la cadena nacional y sólo mencionó ella, irónicamente, cuando Julián Domínguez tocó por error el timbre del recinto.
Podría decirse que así como su marido, Néstor Kirchner, jugó en 2003 con el bastón presidencial y asumía la necesidad de construir poder arrancando con solo un cuarto de los votos, ella quiso subrayar quién toma las decisiones en Argentina haciendo valer el 54% obtenido el 23 de octubre frente a una diluida oposición.
Entonces, después de equiparar la figura de su fallecido marido con Dios y la Patria -a quien delegó también el derecho de demandarle cualquier incumplimiento de su deber- entregó la banda presidencial a su propia hija, Florencia, para que ella se la colocara como otra clara señal, reforzada además por las imágenes de su hijo Máximo quien aun con bajo perfil en la Asamblea, es quien la aconseja e impulsa el rol cada vez más protagónico de los jóvenes de La Cámpora, agrupación que él creó.
En lo discursivo, también dio señales de que sigue por el mismo rumbo con los mismos amigos y aliados y los adversarios de siempre. Reclamó primero celeridad a la Justicia en los temas de violación a los Derechos Humanos durante la última Dictadura; agradeció a la República bolivariana de Venezuela y a su presidente Hugo Chávez; reiteró sus críticas a los medios y, fundamentalmente, a ‘las corporaciones‘. 
"No soy la presidenta de las corporaciones, soy la presidenta de los 40 millones de argentinos", afirmó despertando un aplauso de pie entre los propios en las bancas y en las galerías. Y, a los gestos que ya tuvo en la semana con los anuncios de continuidad en el gabinete, sumó uno más y tal vez el más fuerte al confirmar que Guillermo Moreno tendrá más poder y además de la Secretaría de Comercio Interior anunció que en el ámbito de Economía se concentrará también el Comercio Exterior.
La otra advertencia -una vez más- fue para los sindicatos al confrontar el ‘derecho a huelga‘ con ‘el derecho de chantaje y de extorsión‘.

El cierre también fue fiel estilo cristinista. Deudas sociales y educación, tal como también lo ha dicho en sus discursos de apertura de sesiones ordinarias.
Fuente:Publicado en www.Cronista.com

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