jueves, 24 de abril de 2014

La señora de paja

Por José Benegas
La falacia del hombre de paja es la preferida de la señora que se está despidiendo, con ese afán que tiene de humillar, que vaya uno a saber de dónde vendrá. Consiste en llevar la posición de sus oponentes a términos absurdos que le permitan refutarla y además despreciarla.
 En ese ejercicio ratifica en su cabecita que es una “genia”, pero por supuesto necesita rodearse de un público alquilado que le festeje sus estupideces. El espectáculo es sombrío, pero está tan habilitado por la consideración pública y el silencio que corre pocos riesgos de enterarse de hasta que punto hace el ridículo. 
Antes de ayer inauguró unos vagones, con los que trata de seguir en línea con el delirio de un país con tren bala, cuando su sistema económico consiste en la descapitalización de la infraestructura establecida en los noventa que tanto odia y su resultado son personas muertas que ella desprecia. En ese acto contó que fue a buscar la tapa de Clarín del día en que los ferrocarriles cerraban, a ver qué les encontraba. Su argumento es los trenes estaban mal por el mercado, cuando llegó el estado fueron una maravilla. Lo que prueba lo primero es que Menem era malo, lo que no tiene que demostrar a su vez porque sus interlocutores lo asumen. Lo segundo se comprueba con esos vagones comprados, de los que no informó el precio, que van a circular por las mismas vías obsoletas en las que descarrilan todos los días ¿Los muertos de Once? Pues ni figuran en su relato. 
Pero la falacia del hombre de paja vino con la “demostración” de que los que hablan de inseguridad hablan pavadas, según ella. En Clarín encontró que se había abatido a un criminal que había matado a un guardia cárcel. Entonces llegó a su conclusión: ¿vieron que los hechos criminales no empezaron hace dos años?
 Es decir, la gente que se está quejando porque la matan para quitarle al auto o la cartera en realidad esta sosteniendo que la inseguridad empezó hace dos años (ellos están hace once) y ella es tan piola que encontró la prueba de que no es así, hurgando en la tapa de Clarín. Como ella todos los concurrentes festejaron el hallazgo que demostraba la idiotez de todos menos ellos.
 La misma falacia utiliza cuando habla, siguiendo al zaffaronismo penal, de una supuesta argumentación que usan los que se quejan que no es tal. Es más, es una argumentación del propio oficialismo. Esto es que los delincuentes son los pobres. Nos dicen que la inseguridad es la venganza por la pobreza, la venganza privada que ellos habilitan mientras se quejan de linchamientos. Pero la señora utiliza una argumentación tonta que le pertenece a ella, para ponerla en boca de quienes no quieren ser asesinados, les atribuye odiar a los pobres y entonces sale ella su millonario collar a espetarles un clasismo que los demás nunca han esgrimido. Lo mismo hacen los supuestos eruditos académicos que pasearon por la televisión en tiempos de linchamientos. Según ellos todo el que quiera parar a los criminales, odia a los jóvenes pobres y para esa tontería tienen la respuesta. Entre tanta paja, el espectáculo de la locura sin refutación es el peor de lo síntomas a futuro. 
Sobre el autor:  es abogado, periodista, escritor y analista político   http://josebenegas.com
PUBLICADO CON LA AUTORIZACION DE SU AUTOR

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