Pero cuando él se deshace de enemigos extranjeros por conquistas o tratados y no hay nada que temer de ellos, entonces él está siempre creando alguna guerra así la gente demanda un líder. – Platón sobre los tiranos, La Republica |
No fue la única razón para los cambios profundos que siguieron. También la China comunista se abrió al capitalismo, cayó la Unión Soviética y apareció el auge de Internet.
Precaución: estado profundo trabajando
El dólar basado en crédito trajo una nueva economía. Cambió la forma en que piensa la gente y en que su gobierno opera.
Ahora son piletas profundas de dinero las que determinan qué candidatos son presentados a los votantes.
Y hay una nueva rama del gobierno: el estado profundo. Esta rama no se menciona en la Constitución. Pero opera por encima y por detrás del gobierno democrático.
Los estadounidenses votaron por Barack Obama en 2008 porque querían un cambio de las políticas de la era Bush. Pero nada cambió.
¿Por qué?
El candidato Obama era un crítico de la guerra en Irak; él prometió poner el Pentágono bajo control. Pero bajo el presidente Obama, el gasto de “seguridad” en Estados Unidos subió a su nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial.
El presidente Eisenhower nos advirtió sobre esto. Él lo llamó el complejo “militar-industrial”. Era el estado profundo en funcionamiento.
Siempre hay gente en la sociedad que están más que listos para hacer bullying, robar y hacer quedar como idiotas a otros miembros de la sociedad.
Y como observó el filósofo político del siglo XVIII, William Godwin, si un gobierno tiene algún propósito legitimo es evitar que esa gente le haga daña a sus vecinos. Pero con el tiempo, infectan al gobierno y sus industrias relacionadas.
Entonces, en vez de mantener estas pestes bajo control, el gobierno les da autoridad, financiando incluso un tipo de respetabilidad artificial. Sus depredaciones, ilusiones y vanidades se transforman en políticas públicas.
Como una pila de estiércol para una piara
Un lector describe lo que pasa a continuación:
Los chicos ya no pueden vender limonada. Uno no puede controlar su propio charco en su jardín. Nuestras comunicaciones (Internet y teléfonos) están siendo monitoreados. Nuestra policía ya no está ahí para ayudarnos pero están militarizados y reaccionan a cada situación como si fuera una amenaza mortal. Nuestro gobierno ahora trata de controlar cada aspecto de nuestras vidas.
Todas las industrias importantes – educación, asistencia médica, finanzas – atraen a estos bufones y lobistas. El estado profundo los llama como una pila de estiércol a una piara. Pronto, están creando caos y llorando en la pila más grande de recursos malgastados de la historia.
Hoy sus agentes te gritan para que te saques tu cinturón en los aeropuertos. Trata de cavar un estanque en tu jardín… o impedir que tu hijo trabaje en la granja familiar…
Ellos revisan y espían buscando secretos para controlar. Cobran impuestos. Regulan y controlan.
Están fuera de control… y son imparables.
Industria del gulag de Estados Unidos
Según el abogado especialista en derecho civil, Harvey Silverglate, el típico estadounidense comete tres delitos por día en su propia casa sin saberlo.
El ex senador por el estado de Virginia, Jim Webb, describe el estado político que resulta:
Tenemos el 5% de la población mundial y el 25% de la población en prisión. Tenemos una tasa de encarcelamiento que es cinco veces tan alta como la tasa promedio de encarcelamiento en el resto del mundo. Tenemos un sistema de encarcelamiento en masa. Hay solo dos posibilidades: o tenemos la gente más mala de la tierra, o estamos haciendo algo dramáticamente mal en términos de cómo tratamos el tema de la justicia criminal.
Lo que Webb no menciona es que poner a más gente en la cárcel genera dinero… para algunos. La industria del gulag de Estados Unidos gana dinero con cada prisionero y hace lobby para conseguir sentencias mínimas más duras.
Paga tan bien, adentro y afuera, que los que se benefician no solo “van al extranjero en busca de monstruos para destruir”, como uno de los padres fundadores, John Adams, advirtió. Ellos crean monstruos.
¿Sabías que el FBI persuade, atrapa y habilita a jóvenes a planear actos de “terrorismo”?
Recientemente, agentes del FBI arrestaron tres hombres en Brooklyn y los acusaron de conspirar para viajar a Siria a pelear por el ISIS.
Ninguno de ellos podría haber hecho eso sin la ayuda del FBI. Estaban en quiebra. Y uno no podía seguir porque su mamá le había quitado el pasaporte.
Eran los terroristas perfectos – creados, alimentados y financiados por el FBI.
Un Super Bowl con apuestas mortales
Afuera, la situación es bastante parecida. Ante la ausencia de enemigos reales, el estado profundo ha creado otros falsos. Un suscriptor de Bonner & Partners lo explica:
Estados Unidos entró en guerra con Afganistán para sacar a un grupo de islamistas radicales. Ahora todo el Medio Oriente pela con islamistas mucho más radicales que tienen la ventaja de tener grandes cantidades de armas suministradas por Estados Unidos.
Lo último que escuché era que Estados Unidos estaba todavía suministrando armas a los islamistas ladrones en Siria y quejándose cuando esas armas se usaban en Irak.
Ron Paul recientemente escribió que ninguna de las aventuras militares en las que se ha involucrado Estados Unidos en los últimos 25 años ha hecho algún bien. No sé por qué no lo extendió a 50 o 60 años.
No hay dudas sobre el poder militar estadounidense pero sí sobre sus elecciones de objetivos. En el balance parece claro que Estados Unidos quiere hacer más daño que bien en sus problemas extranjeros.
Después de la disolución de la Unión Soviética en 1991, el estado profundo enfrentó su mayor amenaza: ya no tenía un enemigo.
Desde entonces, ha golpeado a una serie de pseudo-enemigos – todos muy inferiores al Pentágono.
Pero, después de todo su poder, su superior tecnología militar, y todos sus billones de dólares en gastos: ¿alguna guerra de Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría terminó con una victoria honrada?
No. Hubo un desastre tras otro. Los enemigos se volvieron ángeles, los alienígenas se volvieron diablos.
Uno creería que esto puede hacer entrar en razón al público estadounidense. Podrían pensar que, tal vez, todo este gasto y estas bombas no estén dando frutos. O que probablemente termine creando más enemigos de los que vence.
Pero ése es el punto: para la gente común, una guerra es poco más que un Super Bowl con apuestas mortales. Ellos gritan y alientan al equipo de la Seguridad Nacional. Ellos saludan a sus héroes y odian al enemigo aunque no sepan quién es el enemigo.
Aquellos que piensan, por otro lado, tienen otros propósitos. Están felices con una derrota y una victoria.
La victoria, y la paz que siguió a la Segunda Guerra Mundial, casi los sacó del negocio. Es la guerra la que paga y paga bien.
La industria estadounidense de “seguridad” tiene cerca de U$S 1 billón al año en poder de gasto. Puedes comprar muchos votos con ese dinero. Y puedes construir muchas mansiones en los suburbios de Virginia.
El Estado profundo está ahora a cargo. El truco ya está incorporado en el sistema.
Atentamente,
Bill Bonner - Para CONTRAECONOMÍA
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