El dinero es una herramienta para cumplir nuestros sueños. El dinero
en sí mismo no significa nada. Pero como vehículo que me permite acceder
a mis deseos cobra particular importancia. Por ello, todo el mundo se
pregunta, ¿cómo generar dinero? La respuesta puede estar en el lugar
menos pensado.
Por Federico Tessore
Reportando desde Fort Lauderdale, Estados Unidos
Casi
15 años atrás, cuando daba mis primeros pasos en el mundo financiero,
me tocó vivir una experiencia reveladora. Era una soleada mañana en el
banco donde trabajaba,
frente a la plaza Flores de la Ciudad de Buenos Aires, y un señor con
ropa sucia, desprolijo, entró al sector VIP del banco, el sector donde
se manejaba el dinero de las personas que justamente lo tenían. Un
mínimo de cien mil dólares para invertir.
El país estaba viviendo
la terrible recesión del Gobierno de De la Rúa previa a la brusca salida
de la convertibilidad. Por lo tanto, era común, como lo es ahora,
encontrarse con gente de pocos recursos en la calle, viviendo y comiendo
con lo
que podían. Mi primer pensamiento fue que esta persona entraba al sector
a pedir algún tipo de ayuda. Pero cuando comencé a charlar con él me
llevé una gran sorpresa.
El señor no solo no quería ayuda, sino
que en realidad estaba en una posición de ayudarme a mí. Gradualmente me
fue explicando la situación. Él era basurero, trabajaba en la vieja
empresa Manliba como recolector de desechos en un camión por la zona y
había tenido un golpe de suerte. Había jugado a la lotería y la había
ganado. Mucho dinero había ganado. Unos 2 millones de dólares que 15
años atrás era mucho más que 2 millones de dólares ahora...
Y no
tenía la menor idea de qué hacer con ese dinero. Por eso había llegado
al banco, para buscar ayuda para guardar ese dinero. Cuando salí de la
sorpresa inicial ante el inesperado panorama, pude charlar largo y
tendido con Mario y las sorpresas no se detuvieron allí. Otro de los
aspectos que me llamó la atención de Mario es que no estaba contento con
esta
"sorpresa" que le había dado la vida.
Semejante cantidad de dinero
lo asustaba. Sí, ya sé, muchas personas piensan que tendrían la
reacción contraria si ganaran la lotería. Festejarían o invitarían a sus
familiares o amigos a un viaje inolvidable. Pero cuidado que en el
momento de recibir todo ese dinero, si no estamos preparados, las cosas
pueden cambiar.
Y para Mario la situación se había tornado
desagradable. Por ejemplo, en la puerta del banco lo estaban esperando
sus compañeros
del camión. Todos querían alguna "ayuda" de Mario. También sus
familiares comenzaron a dar vueltas por su humilde casa. La gente le
daba consejos, le presentaban negocios y propuestas. Él estaba abrumado,
no sabía para donde agarrar. Extrañaba su vida sin sobresaltos.
El
caso de Mario siempre da vueltas por mi cabeza, especialmente cuando
tengo la oportunidad de conocer a personas que tienen dinero pero que
viven intranquilos y angustiados. Y aunque parezca mentira, esta
situación es
mucho más común de lo que imagina.
Le cuento el ejemplo de otro
cliente mío de la época, llamado Juan Carlos, que había heredado algunos
millones de pesos de su padre. Su educación era muy superior a la de
Mario -era ingeniero-, pero su nivel de angustia era similar.
Cuando
heredó el dinero, Juan Carlos dejó su trabajo en una empresa
siderúrgica y se dedicó a intentar "disfrutar la vida". Pero los planes
no salieron como pensaba. Todos los días pasaba por mi oficina ansioso
para
revisar sus inversiones. Quería ver si habían subido o bajado. O
encontrar nuevas oportunidades. Internet no era tan masivo en esa
época...
La ansiedad de su "nueva" situación económica lo estaba
matando. No le dejaba disfrutar un minuto su vida. En un rapto de
sinceridad, Juan Carlos me confesó que era más feliz y libre en su etapa
de empleado que vivía de su sueldo. El dinero lo había encarcelado...
¿Qué le pasa a las personas que buscan dinero toda la vida y cuando lo tienen son
más infelices que antes?
La respuesta a esta pregunta puede venir
contrastando las conductas y sentimientos de casos inversos a los de
Mario o Juan Carlos. Le cuento uno.
Matías es un viejo amigo
apasionado del campo. Le fascina hacer negocios con vacas, terneros,
compra venta de campos, camionetas, todo lo que imagine relacionado al
campo. Tiene una capacidad parar generar negocios que me asombra. Y
siempre que termina uno empieza otro. No para un solo minuto.
Algunas
semanas
atrás me explicó uno de los negocios que estaba haciendo y me dijo que
estaba un "poco" preocupado, cosa que me sorprendió porque él nunca le
daba importancia al tema del dinero ni se mostraba angustiado por
asuntos relacionados. "¿Por qué esta vez?", le pregunto. "Es que estoy
arriesgando gran parte de mis ahorros", me contesta. "Y generalmente no
hago eso cuando hago negocios, pero este negocio me apasiona tanto que
creo que vale la pena arriesgar el trabajo de todos estos años".
"Estás
un
poco loco Matías", le digo, "ya lo hablamos muchas veces, no tiene
mucho sentido arriesgar todo nunca, por más bueno que sea el negocio".
Pero Matías me responde: "Sí, ya sé, es un tanto arriesgado lo que estoy
haciendo, pero no te creas que no le di vueltas al tema. Lo pensé mucho
e inclusive anticipé el peor escenario: que pierda todos mis ahorros. Y
no me preocupó mucho el panorama. Si pierdo todo, es fácil, armo un
nuevo negocio y empiezo a recuperar todo relativamente rápido. Si vengo
haciendo lo mismo desde hace más de diez años, de todas formas soy
optimista, creo que va a salir bien". Luego de decirme eso se fue a
jugar con sus hijos al fútbol y se lo vio despreocupado y contento todo
el resto del día.
Recuerde que estábamos ante un hombre que estaba
poniendo en juego todos sus ahorros. Los de toda su vida. No me quiero
imaginar a Juan Carlos o Mario en situaciones similares...
¿Qué es lo que diferencia a estos dos perfiles de inversores, Mario y Juan Carlos,
por un lado, y Matías por otro? Si todas estas personas tienen dinero, ¿no tendrían que vivir todas tranquilas y felices?
Lo
que los diferencia es la única y fundamental clave para tener dinero:
la cabeza. En la cabeza de cada uno de nosotros se alojan los
conocimientos y la experiencia financiera que adquirimos y que nos
permiten generar capital. Y algunas personas tienen esos conocimientos y
otras personas no los tienen...
En los casos de Mario y Juan
Carlos ellos no tienen la más
pálida idea de cómo se genera el dinero. Ambos fueron empleados toda su
vida y nunca le dedicaron tiempo ni ganas a generar negocios o fuentes
adicionales de ingreso. Por ello, si bien de repente se encontraron con
mucho dinero, el miedo a perderlo todo los paraliza y les provoca
ansiedad.
El caso contrario es el de Matías. Él arriesga todos sus
ahorros en un negocio que puede salir mal. Y si bien las probabilidades
de que Matías pierda todo su dinero son más altas que las de Mario o
Juan
Carlos, Matías está relajado y contento. Es que su cabeza tenía todo el
conocimiento y toda la experiencia para generar ese dinero en forma
independiente si algo malo ocurría. El dinero no lo asustaba, el dinero
era su aliado.
Por ello, luego de muchos años de conocer a cientos
de inversores, de los perfiles y patrimonios más diversos, me queda
claro que el dinero en sí mismo, al final de cuentas, termina siendo
irrelevante. ¿Para qué quiero juntarme con mucho dinero si ese dinero me
va a
volver más infeliz de lo que soy ahora?
Lo que termina siendo la
clave para tener dinero y poder aprovecharlo toda la vida es mi mente,
mi cabeza. Si logro desarrollar las habilidades que me permiten perderle
el miedo al dinero, perderle el respeto, el dinero finalmente no solo
llegará, sino que mucho más importante aún, se quedará conmigo toda mi
vida. De esta forma tendré más chances de que el dinero contribuya a que
pueda tener una vida plena y feliz.
Pero si hago lo contrario,
si primero me fanatizo por conseguir dinero, sin desarrollar mi cabeza
hacia una mente educada financieramente, puede que tenga alguna chance
de conseguir ese dinero, pero ese dinero no funcionará como una
herramienta para mi independencia, sino que se convertirá en nuestra
prisión.
Algunos pensamientos adicionales...
La
locura de los políticos argentinos continúa. Ahora decidieron no
anunciar más la cifra de pobres en la Argentina. Las consultoras
privadas dicen que hay un
35% de pobres en nuestro país. El Gobierno ahora no publica más las
cifras, pero la última medición decía que había sólo 10% de pobres.
Estamos hablando de una diferencia de 13 millones de argentinos que el
Gobierno piensa que son de clase media y viven bien y las consultoras
privadas dicen que son pobres y que muchos de ellos no tienen ni para
comer.
¿Existe algo más cruel e hipócrita que esconder la pobreza?
El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti,
pareció contestar esta pregunta en declaraciones que reprodujo
La Nación
ayer viernes, "Hay algo que vemos en todo el planeta: la gobernabilidad
está en manos de gobernantes culturalmente casi primitivos. Se ocupan
de las próximas elecciones y no de las próximas generaciones".
Si lo dice el juez....
FUENTE: PUBLICADO POR EL INVERSOR GLOBAL - Newsletter - Enviado por mail